Por Florencia Parodi

La pizza es una de las comidas que no tiene detractores. Las posibilidades de sabores que pueden combinarse en una masa son millones. ¿Con qué vino tomar cada estilo? Existen algunas premisas que podemos tener en cuenta para elegir un maridaje.

Primero hay que saber que los vinos tienen ciertos componentes y cualidades que los hacen más o menos aptos para ciertas comidas. Los taninos, la acidez, el cuerpo y el nivel de azúcar son algunos de los factores que deben guiarnos cuando maridamos.

Es así como platos con carne se llevan bien con los tintos por el cuerpo y los taninos. Platos con mucho picante no aceptan taninos, ya que se vuelven más amargos, mejor elegir blancos aromáticos y hasta algo dulzones. Ensaladas mejor con blancos, platos grasosos con vinos con cuerpo y acidez, entre otras recomendaciones.

Ahora bien, cuando hablamos de pizza la cuestión podría complicarse, ya que en un solo rectángulo podemos encontrar ingredientes de distintos tipos. Sin embargo, en esta nota vamos a darte algunas ideas para que todos queden contentos.

Pizzas con carnes rojas: En estos casos, la carne va a robarse el protagonismo de los demás ingredientes, por lo cual, el vino tiene que estar a la altura. Un Cabernet Sauvignon, un Cabernet Franc e incluso un Syrah no van a fallar, pero elegiría una cosecha joven. Un blend de tintas puede ser otra opción, de esos a base de Malbec que abundan en Argentina.

Pizzas con hongos: Los hongos son complejos a la hora de combinar, pero no imposibles, ya que está demostrado que el Pinot Noir es el mejor compañero de los sabores terrosos y la textura particular de los hongos. Idealmente un Pinot del nuevo mundo, uno de los clásicos norteamericanos o uno de clima frío como los patagónicos que están haciéndose notar. Si no sos muy fan del Pinot, los Bonarda y los Merlot tienen fama de ir muy bien con hongos, todo se trata de gustos. Lo importante es que sean tintos de taninos medio bajos, con más cuerpo que un blanco.

Con frutos de mar: Nos encanta la “pizza-paella”, esa que une cocina italiana con española. En estos casos nos jugamos a los blancos y entre ellos, hay muchas opciones. Un Riesling bien aromático, fresco y delicado es una alternativa, un Albariño de mil maravillas y tal vez un Chardonnay sin madera o incluso un Sauvignon Blanc bien fresco. ¡También los espumosos secos irán perfectos!

Pizzas con pollo: Uno de los sabores más repetidos en las cartas de pizzerías paraguayas es la de pollo y catupiry. Tiene sus detractores que la tildan de antipizza, pero la realidad es que se trata de una de las preferidas por el público en general. ¿Cómo la maridamos? El pollo no deja de ser carne y tiene bastante protagonismo, el catupiry es suave y la muzzarella grasosa. Tres propuestas vienen a la mente, un buen Chardonnay con madera, podría ser uno de Napa Valley, con cuerpo y consistencia que acompañe la cremosidad de la pizza; un rosado a base de Malbec y como tercera opción, un blanco Viognier, frutal pero con cuerpo como para hacer frente.

Pizzas vegetarianas: Hay quienes disfrutan de las pizzas con muchos vegetales y el maridaje aquí depende de qué tipo de vegetales lleva como topping. Por ejemplo, si es una pizza que lleva rúcula, un Sauvignon Blanc o un Albariño pueden ser muy buena opción. Si es una pizza con brócolis, locotes, berenjenas, podés acompañarla con rosados bien frutales y por qué no, un vino espumoso seco también será buen aliado del plato.

SABORES CLÁSICOS. Vinos para lo que nunca falta en el menú de una pizzería.

Margarita: Acá la albahaca es protagonista por su intenso sabor, lo que nos lleva a recomendar blancos herbáceos como el Sauvignon Blanc por ejemplo, sobre todo de climas fríos. Pero, como también tenemos queso y tomates, podemos elegir un rosado suave, uno de Provence y ver qué tal la combinación. Un Sangiovese joven es otra opción.

Napolitana: Si esta pizza fuera Batman, su Robin sería la Sangiovese. Dicen que la receta original 
lleva anchoas, pero en Paraguay normalmente es opcional, así que te recomendamos como si no las tuviera. Pero si las tiene, es mejor ir por los blancos y un Torrontés es una muy buena opción.

Pepperoni: Otra gran estrella de la carta. Acá podemos buscar un tinto con más cuerpo y crianza pero con un perfil frutal, como un Malbec con barrica y hasta un Merlot bien de nuevo mundo pueden funcionar muy bien. Pero si el embutido es picante, lo mejor será pensar en un espumoso seco, rosado o blanco.

Muzzarella: Para algunos, la pizza de los indecisos. La que nunca falla porque no tiene nada (¡aunque hacer una buena pizza muzzarella es todo un arte!). Acá podemos ir nuevamente con un Malbec frutal y joven o bien ir con una apuesta segura por un rosado. No nos equivocaremos si optamos por un espumante también, idealmente seco.

4 quesos: Entre los 4 siempre hay un roquefort o un azul, quesos intensos que se roban el protagonismo y nos piden potencia en el sabor. Aquí es donde el Cabernet Sauvignon puede irrumpir y por qué no, un Cabernet Franc con sus taninos rugosos. Animarse a un blend también puede ser una opción. Lo importante es recordar que en este plato hay mucha grasa y un sabor muy intenso como el del queso azul, por lo que necesitamos intensidad de sabor y taninos que limpien el paladar.

¿Te animás a probar alguna de estas recomendaciones?

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