Por Roger Sordé Masip (*)

El pasado domingo decidimos celebrar el entrañable #DíaDelPadre viajando espiritualmente a la esplendorosa Francia vitivinícola.

En esta ocasión nos fuimos de paseo a la venerada región de Burdeos. En concreto, a una pequeña área que se sitúa justo al sur de su capital, la AOC Pessac-Léognan.

Pessac-Léognan es una de las subzonas más valoradas de la región de Graves. Se sitúa en la “orilla izquierda” del Garona, ubicada al oeste y sur del rio, pocos quilómetros antes de que éste se una al Dordoña para conformar el Estuario del Gironda.

Esta área es conocida por la elaboración de excelentes tintos a partir de Cabernet Sauvignon pero también es cuna de algunos de los mejores blancos del país, elaborados principalmente por la uva Sauvignon blanc, muchas veces acompañada de Sémillon.

Nosotros tuvimos la fortuna de descorchar este gran representante de la región, un Château La Louvière Blanc de la añada 2013.

El Château se encuentra en una región que atesora una riquísima historia meticulosamente documentada desde principios del siglo XIV. Antiguamente, el lugar estaba tapizado por un frondoso bosque conocido como “La Louvière” (guarida de lobos) haciendo referencia a la gran cantidad de cánidos que habitaban el lugar.

La añada que tuvimos entre manos fue algo más fría y lluviosa de lo habitual y los responsables de los Vignobles André Lurton decidieron elaborar el vino exclusivamente a partir de Sauvignon blanc.

Su mosto fermentó en barricas de roble francés (30% nuevas) en las que, tras inhibirse la maloláctica, el vino permaneció durante unos diez meses bailando con sus lías.

Nos encontramos con un líquido de color amarillo dorado, muy brillante. Con una nariz exuberante a base de lima, manzana verde y mburukuja (maracuyá) pero también con flores blancas como el jazmín y el azahar, un toque herbal y sutiles notas de vainilla, almendras y tostados.

Boca poderosa por su pronunciada intensidad de sabores y una vibrante acidez. También seduce su salinidad, una muy ligera untuosidad y una larga y grata persistencia.

Una auténtica joya con la que se nos cayó la baba y a la cual auguramos, por su eléctrico vigor, una larguísima expectativa de vida.

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(*) El autor es médico de profesión y un enorme conocedor de vinos por vocación. Fue certificado con el nivel 3 del WSET y es uno de los grandes protagonistas de la movida local del vino. Pueden seguir sus aventuras vitivinícolas en su cuenta de Instagram.