Por Daniel Fassardi

No es ningún secreto mi especial predilección por los vinos tintos. Sin embargo, muy lentamente mi afición y gusto por etiquetas blancas fue creciendo con el paso del tiempo, todo por “por culpa de” (o más bien “gracias a”) dos personas: mi querida amiga S. y el editor de esta web. Ellos se encargaron de que mis tertulias vineras de verano sean más divertidas, claramente, teniendo en cuenta que los blancos pueden disfrutarse bien fresquitos.

¿Por qué la introducción? Porque he tenido oportunidad de encontrar en la copa dos etiquetas chilenas blancas que jamás había probado, ambas de la tradicional casa Cousiño Macul, pero que realmente me dejaron muy bien impresionado. Me refiero a Don Luis Sauvignon Blanc y Antiguas Reservas Chardonnay.

Todo comenzó, cuándo no, con un llamado de S., quien de manera misteriosa me pidió que compre diversas variedades de quesos para acompañar un par de botellas que le habían regalado. Muy obediente procedí a armar una tablita bien casera, pero elaborada con mucho cariño y expectación.

A la hora señalada sonó el timbre y las copas preparadas sobre la mesa se llenaron de blanca y radiante alegría.

¿Con qué nos encontramos?

COUSIÑO MACUL DON LUIS SAUVIGNON BLANC. A la vista presenta un color limón pálido, muy  brillante. En nariz se perciben aromas de intensidad media y se aprecian notas herbáceas, florales y frutales (algunas tropicales como maracuyá y piña, y otras cítricas). En boca, finalmente, se percibe seco y con una alta acidez que destaca su frescura; se detectan nuevamente las notas tropicales y, al final, obsequia una muy rica jugosidad. ¿La conclusión? ¡Una muy fresca sorpresa!



COUSIÑO MACUL ANTIGUAS RESERVAS CHARDONNAY. A uno de los tintos de esta línea lo tengo muy conocido y bebido (me refiero a su Cabernet Sauvignon). Pero con el Chardonnay, reitero, era mi primera vez. Su color es dorado suave, muy brillante. La nariz se percibe intensa e interesante, ya que aparecen notas frutales (piña y maracuyá), más algo de miel y un agradable toque a vainilla. En boca es seco, de acidez media, muy buen cuerpo y volumen y larga persistencia en el final, momento en que vuelven a aparecer las características percibidas en nariz. ¡Me encantó!



Tras probar ambos vinos, como es habitual nos pusimos a conversar con S. divagando sobre temas recurrentes que no vale la pena mencionar. Aunque sí quisiera destacar que el editor de Parawine volvió a empujarme hacia los blancos: fue él quien obsequió los vinos a mi amiga.

Lentamente las botellas fueron mermando en sus contenidos y lo mismo ocurrió con los deliciosos quesos que tan bien acompañaron los vinos. Nuevamente una gran velada.

---