Por Alejandro Sciscioli

Cuando muchos vinos llegan a tu copa durante una cata o un evento multitudinario, debido al obvio bombardeo de productos que van siendo dados en degustación, muy pocos son los que quedan finalmente grabados a fuego en la memoria y en el paladar.
Hoy quiero describir a un muy buen hijo de Chile que me llamó poderosamente la atención durante la alocada Expo Vino Paraguay 2013, que tuvo lugar en Asunción del 4 al 6 de junio pasados.
Promediaba la última noche del evento. La gente, muy alegre luego de catar y catar, iba y venía por los salones del Carmelitas Center. Por un momento decidí hacer un alto y sentarme a disfrutar un enorme vaso con agua y, en ese preciso momento, se me acercó mi esposa, lista para “una sorpresa” y para proponerme un juego, según anticipó.
Sin saber la etiqueta que había en la copa, de muy buena gana accedí a participar de la adivinanza que me proponía: “este vino, ¿es argentino o chileno?”.
Entonces observé el color del enigmático amigo: intenso color rojo rubí, muy brillante. En nariz, me encantó: complejidad, notas herbáceas (mentol) y a mermelada de frutos rojos, especias, más un suave toque floral y un interesante dejo mineral. En boca me encontré ante un vino de buena estructura, con taninos dulces y maduros, muy equilibrado, sedoso, con un rico y largo final con un dejo a vainilla.
Me gustó. Mucho. Por ende, respondí a mi amada que estábamos ante un vino chileno, seguramente un blend. Se rió, me dio una palmadita en la espalda, y me dijo que el producto en cuestión era un Aresti Family Collection 2007, assemblage de Syrah, Cabernet Sauvignon, Merlot y  Petit Verdot.
Nos quedamos con “la patrona” conversando unos minutos sobre todo lo bueno que tiene el Family Collection para ofrecer y luego, haciéndome el desentendido, pasé por el stand del importador para solicitar que me sirvieran un poco, pues quería repetir la placentera experiencia y saborear ese producto único que puede enamorar a entendidos y principiantes por igual.
Buceando el archivo recordé que Aresti es una empresa familiar chilena fundada en 1951, cuando Don Vicente Aresti y su suegro, Alfredo López, deciden instalarse en el hoy famoso Valle de Curicó.
Asimismo, un tema a destacar es que la 2007 es considerada una de las mejores logradas en el país trasandino. Así que no deberíamos dejar pasar la oportunidad y “atacar” con furia este noble producto, previa decantación, por supuesto.
Tiene tanto vigor que bien puede aguantar algunos años más en botella y seguir evolucionando, pero los impacientes pueden descorcharlo y disfrutarlo ahora mismo.