Hay un artículo que estamos debiendo desde hace mucho tiempo a los lectores de Parawine: los aspectos a tener en cuenta cuando se procede a la cata de un vino. Tomamos consciencia de esa asignatura pendiente cuando, recientemente, nos topamos con un muy buen artículo publicado en la sección “Wine Magazine” de la página web de Viña Concha y Toro.
En el material, Claudia Juárez, la sommelier de Concha y Toro en México, explica todo lo que el catador neófito debe tener en cuenta cuando, tras llegar el vino a la copa, se apresta a dar rienda suelta al placentero momento del análisis.
“La cata de un vino se divide fundamentalmente en tres pasos: Vista, Olfato y Gusto. Vale decir, la experiencia del vino es multisensorial y es importante enfrentarse al vino desde estas tres diferentes dimensiones para poder obtener la mayor cantidad de información posible de cada copa”, comienza explicando la profesional en la publicación.
“Así podrás identificar las diversas características del vino a través de su color, sus aromas y el tipo de reacción que produce al contacto con la boca. De esta forma serás capaz de sacar tus propias conclusiones y, si te entusiasmas, podrás elaborar una nota de cata a tu gusto, describiendo y recomendando los mejores platos para acompañar cada vino, según tu apreciación”, prosigue.
Y antes de pasar a explicar cada paso, Claudia brinda algunas recomendaciones muy sencillas e importantes para comenzar a catar tus vinos en casa sin necesidad de ser un gran experto: “contar con copas lisas, transparentes y preferentemente de cristal, un lugar libre de olores y aromas con buena iluminación, así como también tener el vino a la temperatura adecuada”.
PRIMER PASO: VISTA. La primera impresión siempre es importante. Los colores del vino nos permitirán conocer algunas de sus características.
“Lo primero que debes hacer es inclinar tu copa a 45 grados sobre un fondo blanco para comenzar a evaluar su color, el que puede variar acorde a su edad. Por ejemplo, en el caso de los tintos, podemos encontrar colores púrpuras y violáceos durante su juventud, mientras que en los vinos de más edad, colores teja o naranja”, puntualiza la experta en el post.
“En los blancos, encontraremos colores amarillos claros y verdosos en su juventud y en los más adultos, colores amarillo paja, oro nuevo u oro viejo. Posteriormente, debes confirmar que el vino no tenga presencia de sedimentos y que sea limpio y brillante”, continúa.
Finalmente, explica que “en esta etapa, el vino debe pasarse suavemente por las paredes de la copa y notar cómo se adhiere hasta formar unas gotas, llamadas lágrimas o piernas. Si son delgadas, refiere que será un vino ligero en boca, y si son gruesas, a un vino de mayor cuerpo. Si éstas caen lentamente, nos indica que es un vino con buena concentración de alcohol y por el contrario, si caen rápidamente, nos indica que es un vino bajo en alcohol”.
SEGUNDO PASO: OLFATO. “Esta es una de las etapas más subjetivas, ya que la memoria olfativa es distinta en cada persona”, advierte la sommelier a modo de introducción.
“Para comenzar, debemos acercar el vino a la nariz y comprobar que éste sea agradable y que encontremos aromas (cualidades) y no olores (defectos). Después, ir de lo general a lo particular, es decir, englobar el vino en grupos aromáticos, si es frutal, floral, herbal, vegetal o especiado y posteriormente, tratar de encontrar el máximo de aromas que podamos de acuerdo a nuestra capacidad olfativa, sin olvidar que la nariz es un músculo que debemos de ejercitar, así que entre más juguemos con ella, mayor cantidad de aromas podremos percibir. Y por último, catalogar si el vino fue agradable, elegante o complejo”, destaca.
TERCER PASO: GUSTO. “Esta es una etapa donde confirmaremos los puntos anteriormente analizados. Para ello, debemos de dar dos tragos de vino, el primero tiene como objetivo limpiar el paladar y el segundo, analizarlo”, indica.
Luego, el catador comenzará “a medir su fuerza en paladar, si es ligero, medio o potente así como su acidez (salivación en boca), si es agradable o muy marcada, si es dulce o seco y posteriormente su textura, en los tintos si es áspero o aterciopelado, y en los blancos, si es sedoso o ligero, y debemos de concluir con la medición su permanencia en boca, si es corta, media o larga”, finaliza Claudia Juárez.
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(N. de la R.) El presente artículo ha sido extractado del blog Wine News, que edita en su web oficial la Viña Concha y Toro. Para leer el artículo en su fuente original, hacer clic acá.