Por Rubén Darío Lugo
La reciente Expo Vino recibió una grata visita, gracias a quien pudimos seguir una interesante ruta imaginaria por los Valles Calchaquíes y adentrarnos mágicamente en la afamada estancia Colomé y su rica historia. Marcelo Maizelman, gerente de exportaciones para Latinoamérica del Grupo Hess Family Estates, tiene un bagage indiscutido en su rubro y recibió a nuestro portal en el hotel Guaraní, en cuyo bar desgranó la evolución de un hombre y sus sueños, de un viñedo y sus frutos más apreciables, de una región y las excelsas bondades que un vino puede brindar.
Ese hombre de quien nos habló el ejecutivo se llama Donald Hess, un visionario quien adquirió la estancia Colomé a inicios de la década pasada, luego de instalar afamadas bodegas en Estados Unidos y Sudáfrica, y siempre buscando la distinción, esa certera condición que le permitió darse el lujo de obviar Chile o Mendoza como puertos finales para su proyecto vitivinícola.
Fue Salta, finalmente, la región elegida y los Valles Calchaquíes, de manera más precisa, el epicentro desde donde Donald Hess distribuye a Latinoamérica no sólo vinos, sino una buena historia, como le gusta referir públicamente a este también afamado coleccionista de arte.
Marcelo -por su parte y con una taza de té de por medio- prosigue la conversación con Parawine.com y traza una breve pero intensa historia en torno a los comienzos y situación actual de la bodega: “Con casi 80 años, Hess dejó la tradición familiar en la producción cervecera e incursionó en el agua mineral en Suiza, para luego desembarcar en el negocio de los vinos en Estados Unidos y posteriormente en Sudáfrica”, arranca.
Como coleccionista de arte e innovador en todo lo que hace, Hess siguió recorriendo países del nuevo mundo. Llegó a Chile, pasó a Mendoza e invitado por un conocido, decidió recalar en Salta, donde había un terruño importante con viñedos de altura. Hubo amor a primera vista, decidió comprar la propiedad y desde ahí (2002) hacia este tiempo logra posicionar en la elite mundial a Colomé y luego Amalaya como marcas indiscutibles, por ser vinos de los viñedos más altos del mundo, ubicados a 2.500 y 3.000 metros sobre el nivel del mar.
LA MÁS ANTIGUA. Un sello inobjetable: se trata de la bodega más antigua de la Argentina en funcionamiento, desde 1831 y con una influencia de desarrollo, desde la administración nueva, hacia todos los alrededores, no sólo se ofrece trabajo a los nativos de la región, sino que ya se han creado una sala de primeros auxilios, un comedor comunitario, una iglesia, casas para los trabajadores y una escuela, con lo que ayudaron a erradicar algunos vicios en los indígenas e incorporarlos a algunos como somelier y expertos en hotelería. Marcelo certifica el corazón noble del señor Hess.
Para seguir buceando en las bondades del producto, nos cuenta Marcelo que una característica peculiar en el proceso de la elaboración del vino en Colomé es la biodinamia, filosofía que va más allá de lo orgánico, puesto que se rige por el calendario lunar. “Cuando tenés el cuarto creciente es momento de dejar descansar la tierra; en el cuarto menguante se la remueve; en luna llena se le da la vida y siembra, para cosechar lo vid a posteriori”, relata el ejecutivo.
Respecto de las regiones donde van ganando terreno las diferentes líneas de la bodega, menciona que en 2007 el 95% era exportación y 5% el mercado argentino; pero que atualmente la relación es 70% exportación (casi toda Latinoamérica) y el restante 30% el ámbito local.
EXPO VINO. Finalmente, le consultamos qué le pareció la Expo Vino y al toque deja escapar un suspiro, al tiempo de comentar que tuvo mala suerte de no haber ingresado antes al mercado paraguayo, porque tanto el ámbito como el evento por excelencia dedicado a la bebida en nuestro país le resultaron sorprendentes.
“Es bueno saber que la gente se siente muy cómoda en el evento. Participé de muchas exposiciones de vino, pero del nivel que ví en Paraguay tal vez lo presencié sólo en Brasil y Perú. Generaron una muy buena ocasión para el encuentro con el vino”, sentenció.