Por Alejandro Sciscioli

No hace mucho leí que el nombre puede marcar a una persona de por vida y, por ello, es necesario que los padres tengan mucho cuidado en la elección. Los vaivenes de la vida pueden ser más sencillos si el “buen karma” de un nombre acompaña a la persona, se aseguraba en el artículo. La teoría me pareció interesante. Tanto que, pensé, esa premisa puede bien aplicarse a los emprendimientos comerciales y profesionales.
Entonces, al bucear en el origen del nombre del restaurante El Dorado, no sorprende su actual momento de esplendor: “cuando pensé el nombre para el restaurante no se me ocurrió otra cosa, ya que mi idea era sugerir un sitio pleno de abundancia de buena onda, buena cocina y buenos vinos, para que quienes se sienten a nuestra mesa pasen siempre buenos momentos”, explica Rafael Scorza, uno de los cuatro propietarios de este local enclavado en Villa Morra, donde antes funcionaba Els Fanals, y que nació oficialmente el 27 de mayo del año pasado.
“Todo parte de una reunión que tuve con un amigo, José Luis Fontclara, con quien coincidimos en destacar la falta de propuestas a nivel bares en Asunción. Queríamos instalar un bar, pero no encontrábamos un lugar que nos parezca apropiado”, prosigue Rafael, quien también es un conocido diseñador gráfico y publicista.
Un día, José se encontró con su tío, Carlos Fontclara, por entonces dueño de Els Fanals, quien le comenta que estaba a la venta la llave de su restaurante. Cuando vieron la vieja casona que data de finales del siglo XIX, ambos quedaron encantados: ese lugar ubicado en la calle MacArthur al 200 tenía que seguir funcionando como restaurante.
Así, donde antes funcionó Els Fanals, vio la luz El Dorado, que además de Rafael y José Luis tiene como propietarios a Fernando Scorza, hermano del primero, y Juan Pablo Chamorro.
El emprendimiento fue un gran reto para los cuatro, ya que ninguno se dedicó anteriormente de modo profesional a la gastronomía: como ya dijimos, Rafael es especialista en comunicación, mientras que Fernando y José Luis son arquitectos y, Juan Pablo, ingeniero.
Lo único que los vinculaba a la gastronomía era que recientemente Juan Pablo y Fernando se habían graduado en el IGA, aunque su intención no era dedicarse profesionalmente a esa pasión. Fue así que ambos se animaron y elevaron al hobby a otro nivel de importancia en sus vidas.

MANOS A LA OBRA. Los nuevos socios sabían dos cosas: era importante abrir el local con un buen nombre y, también, ofrecer una propuesta diferente a lo que ya había en Asunción. Solucionada la polémica del nombre (a nadie gustó inicialmente “El Dorado”, hasta que Rafael propuso a sus colegas que sugieran algo mejor fundamentado), el paso siguiente fue trabajar con la propuesta estética y la carta.
“Nos dedicamos a tirar nombres de platos e investigar. Y también nos pusimos obstáculos a nosotros mismos: no usar crema de leche en ningún plato, evitar las cantidades excesivas de carbohidratos y no mezclar proteínas con carbohidratos”, resume Rafael.
Tras la apertura, dos platos se transformaron rápidamente en referentes: Tajine de cordero y el Curry de pollo El Dorado, que aún perduran en la carta.
También está claro que el lugar seduce desde lo estético. ¿Puntos a favor? El lugar que hay para estacionar tanto en el frente del local como en las veredas; la bella entrada; el amplio y bien cuidado jardín y el deck de ingreso con fanales; las galerías externas; la muy bien lograda conjunción de iluminación, colores y decoración austera que hay en el interior de la casona; la estupenda araña negra de vidrio que se encuentra en uno de los ambientes; las obras de Félix Toranzos y Javier Medina que engalanan las paredes; y el fabuloso piso, que se mantiene intacto de la construcción inicial, que data del año 1890.

EN LOS PLATOS. La carta no es muy amplia, pero sí completa. El comensal, ni bien se sienta, ya es convidado con grisines y panes, algunos elaborados en casa y otros comprados a Piero Da Re, “que hace unas cosas increíbles”, explica Juan Pablo Chamorro, encargado de la cocina. Y también se sirven diversos tipos de patés, que van variando según el día y también son elaborados en la cocina propia.
Tuve además la posibilidad de degustar muchas opciones de la carta: Carpaccio de pulpo, aderezado con jengibre, naranja, limón, pimienta, sal y aceite de oliva; Camarones al ajillo, salteados en aceite de oliva con ajo, limón y perejil; Berenjenas asadas, con queso, tomate rúcula y salsa de vinagre de vino tinto; Suprema de pollo a la vasca (rellena con morcilla, mostaza y nueces en salsa de Malbec); Solomillo de Cerdo en Croute de especias y salsa de mburucuyá, con puré de batatas y caviar de berenjenas; Decosntrucción del bife del pueblo (nada menos un bife coygua gourmet, hecho con medallones de lomito a la plancha, cebollas salteadas, tomates en rodajas y huevo pochado, todo sobre una base de papa crocante); Volcán de avellanas con helado de crema americana; y Cheesecake de queso Paraguay (con dulce de mamón casero, sobre una base de maní cu’i tostado y granola).

EN LAS COPAS. Pero claro, un detalle que no fue pasado por alto fue la cava, una herencia de Els Fanals “que aceptamos porque es algo bien hecho”, dice Rafael. Se trata de un espacio poco usual: los vinos se ubican en la abertura donde antes había una ventana, que se cerró por fuera con materiales y se adaptó un acondicionador de aire. Y se abre como si fuera una ventana cualquiera. Ingenioso y práctico.
Para los cuatro socios de El Dorado, el vino es un tema muy especial. Entonces dan mucho protagonismo al noble fruto de la vid. Rafael destacó la permanente colaboración de Mariela Castro y Christian Kennedy, importadores que, yendo más allá de su tarea comercial incluso los asesoran con respecto a vinos que ellos no representan, “pero que no deberían faltar en nuestra carta”, agradece Rafael, quien destaca el excelente surtido de vinos Premium de su cava.
¿Los precios? En vinos y comidas, amigables. Sin dudas un sitio para ir en pareja o en grupo.
Reiteramos los datos de El Dorado: MacArthur 231 entre Quesada y Eulogio Estigarribia; informes y reservas al (021) 665 165. Horario de atención: de martes a domingo por la noche.