-Mi abuelo fue un italiano que vino a Mendoza y tuvo sus viñedos. Pero murió muy joven y mi abuela tuvo que vender todo. Entonces, mi papá no continuó en esto y se hizo ingeniero en construcción. Fue en 2007, cuando Gerardo, mi hermano mayor, compró un terreno de 70 hectáreas en Gualtallary, que empezamos de vuelta en el mundo del vino con el proyecto Zorzal. Por eso nos consideramos la primera generación de la familia en esta industria.
-Queríamos tener un proyecto que realmente nos uniera. Mi hermano menor, Juan Pablo, es el enólogo principal de Zorzal, y Gerardo y Matías son asesores en esta bodega también. Estábamos como desperdigados, por eso en 2011 decidimos tener un proyecto en común.
-Desde muy chicos dormíamos los 4 en una misma habitación y aprendimos la convivencia. Hoy esa experiencia de la infancia nos mantiene bien. Somos muy diferentes los 4, pero nos hemos sabido complementar. SuperUco es una bodega pequeña, así que todos estamos un poco en todo, pero sí es cierto que cada uno tiene su especialidad. Matías es el más vinculado al viñedo, la plantación, la conducción de la vid, etc. Juan Pablo está dedicado a la parte enológica, a la elaboración. Gerardo se dedica a la comercialización y en mi caso, estoy en la administración.
-El Valle de Uco tiene tres lugares importantes: Tupungato, que está al norte del valle; Tunuyán, que está en el centro, y San Carlos hacia el Sur. La bodega está ubicada en el centro del valle y con su forma octagonal, decimos que es como que corona el valle. Además, aunque modestamente, también decimos que SuperUco es como lo mejor del Valle de Uco.
-Para nosotros terruño es una palabra muy amplia, que significa el lugar donde vivís, donde crecen los viñedos, el lugar donde las personas se desarrollan. El terruño nos marca todo: lo que es suelo, clima, personas... ese es nuestro terruño. Y queremos mostrarlo en nuestros vinos. Buscamos la pureza de cada varietal, que sea una gran expresión del lugar donde crece.
-Pensamos que en la naturaleza no hay vértices, no hay puntas, no hay líneas rectas, la naturaleza es circular. Por eso, en nuestro compromiso con la naturaleza quisimos tener un viñedo en forma circular. La bodega podría haber sido circular, pero como es obra humana no puede ser perfecta, pero sí ir hacia esa perfección. También tiene que ver con lo técnico, el octógono le da la firmeza a la estructura, ya que estamos en una zona sísmica. Mi papá nos ayudó a construir esta bodega.
-La vid está plantada en suelos muy pobres, de pocos nutrientes, por eso quisimos contribuir.
Tenemos prácticas biodinámicas y orgánicas. Todos los años nos visita un asesor para ir haciendo los preparados. Hoy tenemos la certificación de viñedo biodinámico.
-Creo que tener un proyecto familiar, ya que suele ser complicado trabajar en familia. Pero también trabajar en forma distinta, desde la plantación en la que no aplicamos pesticidas, fertilizantes, sino que dejamos que la planta sea, que se desarrolle en base a los nutrientes que encuentra en su suelo, en su hábitat. Y eso también lo llevamos a la vida de cada hermano, que cada uno pueda expresarse libremente, sin condiciones externas, que sea un proyecto libre.
-Ese fue un desafío también, ya que muchos de nuestros vinos no se entendían. Por ejemplo, frente a un Malbec, todos buscaban las características tradicionales de un Malbec y al ir a la bodega se encontraban con algo totalmente distinto, no parecía Malbec. Y en realidad era un Malbec auténtico, de la zona, que habla de la zona. Y eso al principio dificultaba las ventas. Pero como era un proyecto chiquito no había mucho que perder, al contrario, ya ganábamos al hacer lo que queríamos.
-Van a encontrarse con algo distinto, trabajamos con vinos sin filtrar, porque pensamos que se