Por Luis Fioretti
Fernando Ahlers es un joven chef que se abre camino a pasos agigantados, quizás como reflejo de su pasión por la profesión gastronómica. Con 30 años de edad, es propietario del lujoso restaurante San Pietro, ubicado en lo más exclusivo de Villa Morra. Lleva ligado a las cocinas de modo laboral muchos años, desde la adolescencia. Pero si sumamos los años compartidos previamente con su abuela, cocinando familiarmente, el curriculum se extiende a toda la vida.
“Desde muy joven, a los 14 años, tenía la pasión de cocinar junto a mi abuela paterna, la cocinera de la familia, en cada domingo o evento familiar. Mis padres trabajaban demasiado y la cercanía con ella estimuló mi gusto por la cocina”, recuerda Fernando. 
Su madre, la conocida estilista “Rommy”, viendo su pasión lo alienta a la profesión de cocinero. Dándole un empujoncito, contacta con el restaurante Mburicao, puntualmente con Rodolfo Angenscheidt, por entonces chef de la casa. ¿El resultado? Aquí Fernando inició su carrera profesional, cubriendo un espacio en el restaurante los fines de semana sin siquiera cobrar, todo por gusto. 
“Allí aprendí muchísimo y terminé de enamorarme de la gastronomía”, afirma, y señala que de Rodolfo admira hasta hoy su creatividad e iniciativa.
Terminado el colegio, Ahlers tenía claro el siguiente paso: estudiar en una escuela de gastronomía. Eligió hacerlo en el extranjero, optando por Buenos Aires, donde pasó 4 años en la prestigiosa escuela de “Mausi Sebess”, una de las más reputadas del país, que destaca por su sistema personalista: la formación se hace virtualmente enfocada en el estudiante, haciendo de la carrera una experiencia exclusiva y adaptada a la persona. 
“El instituto está dirigido por gente formada en Europa, ex colaboradores del famoso Paul Bocuse. Mausi Sebess posee una estructura familiar, palpable en la formación ofrecida, prácticamente individual, nada grupal, todo enfocado en el alumno y bajo un programa”, recuerda. Enología, nutrición, bromatología, manipulación de alimentos, entre  otras materias, son estudiadas al detalle. Y tras 4 años se obtiene el título de “Profesional en Artes Culinarias”, carrera cuya mira es el manejo de restaurantes.
Aquí aprendió una máxima clave en su visión de la profesión: “La gastronomía es la experiencia de un todo. Podés lograr el sabor, pero debe estar acompañado del servicio”. De su paso por Buenos Aires, una de las capitales que más admira en lo gastronómico, afirma que “su influencia es increíble. La gama de cocineros y gente en constante creatividad sobre como reciclar productos, cómo poder hacer cosas nuevas, es increíble allí”.
Luego de Mausi Sebess trabajó mucho con los aires italianos en el famoso restaurante “Marcelo”, ubicado en la capital argentina. “En Marcelo la cocina parece un caos. Es de las cocinas donde existen muchísima gente trabajando, muchísima gente cada día, 500 comensales, todos por reserva. Comida clásica italiana, nada elaborada. Y todo con disciplina impecable. Solo en cocina éramos 45 personas. Y todo allí era dirigido por Adolfo Astigarraga, mi segundo mentor, quien me marcó la disciplina, me mostró lo que realmente se hace en la cocina”.
SU ESTILO. Tras el paso por Argentina, su siguiente paso fue dar rienda a su anhelo de dar vida a un restaurante. El resultado fue su propio local, llamado “San Pietro”, donde expone ante todo su personalidad en las preparaciones como en todo lo implicado en éste ámbito. “Mi concepto es abierto a usar productos de la región, pero mi cocina es más de autor. No me cierro a utilizar sí o sí un producto, me libero. Mis sabores no son chocantes, trato de mantenerlos suaves, delicados, que surjan los naturales del producto”, explica.
La cocina le absorbe buena parte del día a día y “la vida entera”, afirma, recordando que aún le espera recorrer mucho, conocer países sobre todo por sus cocinas, esperando viajar a China, Japón e India, entre otros. “De eso depende todo”. 
Sobre sus mejores manejos en cocina, Fernando ve como su especialidad el ámbito de la carnicería. “La parte proteica es en la cual manejo mayor información”, cosa que refleja mucho en sus preparados. Pero esto no podría ser sin los productores que le proveen los insumos que demanda. “La calidad ha crecido de manera admirable en los últimos años. Hoy consigo la variedad de carnes y kilajes que necesito. Hoy me proveen de pato, conejo, cochinillos, cabra y demás, que pocos años atrás costaban conseguir”.
San Pietro en sus inicios, allá por 2010,  arrancó con una carta con enfoque cercano al de una cantina italiana de lujo. “Encontrabas platos típicos italianos, entre pastas, carnes y demás”. Hoy, Fernando busca introducir un concepto más moderno: usar en la denominación de los platos del menú las técnicas aplicadas a cada uno. Esto, según él, porque cada plato es un conjunto de técnicas, a los cuales “normalmente los restaurantes colocan un nombre poético para resaltarlo. Lo que voy a hacer es mencionar las técnicas aplicadas, para llevar al comensal más allá de la experiencia, a la cocina misma”.
MÁS CLAVES. Algo bien aprendido de Buenos Aires es la delicadeza en el servicio. En San Pietro, a la hora de los pedidos del cliente, el personal de salón se asegura de prevenir posibles inconvenientes, consultando al comensal datos como si es alérgico o sufre alguna enfermedad del tipo celiaquía u otra, evitándole llegar a malos momentos.
Por otro lado, hoy el vino está creciendo mucho, y se le está dando mucho incentivo, afirma Fernando. “Antes acá todo giraba en el Malbec argentino, aunque hoy cambió. Yo manejo márgenes muy bajos en la venta de los vinos, tanto que he recibido críticas de referentes del área, al punto en que me han dicho ‘estas regalando tu vino’, perdiendo dinero”. Así, San Pietro tiene una cava de bello diseño que da la bienvenida a quienes ingresan a su salón principal: el comensal puede ver el sitio, refrigerado.
Finalmente cabe señalar que el restaurante recibe actualmente a sus clientes de siempre, y a los nuevos, con aires reformados. Hasta el 2014 el local ofrecía una atmósfera decorativa de eminente sobriedad destacada en diseños de madera. Tras una remodelación profunda, hoy sus aires siempre elegantes ofrecen estilos minimalistas donde predominan los grises metálicos y mucha luz, junto a espacios más abiertos, con salones incluso en su mayoría vidriados con bellas vistas panorámicas de su ubicación, sobre la exclusiva Avenida Boggiani 5641.
Así, la invitación está hecha, tanto a su nuevo aspecto como, sobre todo, a la nueva comprensión, y variedad, del menú. ¡A disfrutar!