Por Alejandro Sciscioli

Hace unos días, desde el portal habíamos anunciado la presencia en el país de Angel Marchant, destacado miembro del equipo enológico de la Viña Ventisquero. El experto visitó Paraguay por primera vez para tomar contacto directo con el mercado local, realizar capacitaciones a la fuerza de ventas del país y, también, ser la voz cantante en tres cenas maridaje realizadas en diversos restaurantes de nuestra capital.
Parawine dijo presente en uno de los encuentros, realizado en el restaurante Para Cuando la Vida y, antes del inicio de la cena, robamos unos minutos a Marchant, quien gustoso se sentó a conversar con nosotros.
Tímido al principio, una vez que rompimos el hielo lo primero que hizo fue confesarnos su desorientación con respecto al inédito invierno paraguayo, que en pleno agosto lo sorprendió con temperaturas por encima de los 30 grados.
Y luego, sí, entramos de lleno al vino en general y a lo que es Ventisquero en particular.
Lo primero que nos comentó fue la intención que tiene la viña de potenciar en el mercado doméstico las líneas de Ventisquero. “Sabemos que a nivel de restaurantes nuestra presencia es muy fuerte con líneas que va de Queulat, que es nuestro primer gran reserva, para arriba: Grey, que es nuestro nivel premium, y los íconos Vértice y Pangea”, indicó. Pero también la marca desea posicionar el resto, “y por eso estamos haciendo diversas capacitaciones a las fuerzas de ventas y de marketing a nivel local”.
Otro aspecto que Ángel mencionó como desafío fue lograr que los vinos chilenos en general se posicionen mejor en Paraguay, debido a que “hay una invasión de vinos argentinos aquí, algo que se entiende, por la cercanía y los precios; pero no veo tanta variedad de vinos que estén ofreciendo desde Argentina, y eso es bueno para nosotros, porque estamos entrando con mucha variedad y calidad”, destacó.

LA VIÑA. Ventisquero es una viña joven que comenzó su primera producción en el año 2001 y, su primera venta internacional, la concretó en el 2002. “Comenzamos con 90 mil cajas en el 2002 y ahora estamos con una producción que se acerca al millón cuatrocientas mil cajas”, explicó.
El enólogo agregó que están presentes en los principales valles de producción. Cuentan con Sauvignon Blanc, Chardonnay y Pinot Noir en Casablanca, “una zona muy cercana a Valparaíso que tiene una marcada influencia costera”.
Asimismo cuentan con viñedos en la zona del Maipo, donde se encuentra la bodega, y Maipo Costa, un sector de ese valle que está muy cerca del mar, a unos 35 a 40 kilómetros del océano. “Seguimos bajando, al valle de Colchagua, en Apalta, donde encontramos nuestro campo de donde salen las uvas para los vinos de alta gama, Vértice y Grey. También en Colchagua nos encontramos con Lolol, que también es costero, y entonces allí hay Sauvignon Blanc, Chardonnay y Pinot Noir.
La bodega se encuentra unos 100 kilómetros al sur de Santiago, en la zona del Maipo Costa, “casi en el límite con el Valle de Cachapoal, que es una zona de grandes productores de Carmenere”, indicó Ángel.
“Actualmente tenemos un nuevo campo, en San Antonio, Leyda, que es la cuna para grandes Chardonnay, Pinot Noir, Sauvignon Blanc, Rieslng, Gewürztraminer y estamos pensando también en Syrah, que es una nueva forma de plantar esta cepa, porque ya tenemos en Colchagua Syrah negros, potentes e intensos. Y ahora estamos buscando fruta, mucha expresión de fruta, que lo estamos buscando en la zona  costera”.

TRAYECTORIA. Por las venas de Ángel Marchant, además de sangre, corre vino. Es que su padre trabajó en una  de las viñas más tradicionales de Chile como jefe de bodega, “y desde muy pequeño comencé a acompañarle, y  me gustó mucho el tema”. Entonces, lo único que deseó estudiar en la universidad fue algo relacionado con la enología, “pero en Chile, lo único que lleva a ser enólogo es ingeniero agrónomo, así que tuve que estudiar esa carrera en la Universidad de Concepción”.
Comenzó sus estudios universitarios en 1992 y terminó de aprobar todas las materias en 1997. Sin embargo, como inmediatamente después de eso comenzó a trabajar, recién en el 2002 pudo terminar la tesis y titularse.
Inició su carrera como ayudante de enólogo en Concha y Toro y luego, el enólogo jefe de Ventisquero, Felipe Tosso, le propuso ingresar a Ventisquero. “Pero como entonces Ventisquero era un proyecto pequeño, no como ahora,  no era necesario tener tantos enólogos. Entonces trabajé en el extranjero y luego, en 2005, un año completo estuve en Viña Errázuriz, luego nuevamente fui al extranjero y de ahí a Ventisquero, de manera estable, a partir del año 2007. En el exterior trabajó en diversas compañías vitivinícolas de Estados Unidos, Francia y España.
“Yo soy el enólogo a cargo de todo lo que es logística de bodega, o sea el manejo de la bodega y de las mezclas que van generando cada uno de los enólogos”, explica, y prosigue puntualizando que, además, tiene bajo su responsabilidad la línea “Selección” hacia abajo. “Aunque son varietales, significan al menos el 35% de toda la bodega”.
También le preguntamos cuál es el vino que más le gusta hacer. “El concepto mío, que es también el de la compañía, es el de potenciar la fruta. Dentro de variedades que me llaman mucho la atención me gusta mucho el Syrah. Y yo tengo un conflicto de amor y odio con el Pinot Noir, una variedad muy complicada de cultivar y vinificar, pero que a la vez da muchas satisfacciones cuando se logra hacer un buen vino. Lo odio desde lo más profundo de mi alma, pero también lo amo (risas)”.

EL FUTURO. Con respecto a lo que se viene en el mundo enológico chileno, según su olfato de experto, destacó que su país debe explotar otras variedades. “No podemos quedarnos con las típicas variedades francesas. Creo que tenemos que entrar al mundo de las mezclas, seguir probando nuevos sabores y nuevos estilos.
Indicó además que Chile, en este momento, está aportando un muy buen Carignan. “También hay muchas bodegas al sur que están potenciando el “tinto país”, una uva que fue traída por los primeros españoles y está dando muy buenos resultados. Entonces, por qué no rescatar estas variedades u otras españolas e integrarlas en el portfolio que tienen las viñas”.
Y hablando de novedades, Ángel comentó que Ventisquero va por la segunda cosecha de en Atacama, cerca del río Huasco, en el norte del país, allí donde solamente hay sol, tierra salina, arena y una crónica falta de agua.
“Plantamos Sauvignon Blanc, Chardonnay, Pinot Noir y Syrah. La iluminación es increíble, todo el día el sol baña el plantío, porque está en pleno desierto. Un gran problema es la salinidad del suelo, pero que en contrapartida le da características especiales al vino. Por ejemplo un Chardonnay con aromas a pepino o un Sauvignon Blanc con sabores salinos, pero muy cítricos, o un Syrah con aromas a bosque nativo. Son características que no se encuentran en otros vinos. Esto lo estamos haciendo a nivel de ensayo, pero creo que un par de años más tendremos una línea de especialidades de Ventisquero, pero orientadas a un mercado muy pequeño”.
A esa altura de la charla, cada vez más asistentes iban llegando a la cita, por lo que decidimos dejar libre a Ángel para que pueda atender las consultas de los participantes.

LA CENA. Posteriormente, participamos de la cena, mientras Ángel iba destacando las particularidades de cada vino.
Primero degustamos un Sauvigon Blanc 2010, de Casablanca. De color amarillo pálido y brillante, en nariz resultó muy expresivo, con notas herbáceas y cítricas y toques a lichi y ruda. En boca resultó muy interesante: buena entrada, gran acidez y deliciosos retrogustos herbáceos y a durazno. El maridaje: un espectacular Ceviche de surubí, con mango y cebolla morada.
En segundo término degustamos el Queulat Merlot 2009. Su color es rojo rubí. En nariz presenta mucha fruta (cereza), especias, pimienta, chocolate. Entra bien en boca, es picantito y tiene buen cuerpo. Presenta un delicioso retrogusto a chocolate, hay taninos presentes (pero no molestos), jugoso, con notas lácteas. El maridaje: Risotto de ricotta, chauchas, espárragos y ralladuras de limón.
La velada continuó con el estupendo Grey Carmenere 2010. De color rojo rubí profundo y brillante, en nariz huele a Chile: mucha fruta roja, pimiento rojo, especias y suaves notas herbáceas y minerales. En boca es jugoso, picantito y llena bien la cavidad bucal; presenta notas a chocolate, vainilla; con buen cuerpo y estructura. El maridaje: Cochinillo grillado con cuero y una guarnición de zapallo y zucchini con salsa de yogur.
Finalmente llegó a las copas el gran Vértice 2007 (ensamblaje de 51% Carmenere y 49& Syrah). Su color es muy bello: rojo rubí profundo y brillante. En nariz se siente la fruta negra, más notas a uva pasa, compota y chocolate. En boca es redondo, elegante, algo picantito, de gran cuerpo y estructura, más un retrogusto con notas a chocolate y un largo y placentero final. ¿El postre? Brownie con salsa de frutos rojos y helado de chocolate.