Por Alejandro Sciscioli

Hay años que, por su importancia, permanecen de modo indeleble en la mente de las personas, los países u organizaciones. Por ejemplo, si dijéramos 1811, todos responderían que se trata del año en que se declaró la independencia nacional. ¿1492? El descubrimiento de América. ¿1912? Fue cuando se produjo el hundimiento del Titanic. ¿1945? El año en que acabó la Segunda Guerra Mundial.
¿Y si te digo 1865? Para muchos este año podría no significar nada, pero para los vineros y para quienes están entrando en este apasionante mundo, ese año tiene un significado preciso. Se trata de la fecha en que se fundó la Viña San Pedro y, ya como el nombre propio de una etiqueta, uno de los vinos de alta gama con los que la bodega chilena recuerda ese momento particular en su vida empresarial.
Hace poco, conversando con unos amigos durante una cena, me comentaron que habían probado el 1865 Cabernet Sauvignon, de la cosecha 2009, y destacaron que lo habían disfrutado mucho. Como siempre me ocurre cuando no puedo recordar un vino, el disco duro que tengo en el cerebro (y que muchas veces falla, por cierto) comenzó a procesar la búsqueda entre los datos para ver si había degustado o no ese vino en particular.
Recordé el reciente viaje a Chile, en cual conocí la Viña San Pedro; vi en primer plano el 1865 Syrah 2009 que nos dieron a probar durante esa travesía y me había gustado mucho (lo sirvieron junto con unas espectaculares empanadas chilenas); también tengo en mente haber notado las botellas de esta etiqueta durante mis excusiones de compras vinísiticas... Pero no, al Cabernet Sauvignon no lo había probado nunca.
¿Qué hice? ¡Exacto! Fui a comprar un ejemplar de tan noble prosapia para degustar y, luego, compartir en esta columna.

FRUTADO Y CON BUEN CUERPO. Luego de cumplido el ritual de la compra, llamé a mi amigo Mauricio, chileno de ley, para que me acompañe en el juego probar y comentar.
¿Qué nos pareció? A la vista destaca su color rojo rubí profundo y brillante. En nariz es interesante, pues tiene un agradable equilibrio entre fruta y madera, con notas a vainilla y algunos toques a mermelada. En boca, finalmente, posee buen cuerpo y estructura, con notas a vainilla y chocolate, especiado y algo picantito, más taninos presentes pero agradables
Luego decidimos espiar por internet la web de la viña, y descubrimos que este vino tiene una guarda de 12 meses en barricas francesas de roble (95%) y americanas (5%), de las cuales la mitad son nuevas y la otra mitad de segundo uso.
Con tan esmerada descripción está claro que nos gustó mucho. Es más, decidimos que pronto volvería a nuestras copas.

CON COMIDA, MUCHO MEJOR. Si bien es cierto que a muchos vinos es bueno beberlo solos, pues resultan excelentes opciones para el aperitivo, este 1865 es uno de esos ejemplares que, además de ser buenos solistas, se transforman en excelentes compañeros a la hora del maridaje. Va muy bien con carnes rojas en general (si son a la parrilla, mejor), carnes de caza, quesos grasos de sabor fuerte, y por qué no, algún postre a base de chocolate semiamargo.
¡Salud y hasta la semana que viene!

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(Artículo publicado en la página 38 del diario Última Hora de Asunción el día 08/10/11)