Por Alejandro Sciscioli

Recuerdo que en uno de los primeros textos aportados para este espacio, allá por abril, me referí a un producto que se transformó en un vino muy caro a mis afectos. Me refiero al Cousiño Macul Antiguas Reservas Cabernet Sauvignon, un vino que desde hace años es muy apreciado por el público local.
Hay muchas y muy buenas anécdotas personales relacionadas con esa etiqueta, momentos muy bellos pasados en pareja, familia y amigos. Realmente, ¡cómo no apreciar una marca si las experiencias son intensas y positivas!
Sin embargo, hace muy poco reparé que de esa línea hay un ejemplar que no había llegado aún a mi copa. Me refiero al Antiguas Reservas Merlot, una etiqueta que siempre había querido descorchar, pero que por un motivo u otro no pude probar.
Releyendo los temas desarrollados a lo largo del año reparé en que sería interesante volver a la carga con el Merlot, una cepa a la que había desagraviado hace apenas unas semanas atrás, cuando conté la historia del odio que sentía por ella el excéntrico personaje protagonista de la película “Entre Copas”, interpretado por Paul Giamatti.
Fue así que no lo dudé más y, con la decisión tomada, fui adonde siempre hago las compras semanales, adquirí un par de Antiguas Reservas Merlot, y me preparé para un domingo de pasta, familia y buen vino tinto.
 
GARANTÍA DE CALIDAD. Varias veces afirmé en este espacio que hay marcas muy confiables que ofrecen productos para ser comprados con los ojos cerrados. En pocas palabras, marcas muy celosas de la calidad que mantienen siempre en alto sus estándares.
Claro que luego entra a jugar el gusto de cada persona, la indiscutible personalidad que da a cada vino la añada (el clima siempre es un factor decisivo), la temperatura de servicio, la comida que acompaña, el momento en que ese vino llega a la copa y hasta el humor de la persona cuando lo bebe. Es cierto, el disfrute siempre depende de muchos factores.
Pero más allá de tales cuestiones, sabemos que si compramos un Cousiño Macul muy difícilmente estemos errando la elección.
Pensando en ello descorché el primero de los vinos, el que de a poco se fue “evaporando” de la botella. Esa, sin dudas, es una buena señal.
Cuando lo serví decidí esperar un rato a que se abra, ya que se trata de un vino con crianza de 12 meses en barricas de roble francés. A la vista destaca un color púrpura profundo, en nariz tiene un agradable aroma a frutas rojas ya maduras con un sutil toque anisado (al que se suman notas tostadas), mientras que en boca presenta un cuerpo medio, de taninos maduros y equilibrada acidez. La pasta le iba muy bien: spaghetti con salsa roja suave, aunque creo que también combinaría muy bien con una salsa bolognesa y carnes de ave asadas.

DE CHILE, CON SABOR. Creo que a esta altura no haría falta aclarar que Cousiño Macul es un buen hijo de Chile. Este vino procede del Valle del Maipo, una zona vitivinícola emblemática en el país trasandino, de donde provienen excelentes productos.
En mi caso, sin ser un fanático del Merlot, pienso reincidir. Este Antiguas Reservas, sin dudas, tiene todo lo que un buen vino debe tener.

(Artículo publicado en la página 40 del diario Última Hora de Asunción el día 05/11/11)