Por Alejandro Sciscioli

Uno de los momentos vinícolas más bonitos que me tocó vivir en este 2013 que ya se va tuvo lugar en el restaurante Le Sommelier. ¿Los motivos? Varios: gente linda reunida en torno a una mesa entrañable, buena comida (elaborada como siempre por el chef de la casa, Julio Fernández) y excelentes vinos, todos de Viña Aresti.

Recuerdo que era el mediodía de una nublada jornada de inicios de agosto. En ese contexto tuve oportunidad de realizar una larga entrevista a Jon Usabiaga, enólogo de la viña, un sabroso personaje con el que terminamos conversando con la familiaridad de dos viejos amigos.

Durante el encuentro degustamos varias etiquetas, por supuesto, aunque una de ellas me llamó mucho la atención. Me refiero a Aresti Trisquel Gewürztraminer 2010, un vino que se elabora íntegramente con uvas provenientes del famoso valle chileno de Curicó.

Lo que primero me hizo mirar atentamente la etiqueta fue su cepa, ya que no es común encontrar en Sudamérica vinos elaborados con estas uvas que, es cierto, hallaron su lugar en el mundo en determinadas zonas de Alemania y Francia, donde se producen unos vinos fantásticos.

Luego, lo más importante, este vino me impresionó muy bien por lo que hallé en la copa. En nariz sugiere dulzura (tiene notas melosas), más unos clarísimos toques florales (rosa) y fruta blanca madura. En boca, sin embargo, es seco, fresco y muy agradable, con un gran equilibrio entre fruta y acidez.

En pocas palabras, uno de esos blancos que no pueden faltar en tu copa durante este verano que se vino más tórrido que nunca.