Por Alejandro Sciscioli

A pocos días de concluida la 13ª Degustación Anual  de Santa Julia, realizada el pasado sábado 19 de noviembre, hay muchas conclusiones que pueden quedar plasmadas en este material.
La principal es que, una vez más, hemos sido tratados como reyes por los anfitriones de las bodegas Familia Zuccardi y Santa Julia. Su calidez humana y el modo en que se esmeraron para que el grupo de Paraguay quede satisfecho son aspectos que deben destacarse en las primeras líneas. A los organizadores, entonces, muchas gracias por la atención brindada.
Pero claro, el motivo del viaje fue ir a probar vinos en su propio lugar de elaboración, una misión que logramos cumplir con creces debido, en gran parte, a ese esmero en darnos acceso a todo lo producido. ¿Qué probamos? La lista es larguísima, en realidad, y de a poco iremos subiendo en sucesivos artículos nuestras impresiones sobre todo lo degustado.
Sin embargo, y teniendo en cuenta que la degustación era de Santa Julia, en este texto hablaré solamente sobre los vinos de esta etiqueta.
Para empezar, conviene recordar que Santa Julia tiene un enfoque juvenil en su comunicación, y el público consumidor que respondió a la convocatoria fue en su mayoría gente joven de hasta 40 años. Es decir que el target comprende muy bien la comunicación y reacciona en consecuencia.
Fue muy lindo ver ese sábado a más de cuatro mil personas caminando amablemente entre las carpas dispuestas en los patios internos de la bodega, que se encuentra en Maipú, Mendoza. Allí, entre copa y copa, la gente podía disfrutar de las performances que iban mostrando diversos actores (muchos de ellos construyendo una carrera y otros ya consagrados), respondiendo al concepto de este año: un homenaje al teatro.

PURA INNOVACIÓN. Habíamos llegado a Mendoza un par de días antes y estábamos cumpliendo al pie de la letra la agenda preparada para el grupo: mucho vino, mucha comida y mucho Mendoza.
Pero ese sábado era “el” día. Entonces, a primera hora nos estaba esperando en La Casa del Visitante, el hermoso restaurante de la bodega, una degustación de los vinos premium de Familia Zuccardi. Fuimos de la “A” a la “Z”, pasando por “Q” y por Ema, el maravilloso nuevo Bonarda que están elaborando.
Luego almorzamos allí mismo, en los jardines, disfrutando del menú que había preparado Matías Aldasoro, el joven y talentoso chef de la casa, quien previó un menú bien distendido: variedades de quesos, muy buenos embutidos, empanaditas criollas y una parrilla bien surtida.
Aunque el verdadero plato fuerte vino posteriormente, ya en la bodega. Para que no me ocurra lo mismo que el año anterior, cuando el tiempo no me alcanzó para recorrer todo lo que me interesaba, enfilé directo a la carpa donde daban a degustar la línea Innovación. Fue un placer probar todas esas variedades sobre las cuales había leído bastante pero, en paladar, había probado poco.
Fiano. Interesante. De color amarillo suave. Con aromas a frutas tropicales y frutos secos. En boca, suavemente dulzón, rica acidez y buen final.
Verdelho. Una variedad que siempre me gustó las veces que la probé. De color amarillo suave. Rico aroma a frutas (ananá, melón) y algo de miel. En boca es fresco, con buena acidez.
Greco. Algo seco para mi gusto. También conocido como Trebiano. De color amarillo pálido, con reflejos dorados. Aroma a frutas blancas y frutos secos. En boca, para ser un blanco, posee una cierta complejidad y un toque mineral.
Albariño. Su denominación de origen en Galicia es Rias Baixas. De color amarillo suave, con leves reflejos verdosos. Floral y frutado en nariz. En boca es agradable, suave y fresco.
Carmenere. Me sorprendió probar un vino argentino de esta variedad, adoptada por Chile como emblema. De color rojo carmín. Lo encontré con una nariz muy frutada, con pocas notas verdes. En boca es suave y complejo.
Touriga Nacional. De color rojo rubí intenso. Aromas a ciruela en compota y especias. En boca es aterciopelado y complejo.
Agliánico. De color rojo rubí. Fruta roja fresca en nariz. Buena acidez en boca.
¿Mis preferidos? Si bien todos son buenos vinos, me cayeron especialmente bien el Fiano, Carmenere y Touriga Nacional.

RELAX. Lo que llegó después a nuestras copas, tras cumplir la misión autoimpuesta de ir directo a lo nuevo, fue relajarme y, con varios de los compañeros de viaje, degustamos los Reserva y los Magna (el corte de Cabernet con Malbec es realmente muy interesante, especialmente si miramos la relación entre precio y calidad), los espumantes Rosé y Extra Brut y hasta nos dimos una vuelta por la carpa de Fuzión, aunque ello se contará en otra oportunidad.
Repito, en este viaje vivimos, mucho, pero mucho más. Y a esas experiencias las iremos comentando en otras entregas.
¡Salud!