Por Alejandro Sciscioli

Siempre es una experiencia maravillosa pasar buenas veladas entre amigos. Por ello, la noche que el pasado jueves 8 de mayo presentó como protagonista al vino argentino Gauchezco, tuvo ribetes muy placenteros debido a las maravillosas personas con las que nos encontramos sentados a la mesa, más el vino y la comida, en ese orden.

Llegamos al restaurante Le Sommelier una hora antes de que arranque el encuentro, debido a que teníamos pactada una entrevista con el enólogo de la bodega, Mauricio Vegetti, un gran profesional del vino y persona excepcional con quien conversamos un larguísimo rato como si nos hubiésemos conocido desde años atrás.

El reportaje, no obstante, será publicado en otra entrega, ya que de la charla hay pasajes muy interesantes para destacar. En este capítulo me concentraré en contar qué llegó a las copas y a los platos.

Como habitualmente ocurre en los encuentros que se realizan en este restaurante, el sommelier y dueño de casa, Oliver Gayet, pensó los maridajes, mientras que el trabajo de realización estuvo a cargo del chef ejecutivo Julio Fernández.

La entrada constó de unas muy buenas “Empanadas de camarones y queso”, que acompañaron a la perfección al Gauchezco Clásico Torrontés 2013, un vino que enamora por su gran equilibrio y elegancia: con una nariz floral y frutal en su punto justo, más recuerdos a miel y frutas cítricas, en boca regala una muy fresca acidez y un final delicioso del que salen notas retronasales con recuerdos a piña en compota. ¿El maridaje? Exacto.

Luego, para acompañar al Gauchezco Plata 2009, llegaron unas “Brochettes de entre costilla con sal marina”. Repito lo que escribí sobre este vino en agosto del año pasado: “a la vista enamora con su color profundo y gran brillo. En nariz aparece mucha fruta roja fresca, un toque de licor de casis, una nota floral, ciruela, mermelada, chocolate y ese dejo animal tan típico del buen Malbec. En Boca es equilibrado, con un leve dulzor a la entrada, taninos redondos, buena acidez y un retrogusto que recuerda al chocolate”.

En tercer término tuvimos la oportunidad de acompañar un “Lomo de cordero en hojaldre y finas hierbas” con las cosechas 2008 y 2009 del Gauchezco Oro, ícono de la bodega. Fue una muy interesante esta mini cata vertical, ya que pudimos realizar la comparación de una añada a la otra.

Ambos vinos tienen en común un maravilloso color rojo rubí profundo y muy brillante y, en nariz, son complejos. El más veterano (2008) obsequia más notas a fruta roja madura, uva y ciruela pasa, más deliciosos recuerdos a chocolate y caramelo de café. Entra en boca con personalidad y la saluda con suavidad, redondez y volumen, mientras su final es muy largo y agradable.

Su hermano menor (2009) es un tanto más brioso, con notas que recuerdan más a la fruta fresca, más algunos toques a especias y a mentol. En boca se perciben más la acidez y la presencia de taninos que de ningún modo molestan. Se despide también largamente.

La despedida llegó de la mano de una “Mousse de espumante Gauchezo y frutos rojos”, con un Gauchezco Extra Brut elaborado íntegramente de Pinot Noir. Posee un color muy bello, tono salón, y sus burbujas son finas y persistentes. En nariz ofrece notas cítricas, a fruta seca y masa de pan, mientras que en boca obsequia excelentes frescor, vivacidad y acidez. Realmente muy bueno.

Nos retiramos muy contentos por lo disfrutado y agradecidos con García Hermanos, la importadora que trae al país esta marca, por habernos permitido ser parte de una velada excepcional.