Por Daniel Fassardi

El hecho de tener un perfil premeditadamente bajo y de no querer aparecer en las fotos, finalmente, está jugándome a favor. Es que ahora, además de pedirme notas sobre vinos, desde Parawine están solicitándome que salga a comer para dar mi sincera opinión sobre los sitios en los cuales me siento a la mesa.

Entonces, para celebrar el pedido, llamé a mi siempre inseparable S., musa que me inspira a cometer las más adorables locuras gastronómicas, y la invité a cenar a un sitio al siempre volvemos con placer.

Como siempre, pasé por su casa y salió ya lista, muy bien vestida, maquillada y con la cantidad de perfume exacto. Sí, siempre es un gusto compartir con S. la pasión por la mesa.

Y rápidamente llegamos a la calle Denis Roa casi Santa teresa, donde se encuentra Le Sommelier, el restaurante que desde hace varios años enamora mi paladar.

En este caso puntual no podré ahondar mucho en cuanto al menú degustado y sobre mis preferencias cada vez que aparezco por allí, debido a que rápidamente relacionarán el texto con mi rostro.

Pero sí puedo escribir varios párrafos acerca de la carta de cocina y la de vinos.

LA COMIDA. La primera, realmente, no ha cambiado mucho. Algunas salidas y otras pocas entradas de platos son las novedades en cada temporada.

Claro que he probado muchas entradas, carnes (vaca y pato), pastas, risottos y postres. También la fondue de queso los días frescos. Y hasta he aparecido alguna que otra cena maridaje que el anfitrión Oliver Gayet, el famoso propietario y sommelier, organiza con regularidad. La mayoría de las veces el resultado fue óptimo y terminé comiendo de lujo.

La noche del festejo ordené un sencillo un salmón grillado y mi socia optó por un risotto, ambos en su punto exacto. Y no, no llegamos al postre porque Le Sommelier comete el gran “error” de poner a disposición del comensal una panera bien surtida que seduce e invita a seguir probando cada variedad de pan.

LA BEBIDA. De más está decir que en un restaurante que se llame Le Sommelier no puede haber una mala propuesta de vinos. De hecho, sin temor a equivocarme digo que tiene la cava mejor surtida de Asunción.

Otro detalle que me encanta son los precios muy amigables de los vinos en botella y la gran calidad de los vinos por copa que allí se ofrecen. Y claro, la sugerencia de qué vino combina con cada plato es otro gran acierto.

EL SERVICIO. Por su esmerado servicio también se merecen una mención especial Adolfo y Miguel, los mozos que desde hace años acompañan a Oliver, quien no se duerme en los laureles y siempre está en el salón observando los detalles a mejorar, conversando con los clientes y, por supuesto, recomendando los vinos indicados para cada plato y/o bolsillo. No se le escapa nada.

Entonces, redondeando, en este restaurante te encontrarás con una buena cocina, que tiene el sello del chef Julio Fernández, la mano del sommelier en todo lo que respecta a bebidas, una muy buena atención y, la cereza del postre, muy buenos precios.

Para ir una y otra vez, sin dudas.

Un dato adicional: para informes y reservas, el teléfono de contacto es 021 622622.