Por Florencia Parodi

Recientemente, en el grupo de socios de In Vino Veritas Club Privado (así como en sus distintas cuentas de redes sociales) se publicó un flyer en el cual se mencionaban varios de los mitos que circula en torno al vino. Tras la consulta de rigor con los responsables del club, recogimos el guante y nos dispusimos a profundizar el contenido con respecto a este tema.

El mundo del vino, al ser tan amplio, tan vivo y dinámico, tiene varios mitos merodeando las copas. Y aunque pase el tiempo y cada vez tengamos más información a mano, muchos eligen seguir pensando que algunos son verdades y que algunas verdades, en realidad, son mitos. 

Elegimos 7 de ellos, de esos que escuchamos muchísimo, en cada cata y ante cada copa, para contarles qué de verdad hay en cada uno. ¿Preparados? 

CUANTO MÁS CARO, MEJOR SERÁ. Uno de los mitos más repetidos. ¿Hay algo de verdad? El vino, como todo producto, tiene un costo de producción y de comercialización, así como una marca con su propio posicionamiento. Los vinos más costosos son los que normalmente se elaboran con uvas de las mejores parcelas de viñedos, de bajos rendimientos (se saca poca uva, se elaboran menos botellas) que luego en bodega reciben el máximo cuidado, con crianzas en barricas nuevas, periodos de estiba extendidos, entre otros factores. Todo esto requiere una inversión importante de la bodega y al salir a la góndola, esta inversión, sumada al posicionamiento de la marca, elevan los costos para el consumidor final y el vino resultante, probablemente será muy bueno. 

Pero eso no significa que los vinos más accesibles sean de menor calidad. Hay en el mercado excelentes etiquetas de muy buena relación precio-calidad, que a veces incluso, superan a vinos de gamas más altas. ¿Qué comprar entonces? Mucho, muchísimo, depende del gusto personal de cada uno y de la “sensibilidad” que tengamos para apreciar un vino de los más onerosos, como por ejemplo, un Grand Cru de Burdeos. En definitiva, un buen vino es el que nos gusta y está muy bien animarse a probar nuevas etiquetas, pero sin sentirse en la obligación de gastar de más para hacer una buena compra. 

SE BEBE A TEMPERATURA AMBIENTE. ¡Claro! Si vivís en Suiza te aseguro que será una sabia decisión. Pero vivimos en Paraguay y a temperatura ambiente el vino se sentirá muy alcohólico. La recomendación es que los tintos intensos estén a unos 16-18 grados, los blancos más ligeros a unos 8 grados, los tintos ligeros pueden estar a menos de 16 grados y los espumantes a unos 7 grados. Para esto, si lo tenés guardado a temperatura ambiente, te recomendamos que lo metas en una frapera o champañera durante unos minutos con agua y hielo o, podés llevarlo a la heladera un rato más largo para que vaya aclimatándose. ¡Ojo! Si el vino está muy frío no vamos a sentirle muchos aromas y sabores, así que hay que encontrarle esa temperatura media. 

DESCORCHAR MEDIA HORA ANTES (O UNA HORA) PARA QUE “RESPIRE”. Sí, dejar que el vino entre en contacto con el oxígeno es positivo, sobre todo si son vinos que llevan años embotellados. Lo que pasa es que abrirlo un tiempo antes y dejarlo sin el corcho no es suficiente, ya que la abertura de la botella es muy pequeña como para que haga un efecto notable. Lo ideal sería trasvasarlo a un recipiente como un decantador o bien servirlo en la copa e ir dejando que el oxígeno haga su magia desde allí. 

MEJORAN CON EL TIEMPO (CUANTO MÁS VIEJOS, MEJOR). Algunos sí. Algunos no. ¿Cuáles sí? Los vinos más complejos, que necesitan del tiempo para madurar, suavizar sus aristas, generalmente son los vinos un poco más costosos, que tienen buen nivel de alcohol, de taninos, de acidez como para no solo “aguantar” la guarda, sino también para mejorar con ella. Sin embargo, esos vinos que compramos para el día a día, no necesariamente mejoran con el tiempo, sino por el contrario, corremos el riesgo de que se estropeen, sobre todo si no están guardados en un lugar apropiado. Entonces, de que hay vinos que mejoran con el tiempo sí. De que son todos los que conseguís en el supermercado, no. 

LA TAPA A ROSCA SE UTILIZA PARA PRODUCTOS DE MENOR CALIDAD. Otra creencia muy común que está lejos de ser verdad. La realidad es que la tapa a rosca no deja pasar el oxígeno, con lo cual, resultan excelentes para conservar el vino en óptimas condiciones, sobre todo los blancos; y además, al utilizar una tapa a rosca, la bodega se asegura que el vino no tendrá defectos a causa del corcho, como el famoso TCA que deja el vino con un muy desagradable olor a cartón mojado. Como si todo esto fuera poco, la tapa a rosca es muy cómoda no solo para abrir, sino también para mantener el vino herméticamente cerrado en la heladera durante un par de días (más no). Por todos estos motivos es que, por ejemplo, productores de Nueva Zelanda o Australia elijen usar la tapa a rosca en muchos de sus grandes vinos de guarda. 

LOS ROSADOS (Y A VECES BLANCOS) SON PARA MUJERES. Los vinos rosados son elaborados con uvas tintas, cuya maceración fue corta y no se llegó a extraer todo el color de la uva (también hay otros métodos de elaboración de rosados), pero siempre siempre se elaboran con uva tinta. Son vinos frescos, más ligeros que un tinto pero con los aromas más comunes en ellos, a veces tienen más cuerpo que los blancos y gran frescor. Excelentes compañeros de una tabla de jamones, de pizzas, carnes blancas… en definitiva, los vinos rosados no pertenecen al universo femenino, por el contrario, son parte del universo vinícola, con sus características que los hacen únicos. Lo de asociar rosado con un consumo femenino ha sido tal vez culpa del marketing y la comunicación, pero nada más lejos de la verdad. 

EL VINO TINTO TIENE MÁS ALCOHOL QUE EL VINO BLANCO. Lamentamos desilusionar a quienes creen esto, pero, si se fijan en el grado alcohólico de una botella de tinto y una de blanco, van a encontrarse con más o menos la misma graduación. Sí existen blancos dulces naturales, a los que se les corta la fermentación, dando como resultado vinos dulces de baja graduación alcohólica. Pero los vinos blancos “normales” son como los tintos, aunque, sí es cierto que es más común encontrar tintos con graduaciones altas (que llegan a 15 grados) yesto depende mucho de la cepa, de la fermentación, de la maduración de las uvas, de la región de donde proviene, etc., pero no es una regla que el tinto sea más alcohólico que el blanco. Por lo tanto, ¡a beber ambos con moderación y con mucha agua de por medio!