Por Augusto Román

La etiqueta de un vino, más allá  ser un elemento decorativo, es la tarjeta de presentación de un producto complejísimo. Los humanos venimos etiquetando el vino desde hace mucho tiempo: la primera etiqueta de la que tenemos noticias se utilizó en Egipto, hace unos 5.000 años, y lo sorprendente es que era una etiqueta muy completa, donde se podía leer el viñedo de donde procedía el vino, o quien lo había elaborado, por ejemplo.

Hoy día existen normas y leyes que regulan el etiquetado del vino. Aunque hay que decir que no existe una estandarización homologada para todas las etiquetas, y que cada zona vitivinícola tiene sus normativas de etiquetado, hay elementos comunes que debemos conocer. En este artículo vamos hablar de estos elementos comunes, mientras que en diferentes entregas iré tocando zonas en particular, pues sería muy extenso hablar de todas ellas en una sola.

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En una etiqueta podemos encontrar mucha información, pero también se puede dar la mala interpretación de ciertos símbolos que pueden ser ambiguos, es por eso que resulta tan importante hablar abiertamente sobre cuáles son las formas de etiquetado de cada zona vitivinícola del mundo.

Conocer las normas de etiquetado nos ayudará, por ejemplo, a no discriminar un vino que no tenga en la etiqueta el nombre de la variedad con la que está hecho, o que carezca de mención geográfica específica.

DETALLES. La información que generalmente nos dan las etiquetas de todo el mundo son:

- Marca: es el nombre comercial del producto y normalmente está impreso en un formato algo más grande que contrasta con el fondo.

- Capacidad volumétrica del envase: normalmente expresada en mililitros, centilitros o litros.

- Graduación alcohólica: se expresará en porcentajes por litro de la bebida. Esto quiere decir que si leemos en una etiqueta que el vino tiene 14% de alcohol quiere decir que por cada litro de vino hay 140 mililitros de etanol.

- Nombre de la empresa embotelladora y/o elaboradora, numero de registro, etc.

- Tipo de vino o característica cromática: Vino Tinto, Rosado, Blanco, generoso, de licor, dulce, seco, etc.

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Esta sería la información básica que podemos encontrar en todas las etiquetas, independientemente de la zona de elaboración.

Ni Argentina ni Chile distan mucho de la normativa internacional, aunque sin embargo disponen de ciertos símbolos propios de sus zonas de cultivo y que hacen referencia a ciertas características de sus vinos.

ARGENTINA. El vecino país tiene ciertas menciones optativas que están reguladas.

Reserva y Gran Reserva. Desde el año 2011 está regulado en Argentina el uso optativo de las palabras Reserva y Gran Reserva en el etiquetado de sus vinos (INV Ley N. 14.878 Resolución C11 C20 C22). Como bien decimos, no es obligatorio, pero si en una etiqueta vemos la palabra Reserva es que proviene de variedades bien definidas por ley y que tuvieron una crianza de por lo menos 12 meses en el caso de los tintos y 6 en el caso de los blancos y rosados. Aunque la Ley no especifica el envase de crianza podemos suponer que podrían tratarse de barricas de roble de 225 litros. Para poder utilizar la palabra Gran Reserva el vino tuvo que haber sido elaborado a partir de las variedades permitidas por ley y haber sido criado por un periodo no inferior a 24 meses para los tintos y 12 meses para los blancos y rosados.

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Denominación Varietal. Una característica principal en los vinos del nuevo mundo es la utilización en la etiqueta del nombre de la variedad con la que está elaborado el vino. Y aunque es raro encontrar una botella que no describa la variedad o variedades de uva utilizada en su composición esta no es una mención obligatoria y para que una etiqueta pueda llevar el nombre de la variedad debe tener por lo menos el 85% de esta uva en su ensamblaje final. Eso quiere decir que si vemos la palabra Cabernet Sauvignon en una etiqueta, ese vino tiene por lo menos el 85% de esa uva, pudiendo contener, claro está, otras variedades pero que no son de mención obligatoria. También debemos tener presente que, si en la etiqueta vemos el nombre de dos o más variedades, estas juntas suman un 90% del vino y que ninguna por separado representa una cantidad inferior al 10%.

Año de Cosecha. Para que un vino lleve el año de la cosecha en la etiqueta debe contener en su composición un mínimo de 85% de esa añada.

Denominación de Origen. En las etiquetas de los vinos argentinos podemos ver la zona geográfica de dónde provienen como Denominación de Origen si los mismos fueron elaborados bajos ciertos criterios y con la variedad Malbec, un ejemplo de ello es la DOC Lujan de Cuyo.

¿Y EN CHILE? En Chile, la utilización de los chips de madera (normalmente roble) está permitido. Estos chips darán al vino características organolépticas similares a las obtenidas por el proceso de crianza, pero no aportan al vino la longevidad que la microoxigenación de los envases de madera sí darán.

Sin embargo está claro que en Chile se utilizan, como en todas las grandes zonas vinícolas del mundo, barricas de roble o envases de madera como botas o fudres, y que si compramos un vino de calidad normalmente estos habrán sido criados en estos envases, porque como ya habíamos dicho en otro artículo, la madera no solo da al vino componentes aromáticos y gustativo-táctiles, sino que también aporta la posibilidad que ese producto dure en el tiempo.

En las etiquetas de los vinos chilenos también podemos ver las palabras Reserva, Gran Reserva o Reserva Especial, pero aunque no son sinónimos de un tiempo de crianza como en el caso de los argentinos, sí denotan ciertas características como que tienen un porcentaje más alto de alcohol que el mínimo permitido.

Para las menciones varietales se utiliza el mismo parámetro que en Argentina solo que el porcentaje baja. Un mínimo del 75% de la variedad de la mención para poder hablar de un vino "varietal"

Clásico y Superior. La mención Superior es bastante ambigua, pues se utiliza para vinos con cualidades organolépticas superiores, lo que en realidad no quiere decir nada. La mención Clásico hace referencia a que es un vino que ha sido elaborado con cepas tradicionales como la Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Carmenere, etc.

Denominación de Origen. La normativa chilena prevé tres calidades: los vinos con Denominación de Origen, los vinos sin Denominación de Origen y los Vinos de Mesa.

Indicar de qué lugar proviene cierto vino es un concepto que se utiliza en Europa desde hace siglos. Y es que como producto agrícola el vino depende mucho del lugar de producción para desarrollar ciertas características. Claro está que no hablaremos de calidad, pero sí de particularidad. Beber un vino de cierta región me da la oportunidad de entender el suelo y el clima que lo hizo posible, su gente, su historia, pero en ningún caso nos indicará que un vino es mejor, sino que es diferente al resto. Podrán indicar su origen cuando el 75% de las uvas provengan de una región determinada. Por ejemplo el Valle del Maipo.

Las etiquetas son la parte del vino con la que primero entra en contacto el comprador. Es por eso que resulta tan importante saber entender sus códigos, y aunque ellos no siempre sean sinónimo de calidad, sino simplemente una forma de indicarnos algo, muchas veces palabras rimbombantes como “Reserva Especial”  pueden inducirnos a la compra.

Lo importante es saber que, en el mejor de los casos, lo único que me van a indicar esos códigos es el tipo de vino que estoy comprando y no su calidad. A lo mejor, un vino que no tenga en la etiqueta la palabra “Reserva” llene mis expectativas. Por eso es tan importante comprar el vino en lugares en donde personal capacitado nos va a guiar. Toda la demás literatura descriptiva que tienen las etiquetas normalmente no indican nada; hay que tener en cuenta que son notas de las bodegas y que al no estar reglamentadas pueden decirnos cosas que a veces no se ajustan a la realidad.

Como siempre, te invitamos a que pruebes vinos, a que leas las etiquetas y a que compares, pues beber vino hace que cualquier momento se convierta en especial.

Salud.