Por Alejandro Sciscioli

Hace muy poquito tiempo atrás decía al inicio de una crónica vinera que las tardes asuncenas tienen hoy un atractivo adicional: los after office con cata de vinos que habitualmente se realizan en el bar de Casa Rica, conocido como El Molinillo de Café.

En este material voy contar los detalles de lo ocurrido a fines de setiembre último, cuando a las copas llegaron tres productos muy interesantes elaborados por Viña Ventisquero en Apalta, esa zona de Chile que se encuentra adentro del famoso valle de Colchagua.

La voz cantante durante el encuentro fue la de Ángel Marchant, miembro del equipo enológico de la viña, quien con paciencia y un gran espíritu pedagógico fue explicando a los asistentes sobre las particularidades de cada etiqueta.

El primer vino en copa fue Ventisquero Grey Merlot 2010, un vino con un muy lindo color rojo (algo más profundo que los Merlot tradicionales). En nariz se perciben notas a fruta roja fresca, suave dejo a cassis, leve nota a vainilla y un suavísimo fondo mentolado. En boca posee buena acidez y es sedoso, untuoso, redondo; sorprende con un final picantito.

Luego le llegó el turno al gran Vértice 2008, assemblage compuesto por Carmenere (51%) y Syrah (49%) sobre el cual mucho escribimos y, creo, lo continuaremos haciendo. Posee una enorme nariz con fruta roja fresca y en mermelada, un toque a especias (pimienta), con algunas notas a vainilla y chocolate, más un suave dejo floral. En boca presenta gran equilibrio entre fruta y madera, buena estructura, taninos suaves aunque presentes, exquisita redondez y largo final.

El gran final fue protagonizado por el enorme Pangea 2007, ícono de la viña compuesto íntegramente de Syrah. De color rojo rubí muy profundo y brillante, en nariz se destaca por sus notas a fruta roja cocida y mermelada, más un delicioso toque a uva pasa y kirsch. En boca es sedoso, redondo, picante, con taninos suaves, más gran cuerpo y estructura; en retronasal reaparecen las notas a kirsch, mientras se disfruta del muy largo final.