Por Alejandro Sciscioli

¿A quién no le gusta viajar? No encontré una sola persona que no ponga ojos soñadores y cambie de semblante cuando comenta que está planificando un viaje o bien que ya ha realizado uno. Claramente, quien firma estas líneas no es la excepción.

Por ello, con enorme alegría recibí el llamado de uno de los directivos de la importadora Frutos de los Andes, quien me comunicó que había sido seleccionado para ser parte de un gran viaje en el cual la finalidad era conocer a sus bodegas representadas, todas con sede en Mendoza.

Y lo mejor de todo era que, como si el Universo hubiese conspirado a mi favor, el itinerario iniciaba exactamente el día en que estaba culminando una visita de trabajo a Buenos Aires. Es decir que no debía realizar ningún esfuerzo, salvo llevar una maleta con más ropa por la cantidad de días que iba a estar fuera del país. 

Entonces, en lugar de tomar el vuelo de retorno a Asunción, me subí a un avión que me dejó en la maravillosa tierra del sol y el vino, por segunda vez este año (sobre el primer periplo escribiré en las semanas venideras, lo prometo).



Esta historia inicia el pasado lunes 3 noviembre, a última hora de la tarde, cuando aterricé en el aeropuerto El Plumerillo de la ciudad de Mendoza. Teniendo en cuenta que el grueso del grupo de Paraguay había llegado antes, en lugar de dirigirme al hotel subí a un taxi que directamente me llevó a Bodega Benegas, casa vitivinícola que tiene una riquísima historia familiar y que visité por primera vez allá por febrero de 2004, cuando tuve el honor de ser parte de la comitiva de periodistas latinoamericanos que participó del tour anual organizado por Wines of Argentina.

Llegué justo para realizar la visita a la centenaria infraestructura, rescatada del olvido por don Federico Benegas, patriarca, enólogo y principal referente de la casa de vinos que lleva su apellido, quien adquirió la bodega, la reacondicionó y se lanzó a hacer vinos argentinos con una clara inspiración francesa.

Luego de recorrer las zonas de piletas de hormigón, las cavas subterráneas y la impresionante sala de barricas llegó el tan deseado momento de probar los vinos, acompañados por una carne a la parrilla verdaderamente espectacular. 



¿Qué llegó a las copas? Una selección increíble, presentada nada menos que por don Federico Benegas, descendiente de don Tiburcio Benegas, quien muchísimos años antes, allá por la década de 1880, fundó una empresa denominada El Trapiche, que posteriormente fue atomizada y comercializada, incluyendo marca, bodega y fincas. Luego, Federico sintió el llamado del vino que fluía en sus venas y recuperó una finca familiar, adquirió la antigua bodega donde nos encontrábamos y salió al mercado utilizando su notable apellido.

Así, degustamos Juan Benegas Malbec, Luna Benegas Cabernet Sauvignon, Benegas Malbec Estate, Don Tiburcio Blend, Benegas Single Vineyard Malbec (Gualtallary) La Encerrada, Benegas Blend Single Vineyard La Libertad, Benegas Lynch Malbec Finca La Encerrada y Benegas Lynch Cabernet Franc Libertad Estate.

Si bien nos encontramos ante una cartera de enorme calidad, debo decir que me enamoré perdidamente del Cabernet Franc Libertad Estate, un vino presente en el mercado local y que no puede faltar en tu cava.



ALTOS LAS HORMIGAS. Érase una vez una bodega que fue fundada en Mendoza por capitales italianos y cuyo nombre original fue Altos de Medrano, en honor a ese sitio específico de la región de Luján de Cuyo donde está asentada. Pero luego, viendo la enorme influencia que en la zona tenían unas laboriosas y belicosas hormigas nativas, su nombre cambió a Altos Las Hormigas. También vale aclarar que el nombre hace referencia al trabajo de equipo en el cual se inspira el grupo humano que conforma la bodega.

Hoy, esa casa de vinos se transformó a fuerza de premios, altos puntajes y la preferencia de un creciente público en numerosos mercados (entre ellos el de Paraguay) en un referente del Malbec. Y anteriormente fue pionera en lo que hoy se conoce como viticultura de precisión, que presta atención a los micro terroir que es posible identificar en cada finca, tanto en Luján de Cuyo como en Valle de Uco.

Hacia allí nos dirigimos durante la mañana, para interiorizarnos en el trabajo que la bodega desarrolla.

Nos aguardaba la siempre amorosa Estefanía Litardo, la  export manager de la firma, quien nos transmitió la filosofía de una bodega que es dirigida enológicamente por el premiado Leonardo Erazo, ¡que se sumó al grupo para almorzar!

Otra estrella mendocina también nos acompañó, esta vez  desde los fogones fue el cocinero Pablo del Río, alias “Camarón”, fundador de Siete Cocinas de Argentina y Fuente y Fonda, quien llegó con su equipo hasta la bodega para aportar su talento a un impecable menú.



Probamos unas joyitas: Colonia Las Liebres Bonarda Clásica 2017, Altos Las Hormigas Malbec Clásico 2016, Altos Las Hormigas Terroir Luján de Cuyo 2016, Altos Las Hormigas Terroir Valle de Uco 2015, Altos Las Hormigas Reserve Valle de Uco 2014, Altos Las Hormigas Appellation Paraje Altamira 2015, Altos Las Hormigas Appellation Gualtallary 2014 y Colonia Las Liebres Brut Rose de Bonarda (espumoso de método tradicional que lleva 12 meses de crianza sobre lías).

Como dato adicional vale destacar que la historia de Altos Las Hormigas comienza en 1995, con la visión de Alberto Antonini y el compromiso de Antonio Morescalchi. Antonini, reconocido enólogo italiano y ex director de Antinori, tuvo la intuición de que el Malbec tenía un potencial enorme y Morescalchi tuvo el coraje de construir una empresa de cero, en base a esa intuición. Completan el elenco estelar: Attilio Pagli, Erazo y Pedro Parra, renombrado especialista en terroir, ambos chilenos.

Nos hubiese encantado realizar sobremesa, pero nos esperaba un largo viaje hasta el Valle de Uco, así que con todo el dolor del mundo nos despedimos de nuestros anfitriones para ir hacia Vista Flores, donde se encuentra la Bodega Tikal Natural, cuyo propietario es Ernesto Catena, “enfant terrible” de la viticultura argentina que es hijo de Nicolás Catena, el patriarca que tan sabiamente dirige Bodega Catena Zapata.



ENTRE LLAMAS Y FILOSOFÍAS NEW AGE. La tarde estaba ya muriendo cuando llegamos a Tikal. Y aunque era evidente que la temperatura iba bajando con celeridad, nuestro entusiasmo mantenía encendidos los corazones. 

Tikal es una bodega bien diferente. Desde lo visual, la infraestructura presenta un trabajo arquitectónico bien logrado, con las construcciones integrándose armoniosamente al entorno. Además, las vistas de la imponente Cordillera de los Andes resultan espectaculares.

Fuimos recibidos por el equipo comercial en pleno y, también, por el enólogo Alejandro Kushnaroff, quien pacientemente nos comentó todos los detalles concernientes a las certificaciones orgánica y biodinámica que la bodega posee. De hecho, todo en la bodega está preparado y armado para respetar ambas filosofías.

Por ello, diversos animalitos corretean entre las viñas (se utilizan para el control de plagas). Y además fuimos “acompañados” por dos llamas durante todo el recorrido en campo.

También conocimos en la planta champañera, paso a paso, el proceso de elaboración de vinos espumosos de método tradicional. Y finalmente, la degustación llegó con una picada y un asado que estuvieron a la altura de las circunstancias.

En las copas nos encontramos con unos vinazos: Alma Negra Brut Rosé, ANIMAL Malbec, Alma Negra Blend, así como Tikal Amorío Malbec Cabernet Franc y Tikal Júbilo Malbec Cabernet Sauvignon, estos últimos novedad de mercado en Paraguay.



Con la panza llena y el corazón contento volvimos al centro de Mendoza. Debíamos renovar fuerzas porque el día siguiente nos aguardaba con un doble programa que prometía muchísimo: nada menos que una visita a fondo a Catena Zapata y, luego, visita y cena maridaje en Casa Vigil, donde funciona Bodega Aleanna, que elabora los aclamados vinos El Enemigo.

La próxima semana, en una segunda entrega, contaremos nuestras impresiones sobre esa etapa del viaje.

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