Por Alejandro Sciscioli

En la remota Isla de Pascua, en medio del inmenso Océano Pacífico sur, hay unos enormes tótems de piedra que han despertado la curiosidad de científicos en todo el mundo. Son los famosos moais, figuras con formas humanoides que “adornan” las costas de esa singular tierra y que tienen unas facciones muy especiales esculpidas en sus rostros. La manera en que esos monumentos fueron construidos y cómo los indígenas autóctonos lograron transportarlos desde su sitio de construcción hasta la costa continúa siendo hoy todo un misterio.
Lo que no resulta tan misterioso, sin embargo, son las características de un vino que lleva el nombre Misterio y que tiene estampadas en sus distintas etiquetas las figuras de rostros pétreos con fisonomías muy similares a las de los moais (las formas y colores de esas figuras van cambiando según la cepa).
Con Misterio somos viejos conocidos. Tanto, que ya no recuerdo la primera vez que llegó a mi copa. Sin embargo, lo bueno es que siempre resulta interesante reencontrarme con él y comprobar que sigue siendo un producto noble, agradable y fácil de tomar.
Y como corresponde, antes de sentarme a escribir estas líneas, la casualidad volvió a reunirnos para el ameno ejercicio de la degustación y el deleite. El motivo fue una descomprimida tertulia entre amigos, realizada en casa de uno de ellos. Cuando nos reunimos es para nosotros obligatorio respetar una regla de oro: el anfitrión siempre es quien elige el vino. Ignacio, el dueño de casa, decidió convidar a sus invitados con esta peculiar etiqueta, elaborada por la argentinísima Bodega Finca Flichman.

TOQUE EXÓTICO. Si uno lee la etiqueta de este vino o si busca información en el sitio de internet de la bodega, se observa que, con inteligencia, se plantea un juego de palabras en el que no se dice mucho y se logra poca información. Con ello justamente se busca aumentar el clima de “misterio” que en teoría encierra este vino.
A la vista presenta el rojo rubí típico del Malbec, con los destellos violáceos propios de un vino joven (tomamos un cosecha 2010). En nariz es bastante expresivo y tiene fruta roja fresca. En boca se perciben ciertas notas tostadas, lo que indica algún paso por madera, y un cuerpo interesante. Un buen Malbec argentino que tiene mucho para decir a quien quiera escucharlo.
En general, entonces, se trata de un vino equilibrado, muy amistoso, ideal para beber entre amigos y acompañar carnes rojas grilladas o estofadas, cordero, chivito, pastas suaves o, por qué no, algunas empanadas al horno.

ÉXITO EN INGLATERRA. Una de las peculiaridades de este vino, según leí no hace mucho en una revista especializada, es su enorme éxito en Inglaterra, uno de los mercados más importantes y exigentes. No tengo los datos locales de comercialización, pero imagino que también las cifras de ventas deben ser muy buenas. Este suceso se explica en la buena calidad de lo que llega a la copa, su precio competitivo y la etiqueta que cautiva al comprador desde la primera mirada.
He aquí el misterio desentrañado de un Misterio que se merece la buena consideración del público.

(Artículo publicado en la página 38 del diario Última Hora de Asunción el día 30/07/11)