Por Alejandro Sciscioli

Quienes hacemos Parawine muy rara vez editorializamos nuestros artículos. Pero junto con la llegada de la pandemia de Covid-19 y coincidiendo con un nuevo colapso de la economía argentina, un viejo flagelo va tomando impulso una vez más, ahora con inusitada fuerza y visibilidad: el maldito contrabando ataca de nuevo.

Sí, incluso con las fronteras cerradas se ve una fuerte invasión de productos argentinos de toda clase, incluyendo obviamente la bebida de nuestro afecto. ¿Por qué ocurre esto? Porque en el vecino país nuevamente la moneda local se está depreciando con fuerza frente al dólar, generando un desequilibrio importante en cuanto a los precios a un lado y a otro de la frontera.

Por un lado, el tema de las fronteras cerradas echa por tierra el viejo argumento de quienes justificaban el fenómeno diciendo que se trataba de compradores individuales que iban a Clorinda a buscar “algunas botellitas”. Y al mismo tiempo pone en evidencia a los que están para controlar: o son unos inoperantes (siendo bien pensados) o definitivamente van prendidos con una tajada en el negocio de ingresar productos ilegales al mercado. 

Este problema se notó con fuerza anteriormente con las crisis argentinas de 2002 y 2014, con sendas devaluaciones severas del peso, pero ahora se torna más dramático debido a que los delincuentes publican en redes sociales sus productos ilegales en el formato de “bodegas virtuales”. También circulan alegremente por los grupos de WhatsApp panfletos con el mismo contenido.

¿Podría haber algo que haga más complicado el tema? Sí. Las plataformas de redes sociales parecen ministerios: las publicaciones que ofrecen vino de contrabando son denunciadas una y otra vez, pero los delincuentes se siguen infiltrando aprovechando precisamente el tamaño elefantiásico de Facebook e Instagram, principalmente, que no reaccionan. Pareciera que mostrar un pecho femenino ofende más estas empresas antes que la venta de productos ilegales. Un sinsentido total.

Mientras tanto, abruma ver las opiniones de quienes se escudan en los “precios más económicos” para comprar ilegal. Que Dios no lo permita, pero el día en que se topen en sus respectivas actividades económicas ante competencia ilegal, rápido se podrán a lloriquear buscando algún tipo de ayuda.

Y mientras vivimos anestesiados en este modo Covid, ninguna autoridad hace nada para evitar que el contrabando siga ingresando. En los medios se observan cada vez más quejas y reclamos de los empresarios formales, pero a nivel oficial parece que interesan más las “cicatrizaciones” políticas y poner topes horarios a la venta de bebidas alcohólicas y la circulación de personas, antes que velar por la formalidad y la legalidad.

NO TE CONFUNDAS, EL CONTRABANDO ES UN DELITO. POR LO TANTO, COMPRAR ESA MERCADERÍA ILEGAL TE HACE CÓMPLICE. 

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