Por Daniel Fassardi

Por los más diversos motivos, muchos vinos quedan bien registrados en la memoria y, cuando llega la posibilidad de volver a tenerlos en la copa, los buenos recuerdos se transforman en la necesidad de volver a degustar la etiqueta de nuestro afecto.

Hoy, con la venia del editor, vuelvo a escribir sobre un vino tinto, más precisamente el muy buen Aresti Trisquel Assemblage 2010, que tuve la suerte de conocer en la última Expo Vino y que ha vuelto a mi copa gracias a los buenos oficios de mi querida S., incansable cómplice de las más variadas aventuras enogastronómicas.

Hace muy poquito ocurrió la experiencia que me apresto a narrar, así que te imaginarás, querido lector, que fue necesario llevar el termostato del acondicionador de aire a extremos impensables debido a los calores históricos que sufrimos en Paraguay durante la tercera semana del presente octubre.

Es cierto, solamente a un fanático de los tintos como este servidor se le ocurriría un descorche de este tipo. Es que el momento resultaba más que propicio: la querida S. me invitó a su humilde morada para disfrutar de una cena sorpresa, con un vino sorpresa que ella misma se encargó de comprar. El menú me maravilló: carne vacuna a la parrilla que sus santas manos se encargaron de dejar en el punto exacto de cocción. Y el vino, claro está, complementó a la perfección la comida.

¿Con qué me encontré en la copa? Con un vino de color rojo rubí muy profundo y brillante que posee una riquísima y compleja nariz, en la que aparecen notas frutales (ciruelas y moras) con un suave toque floral y un suave dejo a café; en la medida que evoluciona en copa aparecen toques minerales. Entra muy bien en boca, donde se percibe una buena estructura, con taninos suaves y levemente dulzones; en retronasal se vuelven a perciben los destellos a fruta y café.

Vale aclarar que este vino es elaborado con uvas elaboradas íntegramente en el famoso valle chileno de Curicó. Su formulación es la siguiente: Cabernet Sauvignon (44%), Syrah (42%) y Petit Verdot (14%).

Sin dudas fue el vino ideal para una velada que comenzó muy bien y que luego mejoró sustancialmente. Aunque ese, claro, es otro tema.