Por Alejandro Sciscioli

Escribir sobre vinos muchas veces tiene sus ventajas. El mejor de todos esos beneficios es, tal vez, la posibilidad de participar de eventos especiales en los cuales hay muy pocos espacios habilitados y, por supuesto, se dan en degustación productos superlativos.

Recientemente tuve la oportunidad de estar en uno de esos encuentros, cuando se realizó una exclusiva cata vertical para degustar tres añadas del Clos Apalta, hijo mimado de la prestigiosa Viña Lapostolle de Chile.

El encuentro se realizó el día 23 de septiembre pasado en uno de los salones del Crowne Plaza Asunción Hotel. Allí, Mariela Castro Vargas, sommelier de Andina SA, la empresa que importa esta y otras grandes marcas, junto a Benjamin Fraysse, ejecutivo de la viña, se encargaron de introducir a los asistentes en la filosofía de la viña y su historia. También propusieron un divertido juego: hicieron circular pequeños envases con esencias de los descriptores aromáticos que muy probablemente encontraríamos en las etiquetas a catar.

Y luego, sí, el vino llegó a las copas.

LA EXPERIENCIA. Puntualmente llegamos a la hora señalada para el inicio del encuentro. Nos recibieron con un Sauvignon Blanc muy fresco y expresivo, Lapostolle Casa, ideal para que los sentidos vayan teniendo el necesario precalentamiento. Dos delicias esperaban como aperitivo: Tomatitos cherry con mozzarella y Pastelitos de morcilla con manzana.

Ya sentados a la mesa, y luego de ver un video sobre la viña, las copas fueron cargadas con vinos de las añadas 2002, 2004 y 2009.

Pero antes de las descripciones de rigor, vale explicar que el vino protagonista de la noche es el ícono de la bodega y se elabora con uvas provenientes de viñas que tienen entre 60 y 80 años de edad, ubicadas en Apalta, en pleno valle de Colchagua. Asimismo, en general, todas las cosechas son criadas entre 20 a 24 meses en barricas francesas nuevas y de segundo uso.

CLOS APALTA 2002. Este vino es la excepción, ya que fue criado solamente en barricas de primer uso. Está compuesto principalmente de Carmenere, más Merlot y Cabernet Sauvignon. Su color es rojo rubí muy profundo y brillante, con leves toques atejados. Posee una estupenda nariz compleja, con notas a especias, pimiento rojo, fruta roja fresca, laca para uñas y suaves toques a vainilla y café. Boca con gran cuerpo, excelente estructura y equilibrada acidez; es redondo y sedoso (pero con taninos presentes); en retronasal aparecen notas lácteas; su final es largo y muy agradable.
El maridaje: Magret de pato con puerros grillados y compota de arándanos con aceite de vainilla.

CLOS APALTA 2004. Este assemblage está compuesto de Carmenere y Merlot (84%), más 16% de Cabernet Sauvignon. Su color es rojo rubí muy profundo y brillante, con reflejos púrpuras. En su nariz compleja y deliciosa aparecen notas a fruta roja madura, uvas y ciruela pasa, especias, pimienta, más toques a chocolate y un dejo herbáceo muy suave. En boca es puro equilibrio, con buen cuerpo, excelente acidez y un toque picante; mientras se disfruta el largo final, en retronasal se perciben notas a chocolate, pimienta, vainilla y pimiento rojo.
El maridaje: Tapa cuadril de cordero servida con remolacha gratinada con queso de cabra y mermelada de tomate.

CLOS APALTA 2009. Gran blend compuesto por 78% de Carmenere, 19% de Cabernet Sauvignon y 3% de Petit Verdot. Al igual que el vino anterior, su color es rojo rubí muy profundo y brillante, con reflejos púrpuras. En nariz es también similar a su antecesor, con notas bien claras a fruta roja madura (uva y ciruela), higos, especias, pimiento rojo, kirsch, más un agradable toque mentolado. Posee una gran boca con excelente acidez; es picantito, redondo (con taninos presentes pero para nada molestos); impresiona su muy buen cuerpo; en retronasal surgen notas a vainilla, especias y fruta roja fresca.
El maridaje: Ojo de bife y tuétano con risotto de calabaza rostizada.

Una sorpresa más nos aguardaba para el postre: Canto de Apalta 2010, un assemblage compuesto de Carmenere, Merlot, Cabernet Sauvignon y Syrah que enamora por su vivo color rojo brillante, nariz plena de fruta fresca y boca con gran equilibrio.
El maridaje: Selección de quesos franceses (Camembert, Brie y Tomme de Alpes), con miel chaqueña.

LA COCINA. El maridaje que acompañó a cada una de las añadas servidas fue un trabajo que requirió de la planificación y el acuerdo de Mariela con Andre Magon y José Torrijos, gerente de Alimentos y Bebidas y chef ejecutivo, respectivamente, del Crowne Asunción. Su trabajo fue realmente óptimo, ya que ningún vino le ganó a ningún plato y, en conjunto, se potenciaron.

SOBRE VIÑA LAPOSTOLLE. Según explica la viña en su página de internet, Lapostolle fue fundada por Alexandra Marnier Lapostolle y su esposo Cyril de Bournet en 1994. “La familia Marnier Lapostolle -fundadores y dueños del licor de fama mundial "Grand Marnier"- es famosa por su producción de licores y espirituosos. Adicionalmente, la familia se ha dedicado por generaciones a la elaboración de vinos: primero en Francia con el famoso Chateaux de Sancerre y luego en Chile con Viña Lapostolle”, indica el site.

Asimismo, agrega que “en la creación de Lapostolle, la familia ha mantenido el mismo compromiso absoluto con la calidad que ha logrado el éxito mundial del Grand Marnier. Su objetivo es tan simple como ambicioso: crear vinos de categoría mundial utilizando la experiencia francesa y los magníficos terroirs de Chile. Hoy, Lapostolle posee 370 hectáreas en tres viñedos distintos y produce un total de 200.000 cajas anuales entre Sauvignon Blanc, Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Merlot, Carmenère y Syrah. Lapostolle se distribuye a más de 60 países en el mundo”.