Por Alejandro Sciscioli

Recientemente llegó a mi casilla de correo electrónico una comunicación de la Viña Errázuriz en la cual se destacan los excelentes puntajes que en los últimos tiempos fue recibiendo su víno ícono, Don Maximiano Founder’s Reserve, uno de esos productos que uno prueba y se enamora.
Observando el prolijo diseño y las bellas fotografías que acompañaban el comunicado, me vino a la mente una reunión de la que participé a fines de agosto de este año, realizada en el restaurante La Roca, en la cual un pequeño grupo de personas tuvimos el privilegio de ser parte de una cata vertical de este gran vino, de las cosechas 2002, 2005, 2007 y 2008.
Klaus Schroeder, ejecutivo del área comercial de la bodega, fue el encargado de llevar adelante la presentación de la empresa y su riquísima historia, que arranca en el lejano año de 1870.
El primer vino en llegar a las copas fue el Don Maximiano 2002, un estupendo blend de Cabernet Sauvignon (91%) y Syrah (9%) que en nariz presenta mucha fruta roja cocida y mermelada; en boca es maravillosamente sedoso, redondo y elegante, con un gran final.
Luego se tomó el Don Maximiano 2005, con 85% Cabernet Sauvignon, 7% Cabernet Franc, 5% Petit Verdot y 3% Syrah. Bastante más potente que el anterior, en este vino se sienten fruta cocida e interesantes notas herbáceas. Entra muy bien en boca, con muy buen volumen, cuerpo y estructura.
Y hubo más, un 2007 más que interesante con un 82% de Cabernet Sauvignon, 6% de Cabernet Franc, 6% de Petit Verdot y 6% de Syrah. En nariz se presenta muy expresivo, con mucha fruta roja cocida, vainilla y chocolate. Tiene una muy buena entrada en boca; es picantito y muy poderoso, con claros toques minerales.
Todo concluyó con Don Maximiano 2008, compuesto por 84% de Cabernet Sauvignon, 8% de Cabernet Franc, 5% de Petit Verdot y 3% de Syrah. Es especiado y frutal, con un rico equilibrio entre fruta y madera. Su sabor llena toda la boca, mientras que el final es prolongado y placentero.
¿Mi preferido? El 2002, por un simple motivo: era el más redondo de todos. Pero claro, y a no dudarlo, las demás añadas son excelentes productos que también demuestran todo lo que los vinos chilenos de alta gama tienen para ofrecer.
Un verdadero lujo para el mercado local.