Por Augusto Daniel Román

La primera vez que me interesé por la biodinámica y comencé a leer sobre ella no pude dejar de pensar que estaba frente a una tontería. Aún hoy, cuando leo a Nicolás Joly y leo sus apologías a la homeopatía no puedo dejar de respingarme un poco y tragar saliva. Y es que para comprender a la biodinámica se necesita tener algo más que una mente abierta. La biodinámica, lejos de ser una técnica de agricultura es una forma de vida, una filosofía.

Pero, ¿sabemos realmente de qué se trata la biodinámica? La biodinámica nace e principios del siglo XX de la mano del científico austríaco Rudolf Steiner. Para entenderla tenemos que ver a la tierra como un ser vivo, como un ente globalizado en donde todos los elementos forman parte sustancial de la existencia. En la biodinámica tiene que ver todo, desde la posición de los astros en el firmamento, la luz, los microbios del suelo y del aire, la especie de planta, o los compuestos que se utilizan para proteger el cultivo. El principio fundamental de la biodinámica dice que toda enfermedad es síntoma de que la armonía entre el ser vivo y su entorno está rota.

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Zonas como Borgoña donde el suelo ha sido destruido, literalmente, por herbicidas y pesticidas es donde la biodinámica está dando sus mejores resultados, o por lo menos los más visibles. Cualquier agrónomo sabe que la nutrición de las plantas está íntimamente ligada al componente microbiano del ecosistema, pero sobre todo del subsuelo. Años y años de pesticidas han hecho que el suelo haya quedado, en muchas partes del mundo, sin microbios, o con muy pocos, esto, claro está, influye decisivamente en la calidad de los productos obtenidos por la agricultura.

Lo que la biodinámica intenta hacer es respetar el equilibrio entre la agricultura y el entorno, y que el hecho de producir algo de un elemento natural no implique destruir otro, sino acoplarlo al marco biológico para que la producción sea óptima.

Este método de cultivo no es exclusivo de la viticultura. Sin embargo, es ella la que quizá más se esté beneficiando de él. Si visitamos una viña biodinámica no vamos a ver racimos hermosos y plantas exuberantes, no veremos un viñedo de ensueño, al contrario, la producción suele ser la que da el suelo de la viña, y hay que recordar que los suelos donde se cultiva la vid suelen ser relativamente pobres.

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LOS ASTROS. Para la biodinámica los astros, en especial el sol y la luna, poseen un papel importantísimo en la agricultura. Para los teóricos de esta disciplina la luna tiene la misma influencia sobre la vida como la tiene sobre las mareas. Visto por un lector normal, tal afirmación pareciera estar plagada de mística y esoterismo.

Sin embargo, gente que quiere llevar la biodinámica a un plano más científico intenta explicar la influencia de los astros con la cantidad de luz que existen durante, por ejemplo, el plenilunio: a mayor cantidad de luz mayor actividad biológica. Entonces, dicen que no es lo mismo hacer una vendimia nocturna durante el plenilunio que en luna nueva. Cuando la luna está llena hay más luz y por lo tanto los microbios que viven naturalmente en el viñedo están más activos y hay más riesgo de daño a la cosecha por parte de estos.

Cuentan con un calendario astrológico -no astronómico- para optimizar las operaciones con el cultivo. El hecho de que hablen de las constelaciones astrales y de los signos siempre provoca algo de rechazo por parte de la comunidad científica.

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PREPARADOS BIODINÁMICOS. Es quizás la cara más conocida de este estilo de vida. Los preparados o compost son tan variados que hablar de todos ellos sería agotador. Los más famosos son quizás el Preparado 500 y el Preparado 501.

El primero consiste en enterrar estiércol de vaca metido en cuerno durante todo el verano y desenterrarlo, diluirlo en agua, como si de un “medicamento” homeopático se tratase, esperar que fuerzas astrales lo posean, puesto que el cuerno, según Steiner, es un elemento canalizador de energías, y luego rociar en spray sobre el viñedo. El preparado 501, en tanto, no es otra cosa que tierra de cuarzo y agua de lluvia que se entierra en primavera y se desentierra en otoño. Existen teóricos de la biodinámica que intentan explicar estos procedimientos desde un modelo racional, pero definitivamente poco convincentes.

¿En qué se diferencia la biodinámica de la viticultura ecológica? La diferencia básica es que en la biodinámica se prepara el cultivo para la tierra, para su medio, para el ecosistema; y no la tierra para el cultivo. En la viticultura ecológica no se puede utilizar ninguna forma de producto químico en la tierra o en las plantas, y esto lo tiene en común con la biodinámica, que se sirve de preparados a base de ortigas, manzanilla, valeriana o corteza de roble.

La actividad de vehículos pesados en el viñedo es casi nula. En lugar de tractores, en una finca biodinámica veremos caballos y otros animales integrados al entorno. La diferencia fundamental es el holismo, o el tratamiento del viñedo como un todo, como un ser vivo. El viticultor, en este caso, es solo una parte más de ese gran ser vivo que es el cosmos.

Otra diferencia es que la viticultura ecológica está controlada y reglamentada por entes estatales, y la biodinámica por asociaciones privadas como Deméter (www.demeter.net).

Algunos de los vinos más caros del mundo y con mayor renombre provienen de parcelas biodinámicas. La verdad es que si matamos el suelo, limpiándolo de todos ser vivo, estamos matando el Terroir. Siendo los microbios los responsables de esa comunión suelo-planta, estamos perdiendo todo eso que tanto valoramos los que amamos el vino: la tipicidad.

Pero hay que saber que el hecho de ser biodinámico no hace a un vino bueno o malo. Es una técnica de agricultura, y aunque nos dicta pautas sobre la vinificación, este proceso siempre será muy subjetivo. También debemos saber que aquí solo estoy dando apenas una pincelada sobre esa filosofía.

 Nuestro papel está en probar, valorar y opinar sobre nuestra experiencia personal. Esto es solo un esbozo de todo ese gran mundo que es la biodinámica, la tarea pendiente será probar sus frutos y que la próxima vez que nos ofrezcan un vino producido a partir de un viñedo biodinámico brindemos por la tierra, por el terroir y por el universo.

¡Salud!