Por Alejandro Sciscioli
Hay pocos personajes en la escena latinoamericana del vino tan sabrosos como don Ricardo Santos. Locuaz, simpático y pícaro, siempre se las ingenia para comunicar correctamente los conceptos que se propone. Y lo mejor de todo es que, teniendo en cuenta la cercanía geográfica y la amistad que lo une con el importador local, al menos dos veces al año llega a Paraguay para dejar divertidas anécdotas, botellas autografiadas y, también, buen vino.
“La excusa” para su última visita fue la presentación en sociedad al mercado local de la línea completa de vinos que elabora la Bodega Cuchillas de Lunlunta, el nombre comercial de la empresa que dirige este bodeguero que a pesar de sus canas, el hablar cansino y el inseparable bastón que lo acompaña a todas partes tiene una vitalidad envidiable. Aunque, claro, sus vinos llevan su nombre y su impronta: Ricardo Santos.
El encuentro al que me tocó asistir, realizado para invitados especiales, tuvo lugar en el restaurante Le Sommelier, algo lógico si tenemos en cuenta que Oliver Gayet, propietario del local gastronómico, es también socio de Decanter Vinos Boutique, la firma que representa y comercializa localmente a la bodega argentina.
Aunque durante la noche previa y en la posterior a la velada que aquí narro hubo sendas cenas maridaje en los restaurantes San Pietro y La Cabrera.
Fue un placer escuchar a don Ricardo comentar todos los detalles relacionados con los primeros dos vinos que llegaron a las copas: El Semillón de Ricardo Santos 2014 (que es presentado como una selección, ya que las uvas con las que este producto se elabora provienen de la finca de un amigo del bodeguero) y Trampa, un vino al cual le dedicamos un artículo completo en el 2014.
El Semillón, como cada vez que lo pruebo, me resultó fragante en nariz y fresco en boca, con cierta untuosidad pero para nada empalagoso. Trampa, por su parte, me alegró la noche: al ser una “solución ruborizada” de vino rosado de Malbec al que se le añade Semillón, de ninguna manera podía decepcionarme. Y de hecho, no lo hizo: frutado en nariz y muy fresco en boca, se presenta como un vino ideal para enfrentar nuestro clima cada vez más tórrido. Y también me pareció muy femenino. Creo que sí o sí debería estar en tu copa.
La primera parte de la velada transcurrió en el patio del restaurante. Pero cuando llegó el momento de los tintos fuimos invitados a pasar a uno de los salones. Así llegaron el siempre excelente Malbec de Ricardo Santos 2013, El Cabernet de Ricardo Santos 2014 (también presentado como una selección) y un vino que definitivamente quedará en mi top ten del año, El Gran Malbec de Ricardo Santos 2009.
Sobre El Malbec puedo decir que se trata de un vino que entrega exactamente lo que promete, teniendo en cuenta los pergaminos que lo preceden: fruta, elegancia, frescura y sedosidad. El Cabernet me dejó un tanto descolocado, porque es diferente a lo que estamos acostumbrados: me gustó mucho, realmente.
Y bueno, con el Gran Malbec confirmé todas las impresiones que tuve durante la última Expo Vino, en la cual probé este gran hijo vitivinícola de Mendoza: a pesar de su edad sigue ofreciendo en nariz mucha fruta fresca y seductoras notas a roble, más cacao, vainilla y café, mientras que en boca resulta potente y fresco, con taninos robustos que se disipan para dar paso a un largo, rico y jugoso final.
¿El menú? Una esmerada selección de finger foods elaborada por el chef ejecutivo de la casa, Eduardo Renault.
Vale aclarar que solamente El Malbec y El Semillón estaban presentes en el mercado local. Pero con la llegada de Trampa, El Cabernet y El Gran Malbec se completa íntegramente el portfolio de productos elaborados por este visionario del vino argentino.
En suma, una vez más Ricardo Santos estuvo en Asunción y eso, de por sí, es noticia.
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