Por Gonzalo Faccas Tonelli

Lo primero que me consultan cuando les hablo de este vino que elaboro con tanta pasión es si mi abuelo, mi padre o quién dentro de mi árbol genealógico, que se dedicaba a la vitivinicultura, se llamaba Gonzalo. Es cierto que mi padre, quien me inspiró a involucrarme en este mundo del vino, se llama Jorge Gonzalo Faccas. Pero la verdadera razón del nombre tiene relación con mi época de estudiante, cuando viví un tiempo en Boston, Estados Unidos. En ese entonces surgió la idea de tener un vino propio.

Yo soy la cuarta generación de mi familia que trabaja en esta industria. Mi familia por parte de mi madre, hace muchos años ya que posee fincas productoras de uva de excelente calidad en provincia de Mendoza. Esto se inició con la llegada desde Italia de mi bisabuelo, Luis Tonelli, en el año 1887. Él fue uno de esos primeros emprendedores que llegaron a desarrollar esta actividad en la provincia que hoy es conocida en el mundo entero por sus vinos.

Durante ese período que viví como estudiante en Estados Unidos, observé que comenzaban a tener importancia dentro de las góndolas de las licorerías los llamados en ese entonces, año 1998, “South American Wines”. Todavía se trataba como toda una región sin demasiada distinción entre países. Ahí surgió la idea de cambiar la tradición familiar de vender uvas a las principales bodegas de la provincia para comenzar a tener un vino con marca propia.

Pueden imaginarse la cantidad de posibles nombres que surgieron para el vino con toda la historia que mencioné antes de mi bisabuelo, sumado a los 10 hijos que tuvo, todos dedicados a esta industria, mi abuelo Italo Tonelli, ingeniero agrónomo y apasionado por las viñas, los nombres de las antiguas fincas, etc. Pero grande fue mi sorpresa cuando de las 10 marcas que intenté registrar para un vino, 9 tuvieron objeciones por parte de bodegas y personas que ya tenían registradas marcas similares. Mi presupuesto de estudiante en ese entonces no era holgado como para destinar parte del mismo a pelear judicialmente e insistir en poder inscribir las mismas. Muchas de ellas no tenían casi relación con las marcas que me presentaban objeciones, pero el proceso de inscribir marcas es así.

Una marca que quería registrar con la idea de poder regalársela a un hijo mío el día que hubiera recorrido un largo camino en la industria fue “Don Gonzalo”. Era una marca que había existido pero que nadie había renovado, por esta razón no podían presentarme objeciones. De esta forma el primer vino propio que embotellé con marca propia llevó este nombre.

El vino “Don Gonzalo Máximo” busca ser la máxima expresión del Malbec Don Gonzalo, inspirado en el nombre de uno de los miembros ya de la quinta generación familiar: Máximo Faccas Saccarello.

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