Por Rubén Ibáñez

Incontenible pasión, mucho de espíritu aventurero y, seguramente, algo de sana locura fueron  los motivos que llevaron a Silvia Huguet para aventurarse a Paraguay. El inicio de esta historia con miles de kilómetros en gran medida tiene su origen en la profunda crisis que afecta la economía de algunos países europeos. Y Silvia, españolísima, eligió jugarse y cruzó todo el Atlántico para llegar al Nuevo Mundo.
Dejó atrás a su Tarragona su ciudad natal, donde en el 2011 tuvo que cerrar “La Fonda Emilio”, el negocio familiar que cumplía nada más y nada menos que 111 años y que era una gran referencia en la guía Michellin. A pesar de todo, en la cabeza de Silvia no cabía  otra cosa: era salir o salir a buscar nuevos horizontes, y fue así que echó ojo al mapamundi y vio posibilidades en vez de obstáculos en el país de la tierra colorada, y se lanzó de llenó hacia estas aguas, acompañada por su marido, también sommelier y apasionado por el buen vino.

NUEVOS DESAFÍOS. Bibi, como llaman a Silvia sus amigos, nació en Tarragona, ciudad que queda al sur de Cataluña y se encuentra aproximadamente a 120 kilómetros de Barcelona y a unos pocos kilómetros de las maravillosas playas del Mediterráneo. Por años se dedicó a trabajar en  el restaurante de su familia, pues nació y se crió en ese ambiente.
Por ello no es ninguna casualidad su afición a los buenos vinos y a la buena mesa. Su formación en hostelería y sommelierie definitivamente le ayudaron a comprender a fondo lo que amaba y lo que había elegido como profesión.
Pero el año pasado tomó la difícil decisión de salir de su país dejando, triste por lo que dejaba atrás aunque consciente de que le esperaba mucho más por delante. Los desafíos no iban a ser mínimos, pero Silvia, que asegura no tener problemas para adaptarse, llegó hasta San Pablo, Brasil. Muchos amigos esperaban allí al matrimonio vinero.

FUTURO ALENTADOR. Quien conoce esa ciudad brasileña sabe que es realmente fascinante: hay cultura, mucho movimiento turístico y ofrece una amplia variedad gastronómica. Las cosas estaban resultando, pero muy lentamente, dijo Silvia. Pero pronto surgieron otras propuestas.
Si algo había cultivado Silvia durante años, son los buenos amigos. Y a través de ellos surgió la idea de venir a Paraguay. “Estaba conversando con ellos y me dijeron ‘pero por qué no venís a Paraguay que es un paraíso’”. Silvia sabía que algo de cierto había en lo que le decían sus amigos, puesto que ya conocía nuestro país debido a que unos años atrás había venido de vacaciones.
En ese tiempo también analizó si iba a Argentina o Chile, porque ambos países se presentan como una gran referencia en cuanto al notable desarrollo de la cultura vitivinícola. Pero entonces razonó y decidió que Paraguay sería un destino ideal ¿Por qué? Sencillo: es un país que está creciendo en este ámbito y cada vez hay más gente que se interesa en el vino. Hay gente preparada trabajando, pero el aporte y la colaboración iba a ser esencial para que todo  crezca a un más, señaló.
Así fue que en abril de este año preparó sus maletas y vino a quedarse en nuestro país. Aquí se encontró definitivamente con algo diferente, desde la gente que la acogió maravillosamente hasta la diversa oferta de productos del que dice estar aprendiendo un poco más cada día.

CASUALIDAD O CAUSALIDAD. No pasó mucho tiempo para que a Silvia y a su marido les surgieran las oportunidades. Parecería que fue casual, pero en realidad es algo que supo aprovecharlo porque contaba con la idoneidad suficiente para moverse en este ambiente. El hotel Sheraton de Asunción había organizado un evento gastronómico sobre cocina Vasca, allí se hizo unos contactos y Silvia fue trabajar en el festival para asesorar una marca de vino  “Cousiño Macul”, que representa la empresa AJ, para la cual trabaja actualmente la profesional.
Hoy, Silvia se desenvuelve como sommelier y se ocupa de la preparación de cursos de capacitación para empleados de la firma, así como también para personal de hoteles y restaurantes.
La labor es, básicamente, de comunicación: los ejes se mueven sobre la importancia de la cata, cómo probar bien un vino, cómo apreciarlo, y también incluye la parte de comercialización de la bebida con respecto al tipo de consumidores.

- ¿Qué te imaginabas encontrar en cuanto a productos vinícolas en Paraguay?
- Esperaba que haya más vinos europeos, pero en verdad me alegra que haya más etiquetas del Cono Sur, porque eso me da la oportunidad de conocer más profundamente de estas botellas. Estoy sorprendida de la calidad, obviamente tengo que estudiar a fondo sobre los productos chilenos y argentinos, porque son los que básicamente se venden acá. Aquí se consume mucho por la cepa. En España por ejemplo, pedís una botella por denominación de origen. Eso al principio me mareó un poco.

- Con tanta información, ¿la gente se vuelve más exigente?
- Sí, cuanta más información se tenga mejor se va a tratar a los productos, sea vino o espumante. Creo que por acá se bebe más espumantes en época de fiestas o celebraciones, pero es algo que se puede consumir durante todo el año. Además tiene muy buenos maridajes, es ideal para aperitivos, se puede acompañar con pasta y con carnes no muy potentes. Si por ahí a alguien le gusta el Malbec tal vez ya no lo cambia, pero algo ocurre si vas probando cosas diferentes. A veces uno pide siempre lo mismo por falta de información, porque no conoce de otra variedad.

- ¿Qué es lo básico que debe manejar un inexperto para disfrutar más del vino?
- De lo único que debe preocuparse una persona es de disfrutar ese vino que compró. Porque uno puede conocer mucho, pero a lo mejor cuando pruebe esa botella no le gusta. Creo que es mejor que no sepas nada del producto, simplemente que lo lleves adelante, lo pongas en una copa y dejarse llevar por lo que te hace sentir. El vino tiene así como dos partes, la parte profesional y otra del disfrute; uno cuando compra una botella de vino no lo lleva para catar, la adquiere para beberse con las comidas y para compartirlo con los amigos fuera de que sea de alta gama o media.

VINOS DEL NUEVO MUNDO. Le consultamos Silvia, según su experiencia, cómo están parados los vinos de esta parte del mundo en comparación con las etiquetas europeas. Bibi dijo que los vinos sudamericanos gozan de muy buen nivel.
“En Europa todo es más chiquito, aunque se tenga de todo. En cambio los países productores de América presentan variedad de suelos muy diversos, al igual que de clima donde se puede adaptar y producir lo que se quiere”, dijo la sommelier.
“Yo pensaba que la mejor Pinot Noir del mundo era la de Borgoña, obviamente que es una de las mejores del mundo. Luego había probado una Pinot Noir de España y no me gustó mucho y después probé una de Oregon y quedé encantada”, destacó.
Bibi dijo que algo parecido le ocurrió aquí, en el sentido de que la variedad  Cabernet Sauvignon de Argentina y Chile es mucho más bebible de la que se produce en Burdeos. “¿Por qué? La razón es simple, porque aquí se puede vendimiar, vinificar y embotellar esta cepa y bebérselo enseguida. En Burdeos se debe esperar 10 años para que el tanino este más bebible, eso se da mucho por la influencia del clima. La gente no quiere esperar tanto para disfrutar su vino. Acá se hace un buen producto y ya se puede tomar en poco tiempo. Las cosas hay que consumirlas cuando a uno le apetezca”, señaló.

+ SOBRE BIBI:
- Tiene 45 años.
- Trabaja hace más de 22 años en el área de los vinos.
- Se certificó como sommelier en la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona, España).
- Hizo el diplomado en Hostelería en la Escuela Superior de Hostelería de Barcelona.
- Trabajó en el restaurante “La Fonda Emilio”, fue directora, maitre y sommelier.
- También se desempeñó como camarera y asesora de vinos en el hotel restaurante Le Savoyard, en Bourg-Saint-Maurice, Francia.
- Igualmente en el Hotel Le Grand Bec de ese país.