Por Luis Fioretti

Según el World Ranking Wines and Spirits (WRWS) del 2011, la clasificación mundial de vinos de la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Vinos  (WAWWJ, por su sigla en inglés), la Viña Luis Felipe Edwards (LFE) tiene tres etiquetas entre las mejores 100 del mundo. Además, la casa de vinos le lleva la delantera a las demás bodegas chilenas, habiendo sido premiada 80 veces en 14 concursos., mientras que entre las mejores 100 de sus pares mundiales ocupa ni más ni menos que el undécimo lugar.
Esta introducción ayudará para que el lector tome conciencia de lo significa para la industria vitivinícola del país sudamericano esa marca, encabezada por Luis Felipe Edwards M., fundador de la viña, quien encabeza un equipo administrativo también integrado por hijos, un cuñado, yernos y un calificado equipo de profesionales.
La viña fue creada en 1976, cuando LFEM compra excelentes tierras en el hoy famoso valle de Colchagua, e inicia la restauración de viñedos en ellos existentes desde los años 50.
Primero el enfoque fue la venta a granel de sus productos a grandes viñas del país. Pero en 1994 observó el vuelo exportador de la viticultura chilena de entonces, y creó su propia etiqueta pensando en los mercados externos.
Una década después, en 2006, ya cuenta con una producción de 700 mil cajas anuales y, para 2011, supera el millón. Las mismas son destinadas principalmente a Inglaterra, Alemania e Israel (donde tienen un importante nicho de ventas de vino kosher). Así, hoy más de 40 países en Europa, Asia, Norte y Sudamérica disfrutan de sus sabores, convirtiéndose en una de las viñas con mayor crecimiento a nivel chileno.

SUS LÍNEAS. Desde aquel 1994 que vio nacer al primer vino LFE, la variedad de etiquetas ha crecido. En cada una la meta es lograr gran calidad y que se destaquen las propiedades que cada variedad ofrece. Además, LFE sigue una clave del vino chileno: se fermenta a temperaturas inferiores que los vinos del viejo mundo, otorgándole esto un carácter más afrutado. Además en LFE,  se realizan maceraciones cortas, al estilo australiano: tras seis o siete días fermentando, se quitan los vinos tintos para lograr un sabor más intenso.
Así, encontramos la línea “Pupilla”, que ofrece vinos redondos, frescos y fáciles de tomar, logrados con las cepas Sauvignon Blanc, Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Shiraz y Carmenere.
Subiendo de escalón, encontramos sus “Reserva”, dueños de sabores amaderados, mayor estructura e intensidad, comprendidos con cepas Chardonnay, Sauvignon Blanc, Merlot, Carmenere, Cabernet Sauvignon, Shiraz y Malbec.
Sigue el “Gran Reserva” aumentando la categoría. Se constituye con los mejores lotes de vino, para luego descanso en barrica durante un año, respondiendo siempre a esta premisa: todo comienza en el campo. Con una buena uva se puede hacer buen o mal vino, pero si no hay un buen manejo no hay nada que hacer, es lo que afirman en LFE.
El manejo de las vides es muy específico, acorde a la calidad esperada en cada vino. Desde el podado de la vid, deshoje, manejo y transporte de la uva se buscan ciertas cualidades y calidades que finalmente, junto al esfuerzo de sus enólogos, darán vida a cada etiqueta.
Así, finalmente las mejores uvas pertenecen a la estrella de la viña, “Doña Bernarda”. Esta etiqueta, un homenaje a la esposa de Luis Felipe Edwards M., es un blend único cada año, cuyos componentes son elegidos acorde al logro en la cosecha.
Todas las etiquetas son el esfuerzo de un equipo de enólogos encabezado por Nicolás Bizzarri, enólogo graduado en la Universidad de Roseworthy, Australia. Trabajó en la bodega del famoso Robert Mondavi, responsable del boom mundial del vino californiano, en el Valle de Oakville, en la famosa región de Napa.
Por otro lado, el enólogo jefe, Christian Rojas, estudió Ingeniería Agronómica y Enología en la Universidad Católica de Santiago de Chile, logrando los más altos honores. Tiene una valiosa experiencia como enólogo asistente elaborando vinos en Chateau L'Evangile, Pomerol, Bordeaux, Francia.

SU BODEGA, SUS VALLES Y SU COSECHA. La bodega se ubica en Puquillay, dentro del valle de Colchagua. Es la clave de la primera etiqueta de la familia Edwards, construyéndose en 1994, y recibiendo inmediatamente al primer vino, que salió a la venta a fines del 1995. Desde entonces ha crecido hasta llegar a una capacidad  actual de 6.100.000 litros de vino por año, con equipos alemanes, franceses e italianos de última generación. 
El valle de Colchagua, su cuna y terroir por excelencia, se ubica en un valle con forma de herradura separado de la majestuosa Cordillera de los Andes por la pequeña cadena montañosa de San Fernando. Con el tiempo se han sumado nuevos terroir, como las 162 hectáreas en el valle de Leyda, ubicado a pocos kilómetros de la costa e ideal para uvas blancas.
LFE tiene un promedio de producción bajo, solo 9 toneladas por hectárea. En los cultivos de altura, ubicados entre 800 y 1000 metros sobre el nivel del mar, (los más elevados dentro del valle de Colchagua), apenas obtiene 4 toneladas. Además, en cada una de las 91 parcelas allí existentes se eligen las adecuadas para cada vid, teniendo una distribución de 36% Cabernet Sauvignon, 27% Syrah, 14% Carmenere, 5.5% Merlot, 5.5% Malbec, 4% Petit Syrah, 4% Mourvedre, 2% Petit Verdot, 1%Viognier, e igual con Grenache.
En su camino, siempre ha procurado desarrollar sistemas productivos de punta en busca de los mejores vinos. LFE se entusiasma logrando nuevos viñedos, invirtiendo en la última tecnología vitivinícola y en la gente que lo acompaña.
La uva es fundamental para tener buenos resultados. Su cuidado comienza con una buena viticultura, vendimia, laboratorio, envasado entre los cuales se realizan cuidadosos controles de calidad.
De todo este recorrido, creo se entiende de sobra cómo LFE se ha ganado los honores del WRWS 2011 que le tocan.