Por Alejandro Sciscioli

A esta altura de los descorches, el wine lover sabe de lo que se habla cuando se menciona a Viña Montes: una de las casas vitivinícolas más destacadas de Chile, que tiene a Don Aurelio Montes como estandarte y verdadera marca registrada. 

Esta destacada marca, que tuvo fuerte presencia en Paraguay hasta hace unos tres años atras, tiene hoy nueva importadora, la firma Caminos del Vino. Para acompañar el anuncio formal de esta importante novedad visitó el país Santiago Izcúe, joven miembro del equipo de Enología de la Viña, quien brindo detalles interesantes sobre el trabajo desarrollado por la casa de vinos.

Su historia comenzó en la Universidad Católica de Chile estudiando agronomía y fue ahí que descubrió lo que es el mundo del vino: “todo lo que hay detrás de una botella me llamó muchísimo la atención”, comenzó. “Ahí empecé a conocer bodegas, aunque no era un gran tomador de vino. Después de graduarme partí para trabajar y conocer diferentes bodegas en California y empiezo a trabajar en el Valle de Mendocino, haciendo sobre todo vino blanco y luego conocí Portugal. Finalmente volví a Chile buscando construir mi futuro”.

Lo interesante de esta historia es que Santiago siempre fui fan declarado de Viña Montes, aún en su época en la cual el vino no era la bebida de su preferencia, “y lo único que quería era formar parte de ese gran grupo que supo poner a Chile en los primeros planos internaciones elaborando vinos de altísima calidad”. 

Y así fue que logró ver cumplido su sueño.

Con el tiempo, don Aurelio Montes se transformó en un verdadero patriarca de lo que es la viticultura en Chile, un referente obligado. ¿Cómo es trabajar con él y cómo es ser parte de ese equipo?
Muy buena pregunta. La verdad que es un placer trabajar con Aurelio, porque es una persona que simplemente trabaja en un hobby, le encanta lo que hace y siempre busca seguir innovando, nunca se queda con lo que ya logró. Leí en una entrevista que le hicieron donde le preguntaban cuándo iba a soltar las riendas de la bodega, y él respondió “nunca”. Entonces, trabajar con él la verdad que es un honor y una gran experiencia para mí pues aprendo mucho todo el tiempo.

¿Cuál es el próximo proyecto que tiene don Aurelio?
Entre los pilares que hacen fuerte a Viña Montes podemos citar la tradición y la innovación. Chile es un país muy interesante y posee muy distintos terroirs de norte a sur, pero también de oeste a este, con un cambio de relieve muy importante. Entonces, mirando ese segundo pilar, puedo decir que no nos cansamos y seguimos con el espíritu de seguir buscando cosas nuevas. 

¿Por ejemplo?
Por ejemplo, estamos investigando la Cordillera de los Andes con un Sauvignon Blanc de perfil completamente distinto a los de la costa, y también con la línea Outer Limits investigamos lugares únicos que nos permiten lograr vinos jóvenes también únicos y diferentes. Y por otro lado estamos investigando el potencial y el desarrollo de variedades portuguesas como Touriga Nacional y Albariño en distintos terroirs. 

¿Y por el lado de la tradición?
Con proyectos que son realidades, como por ejemplo la marca Montes Alpha. Buscamos mantenerla siempre en alto y en el sitial que se merece. Hay una nueva presentación de la botella en esa línea, muy bonita, que espero muy pronto llegue a Paraguay. Entonces, esa combinación de tradición e innovación nos ayudará a mantenernos en el buen camino.

DE COLCHAGUA AL MUNDO. La historia de Viña Montes comienza en 1987 cuando Aurelio Montes y Douglas Murray, de amplia experiencia en el mundo del vino, quisieron hacer realidad sus sueños de producir vinos de una calidad muy superior a la que se estaba produciendo en Chile en aquella época. En 1988 sumaron otros dos socios, Alfredo Vidaurre y Pedro Grand, cada uno haciendo su aporte especial y complementario, naciendo así Viña Montes, llamada en sus inicios Discover Wine Ltda. 

Viña Montes tiene su bodega ubicada en el Valle de Colchagua, aunque elabora vinos con uvas cultivadas en varios valles productores muy representativos de Chile, como Aconcagua Costa (Zapallar, Leyda y Casablanca), Colchagua (Apalta y Marchigüe), Curicó, Itata y Maule.

¿Cómo es tu trabajo dentro de Viña Montes?
Es muy interesante (risas). Un día, por ejemplo, estás en una entrevista como la de ahora, pero otro día estás en la bodega y al siguiente tienes que vestirte de viticultor e ir a la viña. Esos condimentos hacen al trabajo muy cambiante y entretenido. Sin embargo, mi labor principal es recibir la uva en la vendimia y encargarme del día a día, también controlar las fermentaciones. Y otra parte muy interesante es la parte de las mezclas, que la hacemos todos juntos.

¿Cómo es un día de vendimia en la vida de un enólogo?
Es una locura. El día nunca termina y se trabaja las 24 horas del día. Obviamente que voy a mi casa a dormir, pero el teléfono puede sonar en cualquier momento de la noche y uno debe estar listo para solucionar cualquier imprevisto. A la mañana, lo primero que hago antes de escuchar a nadie es ir a escuchar a los vinos, verificar que tal van las fermentaciones. Con esas primeras degustaciones uno ya sabe cómo va a continuar el día y qué debe atender primero. También es importante ir asignando al equipo de bodega las tareas adecuadas para que todo fluya normalmente. Así inicia.

¿Y cómo sigue?
En general con la visita a algún campo para ir probando las uvas, analizar los tiempos de cosecha e ir viendo cómo avanza el trabajo de la vendimia. 

Hoy, el enólogo va al campo y el agrónomo entra a bodega. ¿De qué modo te parece que ha evolucionado ese trabajo conjunto para lograr la calidad en producto final que es el vino?
Sí, creo que eso ha sido esencial para entender los viñedos y los vinos. Hacer un trabajo conjunto, pues un enólogo debe ser viticultor también, así como el viticultor tiene que probar los vinos que está produciendo su campo. En Viña Montes hemos saber hacer u trabajo en conjunto muy bueno, y por lo tanto siempre vamos a los viñedos con los viticultores para que nos muestren la situación, probamos las uvas, en definitiva tomamos muchas decisiones en conjunto. Y luego probamos todos juntos los vinos, analizando los cuarteles y las zonas, para ir tomando mejores decisiones. 

¿Podría decirse que tanto agrónomos como enólogos se transformaron en una especie de catadores de uva?
(Risas) Sí, podría decirse eso. Esa parte de análisis sensorial en campo es realmente importante.

¿Y cuáles son los aspectos a tener en cuenta?
La acidez es uno de ellos, y también los taninos, que va muy ligado al grosor de las pieles. Se prueba la uva y se analiza esa astringencia. Y eso nos ayuda a saber cuándo debemos cosechar. Vamos degustando semana a semana y luego definir los sectores, etc. Y no podemos olvidar los sabores a fruta madura que tanto nos gustan en los vinos.