Por Florencia Parodi

Recientemente, Alejandro Abarca realizó una gira por varios países de la región, por lo que llegó también a suelo guaraní, que según nos comentó, “es uno de los mercados más importantes” para la casa vinícola. “Es particular para Chile, que tiene a Estados Unidos y China como los más importantes, pero aquí se ha logrado construir una  buena marca”, explicó.

Terranoble es una bodega con 25 años en la industria chilena, que desde su creación ha venido evolucionando y abrazando cambios que la han convertido en lo que es hoy: especialista en Carmenere y apasionada por el terroir.

Posee 4 viñedos, repartidos en las zonas productoras más importantes: El Algarrobo en Casablanca (zona productora especialmente de cepas blancas); Los Lingues y Los Cactus en Colchagua; y La Higuera en el Maule. En ellos tienen plantaciones de diferentes cepas, con una clara protagonista: la Carmenere.

Sobre el punto, Alejandro recordó: “En el año 1993 inició el proyecto que comenzó para hacer el mejor Merlot de Chile y se contrataron especialistas franceses, se invirtió mucho para lograrlo. Luego, en 1994 se descubrió que el Merlot en realidad era el Carmenere. A partir de ahí comenzó 
una historia de descubrimiento, de separar los viñedos y de profundizar nuestros conocimientos en Carmenere, que se convirtió en nuestra cepa emblemática”.

Comenzó entonces para ellos una nueva aventura, a la que se sumaron más adelante inversionistas, quienes impulsaron la expansión del negocio.

EVOLUCIÓN Y APRENDIZAJE. Para Alejandro, todo el tiempo que ha transcurrido desde que iniciaron, ha sido un proceso no solo de evolución sino de aprendizaje, ya que el crecimiento de la oferta, el trabajo especializado y las nuevas tecnologías, necesariamente empujan a las casas vinícolas a invertir y trabajar para producir buenos vinos, sin tanto margen de error como tal vez había en otras épocas.

Nos explicó que para Terranoble, esta evolución, en lo que respecta a sus vinos, viene por el lado de la frescura: “Nuestro estilo de vinos ha evolucionado hacia vinos con más frescura, con acidez bien marcada, este cambio nos ha dado muy buenos resultados”.

“En general como bodega fuimos cambiando nuestras recetas, hemos abierto más espacio a  los fudres, a barricas de 400 litros, buscando el balance. La madera no es mala pero hay que utilizarla para resaltar la fruta del viñedo”.

VINOS DESPEINADOS. Además de impulsar los vinos Gran Reserva, a los que define como “ADN de la marca”, el CEO de Terranoble nos comentó también sobre la nueva línea de la bodega: Disidente. La misma nace del espíritu innovador que busca expresar la esencia del terroir de sus viñedos. Vinos que buscan romper con lo tradicional.

“Disidente es una línea más despeinada, con variedades distintas. Hay un Naranjo; un blend de Tempranillo y Syrah de Casablanca, y del Maule, un blend de Garnacha, Mourvedre y Carignan”, comentó Alejandro.

EL CAMINO DE CHILE. Aprovechamos la oportunidad para preguntarle hacia dónde cree que debe ir Chile en la elaboración de vinos y nos comentó: “Creo que Chile todavía tiene mucho por descubrir sobre la Carmenere. Tiene apenas 25 años, es decir, hemos tenido solo 25 oportunidades para hacer vino con esta cepa”.

Agregó que “Colchagua sigue siendo la mejor zona para la Carmenere, pero nosotros estamos muy contentos con el resultado del Maule”.

Por otro lado, también habló de la importancia de seguir explorando el suelo chileno: “El otro camino que tiene Chile es descubrir nuevas regiones, ya que tiene una diversidad única, hay microterroirs cerca de la costa, del desierto, etc.”.

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