Por Alejandro Sciscioli

En la crónica publicada con motivo del arranque de la edición 2016 de la Expo Vino Paraguay decíamos que el éxito del evento crece sin pausa. Pero de acuerdo con lo visto y vivido anoche en la jornada de cierre, no caben dudas de que en el balance general del encuentro vinero más importante del país no debe eludirse la frase “suceso arrollador”.

Es que fue realmente increíble ver a la enorme cantidad de gente que colmó las instalaciones del Centro de Eventos Talleyrand Costanera aprendiendo, disfrutando y compartiendo socialmente de la bebida que nos une y nos reúne.

Como muestra, basta un botón. En cierto momento me crucé con uno de los organizadores, quien con una amplia sonrisa, confiesa: “sold out, sobrepasadas todas las expectativas, pero vamos a tener que habilitar 150 entradas más porque hay mucha en camino aún”.

Al momento de escribir estas líneas, las cifras finales no habían sido definidas, aunque a todas luces el excelente encuentro de 2015 fue ampliamente superado en esta edición. Todo estuvo perfecto y ningún detalle fue descuidado. La gama de vinos que fueron llegando a las copas también creció. ¡Y el público responsablemente colaboró para que la fiesta se completara!



CIERRE CON TODO EL VINO EN LAS COPAS. Tras la muy interesante ronda realizada en la primera jornada, buscando vinos que me sorprendan, el desafío para la segunda fue emular de algún modo lo del día anterior antes de que el grueso de público ingresara.

Por ello, rápidamente fui recorriendo los tablones intentando, sin desesperarme, conocer cada vino desde el mejor sitio posible: en la boca.

A diferencia del día interior, intenté que el orden cata no fuese tan ecléctico. Como se verá, los vinos que fueron llegando a las copas estuvieron todos, como mínimo, a la altura de las expectativas.

Así, primeramente reconfirmé que un viejo amigo, Beringer Private Reserve Chardonnay 2012, es un blanco que tiene mucho que decir tanto en nariz como boca: intensidad en nariz y boca, cuerpo, volumen y buenísima acidez lo hacen irresistible.

Luego me di un gusto con tres bancos muy interesantes: llegaron a mi copa el frutado y muy fácil de beber Piccini Pinot Grigio 2014, Viña Aresti Trisquel Sauvignon Blanc 2014 (muy intenso en nariz y maravillosamente fresco en boca, un verdadero “best value”) y el riquísimo Viña Aresti Trisquel Gewürztraminer 2014.

El primer tinto fue un bombazo de fruta y frescor, Robert Mondavi Pinot Noir 2012. Y, luego, ya pasé a los vinos más complejos.

Probé la cosecha 2013 del vino riojano argentino Nina Gran Malbec 2013 y confirmé todo lo bueno que había percibido en las añadas anteriores. Reincidí ante mi querido Viña Emiliana Ge 2012, un ensamblaje que lleva 47% Carmenere, 38% Syrah y 15% Cabernet Sauvignon que es el ícono de la bodega; complejo en nariz y con buen cuerpo, volumen y estructura en boca (donde se destaca por su placentero y largo final). Y me rendí ante el siempre maravilloso y complejo Viña Concha y Toro Terrunyo Cabernet Sauvignon 2008, de larguísimo final con retrogustos a licor de chocolate.



Quedé especialmente admirado ante Trapiche Manos 2004, ya que a pesar de su edad tenía todavía un color profundo sin las típicas notas tejas, mientras que en boca aún era de taninos potentes y una muy buena acidez. Si ahora me encantó, ¡no quiero siquiera imaginar el placer que dará beberlo en dos o tres años más!

De Viña Errazuriz Kai Carmenere 2011 y La Cumbre Syrah 2006 hay mucho para decir y poco espacio para desarrollarlo. Simplemente dos vinazos de gran complejidad, cuerpo, estructura y equilibrio. Si hay presupuesto suficiente no pueden faltar en las copas.

Al probar el Robert Mondavi Napa Valley Cabernet Sauvignon 2012 me transporté nuevamente al bello paisaje californiano que recientemente visitamos con el Wine Lovers Tour. Se puede resumir en dos palabras: puro equilibrio.

Volví al terruño argentino al probar el maravilloso Malbec Familia Zuccardi Piedra Infinita 2012 y el complejo Luigi Bosca Icono 2009, ambos de larguísimo final.

Luego crucé los Andes, copa en mano, para degustar los chilenos Casa Donoso Cachos de Oro 2011, ensamblaje mitad Carmenere y mitad Cabernet Sauvignon, complejo en nariz y muy jugoso en boca; Viña Santa Alicia Anke 2013, muy interesante e intenso blend de Carmenere, Petit Verdot y Syrah; Viña Cousiño Macul Lota 2010, tan maravilloso, intenso y complejo como siempre; y Viñedo Chadwick 2011 (tanto me gustó la noche anterior que decidí reincidir con él).

Retorné otra vez a Argentina para degustar al intenso y encorpado Norton Privada 2013, que tan bien me fue explicado por la experta Thelma Red, más las novedades Achával Ferrer Quimera 2012 y Achával Ferrer Finca Altamira 2013.

Para el final me di dos gustos. Primero, Piccini Brunello di Montalcino Riserva 2008 me dio el toque europeo que no tuve en la copa durante la noche y, luego, disfruté del novedoso Ernesto Catena Padrillos Malbec 2014, un vino franco y sin complicaciones, ideal para lo que decidí hacer para cerrar la noche: tomar un vino rico, charlando con amigos, con la satisfacción del deber cumplido. ¿El broche de oro? El Gran Malbec de Ricardo Santos, otro imperdible.



En el párrafo final solamente me resta felicitar a la Cámara de Proveedores de Bienes, Servicios y Afines (CAPRO) por el súper éxito de esta edición 2016 y a los equipos de In Vino Veritas y Agrupando Ideas, responsables de la tarea ejecutiva, por la aceitada organización. 

La vara quedó muy alta para el 2017. ¡Veremos con qué sorpresas nos aguardan para la próxima edición de la Expo Vino Paraguay!

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