Por Daniel Fassardi

Me considero uno de esos vineros que siempre andan curiosos, buscando “aquella” etiqueta que de alguna manera deje un recuerdo imborrable. Un vino que subyugue desde la primera nariz, que me dé un tremendo cachetazo de placer cuando, al probarlo, demuestra que tiene la capacidad de persistir interminablemente en boca. 

A lo largo del tiempo tuve la gran suerte de toparme ante muchos de estos ejemplares inolvidables, de las procedencias más diversas. Y hoy, a pedido del editor de esta web, comparto con los lectores mi último gran descubrimiento. Un descubrimiento que, claro, ya hicieron otros antes que yo, pero como para mí el vino en cuestión es inédito, pues nunca lo había probado antes, me atrevo a llamarlo “novedad” aún a pesar de que el mismo se comercializa en el país desde hace varios años.

El protagonista de este relato es FINCA LAS MORAS GRAN SYRAH 2013, elaborado íntegramente con uvas de esa variedad tinta provenientes de los valles de Zonda, Tulum y Pedernal, que son las tres principales zonas productoras de la provincia argentina de San Juan. 

Como no podía ser de otro modo, la “culpable” del descubrimiento fue mi querida S., quien había tomado nota de algunos comentarios positivos que amigos en común habían alzado en Facebook. Así, se acercó al show room de la importadora de la marca para adquirir un par de botellas y, luego, venir directamente a mi casa para la degustación correspondiente.

Tras el descorche, ni bien lo probé me di cuenta de que este muy buen embajador vitivinícola de Argentina tiene todo lo necesario para ingresar a mi selecto club de “inolvidables”. En pocas palabras, es un vinazo: en su intensa nariz obsequia maravillosas notas a fruta negra y algo de roja (en ambos casos, maduras),  especias, pimienta, chocolate y un punto ahumado (lo que se explica por sus 18 meses de crianza en barricas nuevas francesas y americanas), más un intrigante aroma que me recordó a higos en compota; en boca todo es potente (cuerpo, taninos, volumen, alcohol y acidez) y, el final, muy largo y delicioso.

Cada vez quiero menos meterme en la cocina. Por ello recurrimos a un delivery para atender las necesidades comestibles: esta vez empanadas al horno encargadas a un simpático bolichito de Sajonia que se llama Madero. Las que mejor armonizaron fueron las de lomo salteado. Más allá de esta parte anecdótica, imagino a este vino como un noble compañero de platos a base de cordero, por supuesto. 

Para no extenderme demasiado simplemente diré que S. lo hizo una vez más. Logró despertar mi curiosidad y sacarme de la zona de confort para traer a mi copa algo que volveré a comprar una y otra vez. ¡Y lo mejor de todo es que tiene un precio muy accesible!

La segunda botella que llegó a mi casa también fue atendida como corresponde, durante la misma velada. Aunque, claro, esa ya es otra historia. 

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