Por Alejandro Sciscioli

“El nombre Rotschild, famoso por dos siglos en el sector de bancos y del vino, viene del alemán “Das Rote Schild”, emblema que en un principio le servía de letrero, y cuya traducción literal en español es “Escudo Rojo”.

Tal es la introducción que, literalmente, puede leerse en la contraetiqueta de los vinos chilenos Escudo Rojo, que sirve asimismo de tarjeta de presentación para los productos elaborados por la pata trasandina que la prestigiosa casa de vinos francesa Baron Philippe de Rotschild posee en Chile.

Recientemente, gracias a la gentileza de uno de los gerentes de la firma que importa en Paraguay esta marca, un ejemplar de Escudo Rojo Chardonnay 2012 llegó a mi copa para refrescar una de las tórridas noches de diciembre.

Tenía presencia confirmada en casa de unos amigos, todos amantes del vino. Y me pareció buena idea llevarlo para que mis hermanos de copas también tengan oportunidad de probarlo y, por supuesto, opinarlo.

Personalmente, la impresión que me llevo de este Chardonnay es muy positiva: su color tiene un bello amarillo dorado con reflejos verdosos, en nariz es amable y posee cierta complejidad (fruta blanca, más un toque mantecoso y un dejo a vainilla), mientras que en boca resulta suave y amigable, con acidez equilibrada, vivaz y con notas retronasales a durazno y un toque floral.

Un compañero de mesa agregó un adjetivo que, creo, fue más que oportuno: “resulta cálido, es decir, tiene las características del Chardonnay producido en zonas más calurosas”.

Sin dudas, un vino ideal para maridar el aperitivo: un mix de frutos de mar.

Finalmente, vale destacar que este Escudo Rojo Chardonnay 2012 se elabora íntegramente de uvas provenientes del Valle de Casablanca. Tiene asimismo una crianza de 9 meses en barricas de roble francés.

En suma, un compañero ideal para beber bien fresco en estos días tan, pero tan calurosos.