Por Florencia Parodi

El tiempo en Mendoza, entre viñedos y montañas, transcurre mucho más lentamente que en otros lugares. Su gente, acostumbrada a respetar los tiempos de la naturaleza, se vuelve más reflexiva y aprende que los grandes resultados en una botella, se logran con un trabajo preciso, medio y cuidado del viñedo. Así es SuperUco, la bodega de los hermanos Michelini.  

Son 4 hermanos, cada uno con sus proyectos independientes, pero que encontraron en SuperUco, la oportunidad de converger ideas con una libertad absoluta para crear. Conversamos con Gabriel Michelini, uno de los hermanos de este proyecto que cree en el origen como impronta del vino.

-¿Es SuperUco el resultado de una larga tradición familiar vitivinícola?
-Mi abuelo fue un italiano que vino a Mendoza y tuvo sus viñedos. Pero murió muy joven y mi abuela tuvo que vender todo. Entonces, mi papá no continuó en esto y se hizo ingeniero en construcción. Fue en 2007, cuando Gerardo, mi hermano mayor, compró un terreno de 70 hectáreas en Gualtallary, que empezamos de vuelta en el mundo del vino con el proyecto Zorzal. Por eso nos consideramos la primera generación de la familia en esta industria.

-¿Cómo nació la idea de SuperUco?
-Queríamos tener un proyecto que realmente nos uniera. Mi hermano menor, Juan Pablo, es el enólogo principal de Zorzal, y Gerardo y Matías son asesores en esta bodega también. Estábamos como desperdigados, por eso en 2011 decidimos tener un proyecto en común.

-¿Cómo es trabajar entre hermanos?
-Desde muy chicos dormíamos los 4 en una misma habitación y aprendimos la convivencia. Hoy esa experiencia de la infancia nos mantiene bien. Somos muy diferentes los 4, pero nos hemos sabido complementar. SuperUco es una bodega pequeña, así que todos estamos un poco en todo, pero sí es cierto que cada uno tiene su especialidad. Matías es el más vinculado al viñedo, la plantación, la conducción de la vid, etc. Juan Pablo está dedicado a la parte enológica, a la elaboración. Gerardo se dedica a la comercialización y en mi caso, estoy en la administración.

-¿Por qué el nombre SuperUco?
-El Valle de Uco tiene tres lugares importantes: Tupungato, que está al norte del valle; Tunuyán, que está en el centro, y San Carlos hacia el Sur. La bodega está ubicada en el centro del valle y con su forma octagonal, decimos que es como que corona el valle. Además, aunque modestamente, también decimos que SuperUco es como lo mejor del Valle de Uco.

-Y este terruño es fundamental para ustedes…
-Para nosotros terruño es una palabra muy amplia, que significa el lugar donde vivís, donde crecen los viñedos, el lugar donde las personas se desarrollan. El terruño nos marca todo: lo que es suelo, clima, personas... ese es nuestro terruño. Y queremos mostrarlo en nuestros vinos. Buscamos la pureza de cada varietal, que sea una gran expresión del lugar donde crece.

-Un viñedo circular y una bodega octagonal, ¿por qué esta disposición?
-Pensamos que en la naturaleza no hay vértices, no hay puntas, no hay líneas rectas, la naturaleza es circular. Por eso, en nuestro compromiso con la naturaleza quisimos tener un viñedo en forma circular. La bodega podría haber sido circular, pero como es obra humana no puede ser perfecta, pero sí ir hacia esa perfección. También tiene que ver con lo técnico, el octógono le da la firmeza a la estructura, ya que estamos en una zona sísmica. Mi papá nos ayudó a construir esta bodega.

-Además de redondo, el viñedo también es biodinámico, ¿es así?
-La vid está plantada en suelos muy pobres, de pocos nutrientes, por eso quisimos contribuir.
Tenemos prácticas biodinámicas y orgánicas. Todos los años nos visita un asesor para ir haciendo los preparados. Hoy tenemos la certificación de viñedo biodinámico.

-¿Qué ha sido lo más desafiante desde que comenzaron?
-Creo que tener un proyecto familiar, ya que suele ser complicado trabajar en familia. Pero también trabajar en forma distinta, desde la plantación en la que no aplicamos pesticidas, fertilizantes, sino que dejamos que la planta sea, que se desarrolle en base a los nutrientes que encuentra en su suelo, en su hábitat. Y eso también lo llevamos a la vida de cada hermano, que cada uno pueda expresarse libremente, sin condiciones externas, que sea un proyecto libre.

-El querer ser libre, ¿tuvo alguna consecuencia a nivel comercial?
-Ese fue un desafío también, ya que muchos de nuestros vinos no se entendían. Por ejemplo, frente a un Malbec, todos buscaban las características tradicionales de un Malbec y al ir a la bodega se encontraban con algo totalmente distinto, no parecía Malbec. Y en realidad era un Malbec auténtico, de la zona, que habla de la zona. Y eso al principio dificultaba las ventas. Pero como era un proyecto chiquito no había mucho que perder, al contrario, ya ganábamos al hacer lo que queríamos.

MUCHO GUSTO, SUPERUCO. SuperUco tiene tres líneas diferentes: Genitori, Calcáreo y SuperUco, con sus respectivos blends y varietales. Todos ellos regalan un poco del Valle del Uco en cada copa.

Así los definió Gabriel en la entrevista: “vinos auténticos, sin maquillaje, que expresan un lugar, un terruño, vinos que muestran todo lo que significa un trabajo familiar. Yendo más a lo técnico, son vinos más de montaña, vinos de desierto, muestran esa adversidad del clima, mucho frío en la noche, poca agua, que significa que la vid tenga que desarrollar una piel muy gruesa para proteger a su semilla del frío, del calor, del sol intenso, de la sequedad, que luego eso se transforma en vinos con color, aromas y sabor intenso”.

-¿Qué podemos esperar de un vino de SuperUco?
-Van a encontrarse con algo distinto, trabajamos con vinos sin filtrar, porque pensamos que se 
mantiene lo natural del vino. Tomar SuperUco es probar un vino prácticamente de la barrica, del tonel o de las ánforas de cemento que también usamos. También van a encontrar frescura, son vinos lineales, con personalidad, que ingresan a la boca y se hacen sentir, filosos, o con mucha tensión.