Por Daniel Fassardi

Terminó el día. La noche va logrando su pírrica victoria de todas las jornadas, ganando por apenas algunas horas la eterna batalla entre luces y sombras. Es el momento de relajarse, de estar en pareja, de cortejar o dejarse cortejar, de dedicar al ocio esos instantes placenteros que tan bien nos caen a todos.
Muchos van al cine o miran TV, otros “juegan partido” con tercer tiempo cervezal incluido, simplemente “salen a comer” o se reúnen entre amigos; los menos hacen gimnasia; mientras que un no tan pequeño grupo de personas salen a disfrutar del vino y de todas las sensaciones que pueden desprenderse de una simple copa para deleite de la vista, el olfato y el paladar.
Sí, este artículo está pensado para aportar algún dato extra a quienes integran ese último grupo y, también, para orientar y dar elementos de juicio a todos aquellos que quieren sumarse al creciente clan vinero.
Fue así que, una vez que los jefes marcaron el rumbo del artículo, tomé el teléfono y llamé a mi cómplice habitual, la bella S., para que me ayude a armar la ruta de los sitios donde es posible sentarse a tomar una copa de vino, en un ambiente distendido.
No fue difícil poner los nombres sobre la mesa. Lo complicado fue salir a sacrificarnos durante una semana seguida, noche a noche, recopilando los datos de este material.

La Uva más bella
El sitio vinero más caro a mis afectos es Uva Terra, ese hermoso restaurante capitaneado “por sus propios dueños”, Cacique Scappini y Liv Ljunggren, quienes son los “culpables” de que el sitio transpire onda por todos sus poros. Y por esa afinidad decidimos que el primer sitio en la lista sería ese, precisamente.
La noche en que fuimos a investigar corroboramos todo lo bueno que hace a este lugar tan querido: excelente ambientación, muy buena música ambiente (siempre hay jazz y ambient del bueno sonando); muy correcta atención de los mozos y una propuesta gastronómica más que acorde.
¿Y el vino? Al vino en Uva Terra le reservamos un párrafo especial. Es que siempre resulta divertido ir a la cava de la casa a buscar el vino que hemos de tomar (a menos que decidamos quedar en manos de Liv o Cacique, quienes siempre tienen una etiqueta a flor de labios para recomendar, tanto en nivel de calidad como de precio).
Aunque Uva tiene una cocina hecha y derecha, si vas con poco apetito lo recomendable es elegir alguna tabla (hay muchas y muy buenas). Y si sos fumador o te encanta disfrutar del aire nocturno, no podés poderte el patio, un lugar precioso donde es posible hacer tertulias eternas.
Ya sé, querés tener una idea de precios. No vas a salir del lugar con un hueco en la billetera, no te preocupes, aunque vale aclarar que hay opciones para todos los presupuestos (incluyendo algunos productos delicatessen y unos vinos ícono formidables).
Uva queda en José Ocampos Lanzoni 171 c/ Guido Spano, teléfono 603-568. Te recomendamos reservar.

El sommelier de Le Sommelier
La noche siguiente le tocó el turno a Le Sommelier, ese particular restaurante y bar-a-vin que tiene la impronta de Oliver Gayet, el sommelier profesional que es propietario y experto.
En este lugar, que más pareciera un restaurante tradicional, también es posible sentarse a la mesa, bucear en la extensísima carta y elegir un vino con el cual hacer que la velada transcurra. Por supuesto que te recomendamos abras la cabeza y escuches todo lo que Oliver seguramente te recomendará, ya que muy pocas personas en Paraguay conocen de vinos como el susodicho. Él siempre tiene la palabra indicada y la respuesta correcta a las consultas más insólitas, por lo que una visita a Le Sommelier puede resultar muy didáctica. De hecho, Oliver tiene alma de docente, por lo que jamás perderá la paciencia.
Pero, ¿es Le Sommelier un lugar indicado para sentarse tranquilo a disfrutar del vino? ¡Sin dudas! Todo remite al vino en este lugar, desde el nombre hasta la ambientación, pasando por la cava del subsuelo, adonde están las botellas atesoradas por el dueño de casa.
El lugar, de por sí, es acogedor, y la música ambiente invariablemente recuerda a Francia. Los mozos, miembros del staff desde hace años, conocen muy bien su trabajo, y el servicio siempre es eficiente y certero. Y la cocina, al mando de Julio Fernández, siempre tiene ese plus de sabor. En este caso, también, si no estás con mucho apetito, podés sentarte, decidirte por un vino y elegir alguna tabla para disfrutar del tiempo, simplemente.
Le Sommelier tiene una gran ventaja con respecto a precios: cobra los vinos a precio de supermercado y un descorche único sin importar la etiqueta. Eso significa que se pueden degustar grandes etiquetas a un precio muy conveniente.
¿Dónde queda? Denis Roa casi Santa Teresa, teléfono 622-622. Conviene reservar.

Donde todo comenzó
Hablar de Las Cañitas es referirnos al sitio adonde el vino hizo “boom”. En Paraguay, hubo un antes y un después con respecto a esta noble bebida a partir de la apertura del local, y es por ello que no podía faltar tan noble nombre en este periplo vinero.
Al entrar nos encontramos con el lugar de siempre, aunque caras nuevas se acercaron para atendernos. Era evidente que hacía mucho que olvidamos a este “Restaurante, Wine Bar, Cava y Bistró”, tal como se anuncia recurrentemente en los spots radiales.
La cocina de la casa es buena, aunque lo destacable aquí es todo lo que el vino genera: amplia y surtida carta y gran cantidad de etiquetas en exhibición. Un sitio para venir en pareja y disfrutar, dejándonos llevar por todo lo bueno que hay alrededor, que no es poco.
¿Dónde queda este templo del buen beber? Carmen Soler 4105, a media cuadra de Radio Ñanduti. Reservas a los teléfonos 605-028/936.

Pequeño, coqueto y bonito
Otro lugar que de ningún modo podía faltar en este recorrido era Nunciata, ese coqueto local nacido como almacén gourmet y que ha evolucionado a escuelita de vinos y reducto de wine lovers y foodies.
Ubicado en Teniente Vera 1308 casi Senador Long, aquí vas a encontrar de todo, desde champagne francés hasta vodka ruso, pasando por la más cotizada pasta italiana y las copas de cristal más finas. Pero además, aquí podrás disfrutar de tablitas y cosas ricas preparadas con los productos delicatessen que allí mismo se comercializan.
Son muy bellas las mesitas pequeñas que hay en el sitio, aunque lo que siempre impresiona más es el amplio surtido de productos que están al alcance de la mano, lo que es una ventaja si nos ponemos a pensar que el vino que elijamos para consumir está frente a nuestras narices. Imposible no elegir algo.
Nuestra visita fue breve, aunque sustanciosa. Buen vino chileno, una rica tablita y mucha charla de la buena.
Más informes al 600-545.

El desconocido de siempre
Hace poco cambió la administración, pero la apuesta sigue siendo la misma: cocina sin grandes pretensiones, pero rica y fina, junto con una interesante gama de vinos para beber y un ambiente único. Con semejante propuesta, lo único que le espera a este sitio es un éxito rotundo.
Se encuentra sobre la calle San Rafael, a media cuadra de la Avenida España. El lugar es precioso, con ladrillo visto y muchos detalles en hierro fundido. Las luces tenues, la buena música funcional y los trabajos de ambientación con botellas de vino hacen a San Rafael un lugar atractivo.
Aquí llegamos en última instancia, gracias a la recomendación de un amigo. Y la verdad que vivimos una noche memorable: tablita marinera, vino blanco bien fresco y deliciosamente ácido, y un grupo de amigos que llegó de improviso, botella de vino bajo el brazo. Lo importante en este caso es que la casa admite el descorche, es decir, que el cliente puede llegar con su vino favorito para degustarlo en el sitio, a cambio de un módico precio. Una gran idea para atraer muchos clientes.
Debo admitir que no conocía a San Rafael, y con S. quedamos muy bien impresionados por la buena atención, las cosas ricas de la carta y los precios interesantes. Un solo detalle a mejorar: deberían ampliar la cantidad de etiquetas ofrecidas al público.
Más informes y reservas al 622-028.
Nos hubiese encantado con S. continuar dando vueltas, pero con mucho pesar recordamos que Enjoy, del pionero Luis “Rulo” Duarte, había cerrado sus puertas, y que Luna Vinera, ese hermoso local sobre la Avenida Carlos Antonio López casi Chile, estaba a punto de correr igual suerte (aunque al momento de escribir estas líneas había un grupo de personas interesadas en adquirir el local y continuar con la excelente propuesta iniciada por la cocinera Luna Nachajón).
Así concluyó este periplo vinero por las calles asuncenas: de noche, en taxi (porque estamos convencidos de que tomar y manejar van de contramano), y con el corazón contento al comprobar que el vino cada vez goza de mejor salud entre los locales.

(Artículo publicado en la edición de Octubre/2011 de la revista HC Gourmet)