Por Alejandro Sciscioli

Hay una campaña publicitaria llevada adelante por una famosa marca de tarjetas de crédito que, años atrás, se hizo muy famosa por la frase “pertenecer tiene sus privilegios”. Hoy viralizado, ese eslogan bien puede aplicarse a las actividades que lleva adelante In Vino Veritas Club Privado, que siempre presenta novedades con las cuales sorprende y beneficia a sus socios.

Una de ellas tuvo lugar en febrero pasado, en el restaurante La Roca, donde se realizó una cata en la que fueron protagonistas 4 etiquetas de Viña Cobos, la bodega argentina que recientemente llegó a Paraguay con sus vinos, de la mano de la importadora Caminos del Vino.

Puntualmente llegué a la cita, ya que esa noche tenía la responsabilidad de presentar la bodega y sus vinos a los asistentes que, en los días previos, rápidamente reservaron todos los sitios disponibles.

Primeramente, el anfitrión Ricardo Fazzio, titular del Club, comentó que “por fin se puede disfrutar en Paraguay de esta marca”, refiriéndose de ese modo a una costumbre muy extendida entre los wine lovers locales: era habitual, antes de que la marca se comercialice en el país, que se encargue a quien viajara a la Argentina trajera al volver dos o tres botellas de esos maravillosos vinos elaborados por el famoso wine maker Paul Hobbs.

A mi turno, comenté que Viña Cobos es la visión de Paul Hoobs, un soñador que un día se planteó el desafío de elaborar un gran vino de Argentina que estuviera al nivel de los más reconocidos del mundo. El famoso enólogo conoció Argentina en 1989 y quedó intrigado por el terroir y la tradición cultural del país, donde detectó un potencial único para el Malbec y otros varietales.

¿De dónde viene el nombre de la bodega? De la calle Cobos, en Luján de Cuyo, Mendoza, sobre la cual se encuentra un viñedo muy especial, el viñedo Marchiori. Cobos y Bramare fueron los primeros vinos de la nueva Bodega, originados en parcelas especiales dentro de Marchiori. 

Pero claro, los asistentes estaban ansiosos por probar, y así llegó a las copas FELINO CHARDONNAY 2015, un vino que está elaborado íntegramente con esta variedad blanca pero que proviene de zonas bien distintas de la geografía mendocina: Luján de Cuyo y Valle de Uco (Tupungato y San Carlos). Entre 8 y 10 toneladas de uva por hectárea es el rendimiento de las fincas, mientras que la fermentación alcohólica se realizó con levaduras indígenas, así como también la maloláctica. ¿Con qué nos encontramos? Con un vino muy equilibrado, de color limón con destellos verdes. En nariz se percibe frutal (durazno y la fruta de la pasión se destacan, más un punto de ananá), con elegantes toques a flores blancas. En boca se percibe con buen cuerpo y fresca acidez. Sí, una muy buena manera de iniciar la velada.

Luego se probó FELINO MALBEC 2015, que está elaborado 100% con la uva insignia argentina, pero que se trata de un ensamblaje de fincas ubicada en Luján de Cuyo, Maipú y Valle de Uco (Tupungato, Tunuyán y San Carlos), con un rendimiento de 3 a 10,5 toneladas por hectárea. Este Felino, fermentado con levaduras seleccionadas, presenta un hermoso e intenso color rojo rubí con tonos violáceos; en nariz se destacan las notas a fruta roja y negra, así como muy ricas notas a flores y pimienta blanca; en boca, finalmente, seduce por su equilibrio: acidez, cuerpo, estructura y taninos se perciben en un cuadro armonioso.

En tercer término llegó a las copas FELINO CABERNET SAUVIGNON 2015, elaborado íntegramente con uvas Cabernet cultivadas en Luján de Cuyo y Maipú, con un rendimiento de 3,8 a 11,5 toneladas por hectárea. A la vista sorprende por su color rojo rubí intenso. En nariz se percibe más frutal que herbáceo, con claras notas a fruta negra y algo de roja, más especias y algunos putnos ahumados (en la ficha técnica no menciona paso por madera, pero es evidente que tiene una cierta crianza). En boca se percibe con buenos acidez, cuerpo y volumen, y con taninos presentes.

Finalmente, la ovación de la noche fue otorgada a BRAMARE LUJÁN DE CUYO APPELLATION 2013, que es elaborado íntegramente con uvas Malbec elaboradas en esa zona mendocina, con un rendimiento de 4,5 a 8,5 toneladas por hectárea. Fue fermentando con levaduras seleccionadas, mientras que su fermentación maloláctica ocurrió con bacterias indígenas en barricas de roble. Fue criado durante 17 meses en barricas americanas y francesas, nuevas y usadas. A la vista encanta por presentar un color rojo rubí muy profundo y brillante. En nariz es tan seductor como complejo: se percibe intenso en aromas, entre los que se destacan la fruta roja, las notas lácteas, algún punto licoroso, alguna fruta negra, recuerdos a chocolate y, en el final, aparecen puntos a eucalipto; un detalle interesante es que evoluciona increíblemente bien en copa. Al beberlo se nota que estamos ante un excelente producto: mantiene un excelente equilibrio entre su fresca acidez, gran cuerpo, taninos potentes y volumen; lo mejor es su largo, delicioso y complejo final, donde vuelven aparecen sabores retronasales frutados y con notas a chocolate. Sin dudas, un vino que no puede faltar de ningún modo en tu copa.

Una buena manera de “medir” el éxito de una velada es observar cuánto tiempo se quedan las personas tras su finalización. En este caso, la mayoría optó por no levantarse y quedarse a comentar cuáles fueron las etiquetas de su preferencia y por qué.

Personalmente puedo decir que me llevé a casa un par de botellas del Apellation, que fueron debidamente descorchadas en una reunión de amigos, quienes se maravillaron con la calidad de lo que estaban bebiendo. Pero claro, esa ya es otra historia.

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