Por Florencia Parodi

No solo de Chile y Argentina se nutren las copas de Paraguay. Uruguay, con sus 190 bodegas, está atrayendo cada vez más miradas y posicionándose como un país vinícola con propuestas únicas. Entre ellas, Pizzorno, una bodega familiar que a través de sus vinos ha demostrado que no importa el tamaño de la misma, sino la pasión que la mueve. 

Pizzorno es un emprendimiento ubicado a tan solo 23 kilómetros de Montevideo, casi se podría decir que es “costero”. Produce alrededor de 140.000 botellas al año, con uvas de sus 21 hectáreas de viñedo. De toda su producción, el 65% es para exportación y, actualmente, ha ido consolidándose no solo en la región, sino en el mundo entero por la gran calidad y carácter de sus vinos.

Hablamos con Francisco Pizzorno, export manager de la bodega, y miembro de esta familia amante del vino, quien visitó nuestro país para dar impulso y promocionar sus etiquetas junto al importador Caminos del Vino.

Francisco trabaja en la bodega desde que es adolescente y hoy, a sus 26 años, ya logró insertar sus vinos en los mercados más competitivos, impulsando así también los vinos de todo el país. 

- ¿Cómo inicia la historia de Pizzorno?
- Mi abuelo llegó de Piamonte y comenzó a plantar los primeros viñedos. Por mucho tiempo, mi familia se dedicó a la producción de vino de mesa, de hecho Uruguay es un país en el que la mayoría de las bodegas hacen vino de mesa.En el año 1993 mi papá hace el recambio de la empresa de mi abuelo, empezando a elaborar vinos finos. En el año 1998, mi padre, sin hablar inglés, junto a mi mamá, médica gastroenteróloga, decidió presentarse en la London Wine, y nos convertimos en una de las primeras bodegas uruguayas que vendió en Inglaterra. Gracias a esta incursión en el mercado internacional, nuestros vinos comenzaron a tener una adaptación, pensando no solo en paladares uruguayos sino en el resto del mundo.

- ¿Cómo son los vinos de Pizzorno?
- Si bien mi padre es conservador, para los vinos se la juega bastante. En ellos buscamos siempre la fruta, llegando a hacer grandes reducciones en el rendimiento de los viñedos. Y también que haya una coherencia, que la fruta esté en el vino más básico hasta en el más premium. Y si bien usamos barricas, buscamos el equilibrio. Creo que trazamos, desde Don Próspero hasta Primo, esa línea de coherencia, conseguimos la fruta en cada vino y nuestra misión es que estos nunca demanden un esfuerzo extra para beberlo, que sean simples de beber. 

- Trabajan con 11 variedades de uva, ¿cuáles son las estrellas?
- Si bien Uruguay es el país de la Tannat, nosotros nos hemos embanderado con la Sauvignon Blanc. Trabajamos con el enólogo de Nueva Zelanda, Duncan Killiner, que viene 3 o 4 veces al año a elaborar nuestros Sauvignon Blanc y Pinot Noir.

- ¿Tienen una “filosofía” de trabajo?
- Tenemos un slogan que es “crecer sin perder la esencia”. Con el tiempo empezamos a darnos cuenta de que una de las cosas más valiosas que tiene Pizzorno, es la historia de la familia. Esos pequeños detalles, como por ejemplo que las etiquetas de los vinos Reserva se pongan a mano, es lo que no podemos perder. Creo que hoy en día, las bodegas que elaboran vinos finos deberían tener todas, la tecnología para elaborar vinos de calidad, y eso el consumidor lo percibe. Ahora, lo que hay detrás de esa botella no lo podemos perder, porque cuando compramos un vino compramos cultura, familia, país, historia, relacionamiento. Por eso nosotros buscamos crecer sin perder lo que somos, incluso creciendo en otras unidades de negocio y no tanto en cantidad de producción. Por ejemplo, somos la primera bodega en tener un alojamiento, valorada como número 1 por Tripadvisor.

- ¿Creés que el crecimiento en producción es inversamente proporcional a la calidad?
- No necesariamente, pero tu dimensión marca lo que sos. Hay empresas familiares que son grandes. Pero muchas veces, una baja producción nos da ese margen de maniobra para innovar constantemente, tener mejor precisión en el momento de la cosecha, etc. Pero normalmente coincide que los grandes vinos no siempre son los masivos. 

- ¿Cómo ves el mercado paraguayo?
- Veo un mercado que está recibiendo muchas bodegas, están desembarcando una o dos bodegas nuevas por mes, lo cual es bueno pero también es desafiante, hay que redoblar esfuerzos. Yo estoy muy ilusionado, veo que el vino está dejando de ser solo para algunos. No hay que olvidarse de que Paraguay es el segundo país de Sudamérica que crece más en consumo de vino, después de Colombia. 



EL EXITOSO HERMANO MENOR. Conversamos con Francisco también sobre el desafío de posicionar vinos uruguayos frente a gigantes como Chile y Argentina. Y nos comentó: “Jugamos el partido de hermano menor. Pero si bien somos nuevo mundo, Sudamérica, etc., en clima tenemos una diferencia importante. Argentina y Chile tienen climas más secos, mientras que Uruguay tiene un clima más húmedo, y eso lleva las limitantes en cuanto a los vinos con los cuales podemos competir a nivel internacional”. 

Para él, ambos gigantes del vino sudamericano tienen la posibilidad de hacer grandes vinos, en grandes cantidades, a costos accesibles, mientras que en Uruguay no es posible. “En Uruguay nos es muy difícil competir a nivel precio, porque para elaborar la misma cantidad que Argentina o Chile, debemos invertir mucho más en la producción. Por ejemplo, para elaborar mi Tannat Reserva, mi rendimiento es de 7000 kilos la hectárea. Es por eso que Uruguay compite muy bien en vinos alta gama y en canales HORECA”.



PIZZORNO EN PARAGUAY. Los vinos de Pizzorno ya están en el país gracias al importador Caminos del Vino, en sus líneas Don Próspero, Pizzorno Reserva, y Primo, la línea de alta gama de la bodega. Cada una de estas tiene diferentes propuestas, que incluyen varietales y ensamblajes, en los que la Tannat se luce a sus anchas. 

Si todavía no recorriste Uruguay a través de sus vinos, este el momento ideal y la bodega perfecta. ¡Salud!

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