Por Luis Fioretti

Por lo general, quienes hicieron grandes cosa por su país son reconocidos en los libros de historia como “próceres”. En este caso, el artículo es periodístico, pues el eminente enólogo del que hablaré no forma parte de la historia lejana, sino que es protagonista de los hechos recientes y actuales que sin duda destacarán en la historia del vino chileno. Sí, puede sonar exagerado el título, pero tras recorrer las siguientes líneas sobre Eduardo Chadwick, el adjetivo no queda grande.
Conocí a Eduardo gracias a la que quizás sea la más importante publicación europea de vinos, la teutona “Meininger´s”, que le dedicó una entrevista de varias páginas recientemente. En las mismas se muestra el perfil de los hombres que más pujó por la expansión vitivinícola de Chile durante las últimas décadas. Sus visiones sobre el desarrollo de marcas, como ser pionero en campos que hacen del vino chileno protagonista del boom mundial de nuestra querida bebida espirituosa, han sido claves.
Su apellido desembarca en Chile hacia 1820, cuando su ancestro Thomas Chadwick arriba desde Inglaterra. Nacido en 1969, Eduardo creció en una familia dedicada a la vid desde 1870. Durante su vida dio pasos decisivos en pro del vino: introdujo el Shiraz, defendió el Carmenere, fue pionero en el valle de Casablanca, y juntando fuerzas con Robert Mondavi, el hombre a quien se considera responsable de haber sido el responsable del boom mundial de los vinos de California, crea en 1995 “Seña”, el primer vino ícono de Chile.
Hoy, los viñedos a su cargo son conocidos a nivel mundial, con sitiales dignos de los más reconocidos terroirs mundiales. Esto gracias a la visión de Eduardo sobre la necesidad de reconocimiento que el vino chileno tenía frente a la poca voluntad de los críticos europeos hacia el mismo.
Así, su estrategia fue educar a estos críticos acerca del vino de los valles de Aconcagua y Maipo, comparándolos con los de regiones del mundo como Bordeux y Toscana. El primer paso quedó en la historia universal del vino, con un seminario que organizó en enero de 2004, en Berlín, acompañado de una cata a ciegas, para evitar prejuicios. El resultado de dicha cata dejó a los vinos chilenos arriba de los máximos terroirs europeos antes mencionados.
Desde entonces, el evento se ha repetido en más de una docena de oportunidades en las principales capitales del mundo.

GRAN CALIDAD Y SIN UNA CEPA INSIGNIA. Según Eduardo, Chile no destaca tanto por una cepa emblemática, como sí por ofrecer una gran calidad sobre grandes cepas. “Nuestro Cabernet Sauvignon es históricamente reconocido como de clase mundial”, asegura. Asimismo, el Sauvignon Blanc desarrollado en clima fresco está recibiendo gran reconocimiento. El Carmenere juega un rol importante para Chile, dando algo único a su industria, siendo quizás el mejor lugar del mundo para cultivarlo con calidad: “tenemos valles interiores cuya extensión, calor, luminosidad y sequedad en la estación de cultivo son las llaves climáticas para lograr un vino maduro de alta calidad de esta variedad”.
Sin embargo, recuerda que el Carmene es reconocido como una variedad distinta del Merlot hace solo 15 años, aceptando que hay muchos desafíos para identificar y convertir los terroirs adecuados donde debería cultivarse, conforme a una industria de calidad. No hay dudas que el Carmenere, con su alta calidad de expresión, puede rivalizar con los mejores vinos del mundo, y así lo ha probado en una cata a ciegas en mayo de 2010 en la ciudad de New York, “donde nuestro Carmenere KAI quedó primero, compitiendo frente a vinos de clase mundial provenientes de Bordeux, Toscana y Napa. Por estas cosas creo que su contribución es más relevante hoy en el segmento de vinos finos para el conocedor”.
Sumados a los pilares mencionados, Chile desarrolla al Shiraz, Pinot Noir y Chardonnay de clima fresco con alta calidad.
Respecto al terremoto de 2010, Eduardo cuenta que el evento arruinó aproximadamente el 15% de esa cosecha. Esto sumado a una disminución del 10% en la siguiente, provocó una gran presión sobre el stock disponible, incrementando precios. “En nuestro caso, la Viña Errázuriz, nos hemos recuperado completamente. Ayudamos a los trabajadores de la viña, reparamos nuestra infraestructura dañada y logramos una vendimia 2011 de excepcional calidad”.
Todo vale cuando de promoción se trata. Luego del terremoto, Eduardo afirma que la recordada historia de los 33 mineros atrapados por un derrumbe ayudó a la economía chilena en general y al vino en particular, al situar al país en la mente de todo el mundo con aquella epopeya exitosa, testimonio de la voluntad chilena por salir adelante.
Chile es un paraíso de la viticultura. Quizás posea las condiciones vitivinícolas más sostenibles del mundo, y quiere obtener la máxima ventaja de ello. “En Errázuriz estamos comprometidos con la excelencia y la sostenibilidad en la vitivinicultura, usando recursos energéticos ecológicos limpios y mejorando nuestra responsabilidad social en todo lo que hacemos”. Esta es su visión y el pilar para el futuro desarrollo de las etiquetas de la Viña.
Por otra parte, considera que promover el concepto de regionalidad para Chile es muy importante, pues desarrolla el prestigio y relevancia de los terroirs para el consumidor y los críticos que marcan tendencia, esos que dan imagen y credibilidad a una región o país destacado por el vino. Eduardo afirma que hoy día es el camino que se desarrolla en Chile.
Opina que Chile no tiene grandes problemas con el cambio climático. Su clima seco durante el verano-otoño y lluvioso en invierno, no es obstáculo con la cordillera de los Andes dando las reservas de agua necesarias en combinación con las nevadas de invierno. El agua fluye naturalmente desde la cordillera al mar a través de ríos. “No tenemos problemas respecto al agua en el futuro, y tenemos todo el potencial para hacer reservorios adicionales si fuese necesario”. Y si debido al cambio climático la temperatura crece, Chile tiene todo para mejorar sus desarrollos en viñedos costeros y hacia el sur del país.
Respecto a los precios chilenos, los de los últimos años han escalado, especialmente tras el terremoto y la siguiente disminución de la cosecha en 2011, recuerda Chadwick. El precio de la tierra también se ha incrementado en las últimas décadas, desde que se ha convertido en un limitado recurso “dada nuestra delgada y montañosa tierra”.
Dada la coyuntura actual de mejores salarios y tipos de cambios favorables para la moneda chilena, podría pensarse ver al país como una fuente sustentable de vino barato, pero nada más ajeno, según Eduardo. “No creo que Chile sea sustentable para vinos baratos. Las bodegas que sigan esta estrategia nunca buscan sostenibilidad, ni un retorno interesante, sin importar el nivel,  aunque este punto de vista quizás no sea compartido por todos en nuestra industria”.

LAS VIÑAS DE EDUARDO. Nuestro protagonista administra 4 diferentes bodegas. Una es Viña Errázuriz, que representa sus raíces vitivinícolas, remontadas al 1870, cuando es fundada por Don Maximiano Errázuriz, 5 generaciones antecesoras a Eduardo. Su enfoque está en desarrollar la etiqueta “Max Reserva”, logro de los mejores terroirs de los valles de Aconcagua y Maipo.
También Viña Caliterra, ubicadada en el valle de Colchagua. Se dedicada a “Tributo”, cuyo desarrollo sustentable se basa en ser un vino ecológico y orgánico.
El tercer proyecto es viña Arboleda, el vino boutique personal de nivel súper premium de Eduardo. Su esencia procede de dos valles sustentables de clima fresco ubicados en “Aconcagua Costa”, una nueva denominación de origen dentro del valle de Aconcagua.
Finalmente, Viña Seña es el emprendimiento compartido con Robert Mondavi. “Desde 2004, cuando la familia de Robert lamentablemente perdió el contro de su bodega, Seña ha estado el 100% en mis manos”, recuerda Eduardo. Hoy recive gran reconocimiento de la crítica y logra igual éxito en el mundo.
En total, actualmente el conjunto de los viñedos a su cargo se extienden unas 1.300 hectáreas entre los valles de Aconcagua, Casablanca, Colchagua y Curicó, siendo autosuficiente para sus vinos premium. “Cada una de nuestras bodegas y marcas representan un segmento y valor de posicionamiento desde el punto de vista del marketing”. Además posee contratos con viticultores, quienes desarrollan sus viñedos de acuerdo a los consejos de Eduardo.
Para él, una llave del éxito reside en desarrollar los viñedos adecuados en los terroirs idóneos. Mas la clave siempre ha sido educar sobre lo que hace único a su vino y lo que hacen para ello. “Lo hacemos a través de diferentes medios, como seminarios, catas para mostrar nuestras novedades y catas verticales para mostrar nuestro potencial de guarda. Además fomentamos visitar nuestros viñedos y bodegas, donde nos enorgullecemos de intentar ser los mejores anfitriones para el mundo de los amantes del vino”.
También considera muy importante la comunicación con los amantes del vino a través de las redes sociales. “Lo hacemos a través de nuestra fanpage de Facebook; Francisco Beattig, nuestro enólogo, es un fanático de Twitter; además tenemos gran cantidad de nuestras actividades expuestas en YouTube. Estos son los más modernos e influyentes medios de comunicación y queremos sacarles provecho”.

LOS MERCADOS MUNDIALES. Desde la década del 90, el vino chileno se ha diversificado y elevado en calidad. Hoy exporta más del 70% de su producción a más de 100 mercados mundiales. Entre estos, el Reino Unido fue un vector importante en el éxito del vino chileno durante aquellos años. Pero su situación actual preocupa a Eduardo, que lo ve dominado por las tiendas minoristas de ofertas-descuentos. “De continuar esta situación, sería triste ver la eventual pérdida de su atractivo como mercado destino para vinos finos”.
Respecto al mercado Alemán y Suizo, ellos aprecian mucho los vinos top ultra premium de Chadwick, Seña y Don Maximiano, claves de siempre en Viña Errázuriz.
Aunque el mercado  de EEUU recién se recupera de su recesión, las bodegas de Eduardo disfrutan de un buen crecimiento en el mismo, en especial “con nuestro vino súper premium Errázuriz Single Vineyards, nuestro foco”. Esto se debe al gran trabajo de su agente en ese mercado, “Vintus”, “encabezado por el talentoso Michael Quinttus”. Respecto a Seña y Arboleda, acaba de anunciar un acuerdo con un nuevo distribuidor, Dourthe USA.
También ve un buen potencial para los mercados de Europa del Este. “Asia es uno de nuestros principales focos y prioridad para el futuro de la compañía”. Es el principal desafío actual para  sus marcas y en el esfuerzo de establecer una sólida red de trabajo, como la desarrollada en occidente.
Entre los vecinos, Brasil es el principal mercado, estando a la cabeza de sus prioridades. Brasil es un mercado que parecia mucho el vino chileno, “donde encabezamos el mercado frente a nuestros competidores de todo el mundo”.