Por Alejandro Sciscioli
Personalmente creo que toda primera vez es importante. Desde el primer beso hasta la primera visita al estadio del club de nuestros amores. Sin dudas, esos momentos que marcan un antes y un después suelen quedar marcados a fuego en la memoria.
Por ello, con mucho placer recuerdo a la perfección la primera vez que visité la cava que la megatienda Monalisa posee en Ciudad del Este, en la esquina de las avenidas Carlos Antonio López y Monseñor Rodríguez. Fue antes de la Semana Santa del año 2009, con motivo de un artículo que debía preparar para la revista HC Gourmet, teniendo en cuenta el enorme surtido de vinos europeos que ya en aquel entonces era posible adquirir en ese local estratégicamente ubicado en la frontera entre Brasil y Paraguay.
Por supuesto quedé maravillado por la enorme cantidad de propuestas de vinos franceses. Y claro, redactar ese artículo resultó tan fácil como divertido.
Por motivos que van más allá del vino y están relacionados con otra de mis actividades profesionales (soy titular de una empresa que se dedica al monitoreo y análisis de medios), recientemente volví a la capital del departamento de Alto Paraná. Y claro, no pude sucumbir a la tentación de visitar una vez más aquel espacio.
Quiero aclarar que entre la recordada primera visita y la última, muchas veces estuve en el subsuelo de Monalisa mirando (y comprando) las diversas propuestas, todas enormemente tentadoras. Salvo que en esta oportunidad tuve un anfitrión de lujo: Ali Birani, gerente comercial de la empresa, quien se tomó toda la mañana y parte de la tarde para guiarme dentro de la súper tienda e invitarme un delicioso almuerzo en el restaurante que está en el cuarto piso del edificio.
Incluso logró que Sharif Hammoud, principal directivo de esta compañía familiar, se sentara a la mesa de la confitería que se encuentra en el tercer piso de la tienda para compartir un café y conversar sobre diversos temas que hacen a la dura realidad comercial que actualmente atraviesa Ciudad del Este, así como los inicios de la empresa nacida a comienzos de la década de 1970.
Hammoud subrayó que la situación actual es realmente complicada, teniendo en cuenta la situación económica en Brasil (recordemos que de allí llegan en los tiempos de bonanza la mayoría de los compradores a la ciudad comercial), aunque destacó que la realidad de los negocios en la frontera era esa y se mostró optimista de cara al futuro, opinando que así como desmejoró, tal coyuntura cambiará y los compradores volverán a Paraguay.
Con respecto a la cava, dijo con mucho orgullo que la misma es la más y mejor surtida de todo el Mercosur.
EL VINO. La parte crucial y más jugosa del recorrido, sin dudas, fue el momento en el cual decidí “perderme” entre las decenas de cajas que están expuestas en la cava de Monalisa.
Un aspecto que resulta imposible dejar de destacar es la híper especialización en vinos franceses de la tienda. Y yendo más a fondo, en una de las más apreciadas regiones de Burdeos: Saint-Émilion. Aunque también es posible encontrar Médoc, Margaux, Pomerol y Pauillac, entre otras.
Y como muestra basta un botón: en un solo rincón de la tienda hay sendas cajas expuestas con los íconos más importantes de Burdeos (que sin dudas son superlativos embajadores de la viticultura francesa toda), y que por supuesto están en venta: Cheval Blanc, Petrus y Chateau Latour.
Claro que hay espacio para más regiones francesas, como Champagne (la marca Taittinger tiene una participación destacada), Borgoña, Ródano y Provenza, entre otras.
Pero el resto de Europa también dice presente. En ese sentido, Ali destacó que Monalisa está abriendo espacio en la cava para más procedencias. Y mientras paseábamos entre cajas, estanterías y botellas, pude ver varias alternativas de grandes vinos italianos (Brunello di Montalcino, Chianti, Amarone della Valpolicella y Barolo), españoles (Rioja, Ribera del Duero y Priorat) y portugueses. Incluso hay opciones de otras partes del mundo, menos Sudamérica, ya que la política de la casa es que los compradores que llegan a la tienda puedan encontrar allí rótulas y procedencias que no puedan adquirir en su propio país.
Sería muy engorroso ponerme a precisar cada etiqueta porque allí tienen expuestas centenares de ellas, lo que se traduce en un stock de millares de botellas. Aunque sí puedo decir que hay vinos europeos aptos para todos los bolsillos: desde US$ 10 hasta cifras que asustarían incluso a la más pudiente chequera. Aunque claro, si están disponibles esos vinos es porque hay clientela que los adquiere.
Vale destacar que la cava se mantiene a una temperatura de entre 14 a 17 grados durante todo el año, con 60 a 70% de humedad, para que los vinos puedan mantenerse en estado óptimo.
PUNTOS DE VENTA. Otro aspecto a destacar es que, en breve, con la próxima inauguración del Shopping Paseo La Galería en nuestra capital, Monalisa tendrá en Asunción un enorme show room en el cual comercializará no solamente vinos, sino gran parte de las marcas de lujo que pueden encontrarse en Ciudad del Este.
Este importante nuevo punto de venta se suma a tres sitios en los cuales es posible conseguir los vinos de Monalisa: Casa Rica, Nunciata y Whisky House. Asimismo, las etiquetas están presentes en numerosos hoteles y restaurantes de la capital (entre ellos Le Sommelier).
Sin embargo, si el lector está intrigado en cuanto al enorme listado de productos de Monalisa, en Asunción la compañía trabaja con un responsable de mercado, el sommelier italiano Francesco D'Angela. Por ello, quienes deseen mayores datos pueden comunicarse escribiendo a francesco.dangela@monalisa.com.py.
Cordial como siempre, Frank tendrá la respuesta concreta a las consultas enviadas.

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