Por Daniel Fassardi

El mes último me tocó preparar un material en el cual debía analizar 3 Pinotage sudafricanos de diferentes marcas, como una manera de empezar a entender de qué se trata la viticultura de este destacado país del nuevo mundo vitivinícola. El tema es que, terminado y entregado el texto, de ninguna manera resultó saciada mi curiosidad e igualmente me quedé con ganas de más.

Y cuando ello ocurre, no me quedo pensando en que “tengo ganas de”. Simplemente me dedico a cumplir con el antojo. Fue así que subí al auto, me dirigí al súper más cercano a mi sacrosanto hogar y compré dos botellas de una de las tres marcas catadas para la nota arriba mencionada. Como ya habrán visto en la foto, se trata del Nederburg The Winemasters Shiraz 2014, un vino que en lo personal me resultó muy agradable.

Como siempre hago cuando quiero descubrir algo nuevo, llamé a mi querida amiga S. para que me acompañe en el rito del descorche, el análisis y el posterior disfrute, porque claramente no nos quedamos toda la velada hablando del vino, sino que una vez cumplida la misión analítica nos entregamos a beber y pasar un buen rato en la mejor compañía.

Entonces, ¿con qué nos encontramos en la copa? Con un vino que da bastante más que los 72.000 guaraníes que cuesta (vale recordar que ese precio puede variar sensiblemente de acuerdo con el punto de venta). 

A la vista se presenta un color rojo rubí profundo y brillante, mientras que en su nariz de intensidad media se percibe muy frutal, con clarísimas notas a ciruela y algo de cereza, más agradables notas ahumadas y un levísimo punto a chocolate y especias. Entra en boca con un saludo dulzón, aunque el vino es seco, de acidez media, buen cuerpo y taninos robustos, obsequiando un final largo y muy agradable, en el cual aparece toda la frutosidad. En suma, muy fácil de beber.

Posteriormente me tomé el atrevimiento de buscar más datos sobre esta etiqueta y me enteré de que las uvas se obtienen de viñedos ubicados en Durbanville, Filadelfia Paarl y Stellenbosch, siendo los dos últimos los más famosos de Sudáfrica y desde donde provienen sus vinos más famosos. Tal vez el detalle más interesante es que el vino entra en contacto con una combinación de roble francés y americano por un período de 18 meses. Entonces es posible decir que la madera se ha integrado muy bien y de ninguna manera esa crianza interfiere con el carácter frutal de lo que llega a la copa. ¡Lo que es muy bueno!

En verdad, un vino que vale la pena conocer y disfrutar, cosa que hicimos con mi querida S. mientras saboreábamos unas muy buenas empanadas caseras hechas por sus hábiles manos y, por supuesto, terminábamos la primera botella. ¿Qué hicimos con la segunda? Eso da para otro relato.

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