Por Alejandro Sciscioli

Hacia finales de la década de 1990, dos hermanos, Rafael y José Guilisasti, observaron una particularidad en las tendencias de consumo de vinos a nivel mundial y tuvieron una visión: convertir una viña chilena convencional en una de manejo 100% orgánico y biodinámico, con el objetivo de crear vinos de la más alta calidad y el compromiso de beneficiar a la comunidad en su área de su influencia, emprendiendo los más variados proyectos de Responsabilidad Social.

Así nació Viña Emiliana, una empresa que hoy, más de una década después, cuenta con unas 1.000 hectáreas propias cultivadas con parras que cuentan con certificación orgánica en los famosos valles de Casablanca, Colchagua, Cachapoal, Maipo y Bío-Bío.

Lo mejor de esta historia es que los vinos de esta casa ya se encuentran en el mercado local de la mano de Distribuidora Gloria, una empresa que amplía de este modo un portfolio que anteriormente ya era muy interesante.

Para realizar su presentación en sociedad, la empresa organizó una cena maridaje en Le Sommelier, con la participación estelar de José Urrutia, director de Exportaciones de la Viña, quien vino al país especialmente para la ocasión.

Durante el encuentro, Urrutia destacó que su firma no busca lograr mayor lucro incrementando los valores de sus etiquetas, teniendo en cuenta los mayores costos de trabajar con viñedos orgánicos certificados y manteniendo también la filosofía biodinámica en ellos. Por el contrario, el compromiso es ser competitivos y pelear palmo a palmo los mercados con los vinos elaborados por las bodegas tradicionales.

“Somos una viña que no utiliza nada de agroquímicos en sus cultivos y, de hecho, estoy convencido de que somos la más sustentable del mundo”, dijo el ejecutivo, quien además puntualizó que inicialmente el importador local comercializará 6 de las 27 etiquetas que componen su cartera, todas elaboradas gracias a la visión del enólogo Álvaro Espinoza.

Y esas 6 etiquetas fueron servidas y degustadas durante la velada.

DEL ADOBE A LA GÉ. Como suele ocurrir cada vez que Le Sommelier es escenario de un encuentro de maridaje, el chef de la casa, Julio Fernández, fue el encargado de preparar el menú, consensuado con Oliver Gayet, sommelier y anfitrión del restaurante.

Así, en primer lugar se sirvieron unas Empanadas de cebolla y queso, que acompañaron al Carmenere de la línea Adobe (etiqueta de valores más accesibles). El vino posee en nariz la tipicidad de la variedad: fruta roja, pimienta, pimiento rojo, especias y una nota a mentol, mientras que en boca es amable, fresco y fácil de tomar.

Luego, con unos Fettuccini a la parisienne llegó a las copas Adobe Merlot, que en nariz resulta bastante frutado, con notas lácteas y a especias y, en boca, es como su predecesor: fresco, amable, fácil de tomar.

En tercer término llegaron a los platos unas Tiras de lomo en salsa picante, mientras que en las copas se sirvió el Adobe Cabernet Sauvignon, frutado y especiado como los anteriores, y también con las típicas notas a pimiento rojo; en boca es también muy amigable y sedoso. Para disfrutar con amigos durante un buen asado.

Luego se subió abruptamente de nivel con el Gé 2010, ícono de la viña, que acompañó un Carré de cordero y ratatouille. El vino, con una óptima relación entre precio y calidad, es un blend de Carmenere, Syrah y Cabernet Sauvignon que, en nariz, es un desafío de complejidad, con notas a fruta roja, pimiento rojo, toques herbáceos y café. Entra en boca con gran personalidad, aunque resulta sedoso, redondo, con cuerpo, volumen y estructura agradables, más un largo final; en retronasal ofrece notas a vainilla.

El siguiente paso consistió en una pausa de Quesos y hojas verdes, acompañada del blend Novas (85% Cabernet Sauvignon y 15% de Merlot), la línea inmediatamente superior al Adobe. Novas es un hallazgo en la copa, con mucha fruta roja fresca en nariz, más toques lácteos, florales y a mermelada, mientras que en boca entra bien, con rica acidez y frescura, volumen y cuerpo, y un final medio a largo con notas retronasales mentoladas.

Junto a la Marquise de chocolate que se sirvió para el postre llegó la cosecha 2010 del vino más vendido de la viña, bautizado con el nombre de Coyam, que está ubicado en el nivel premium. Se trata de un assemblage que tiene como columna al Syrah (38%) y está muy bien complementado con Carmenere (27%), Merlot (21%), Cabernet sauvignon (12%), Mourvedre (1%) y Petit Verdot (1%).

Es muy satisfactorio degustar vinos de buena calidad. Pero, íntimamente, da más placer degustar buenos productos elaborados con sincera conciencia ambiental y social.