Por Luis Fioretti

¿Hace falta que la presentemos? En realidad, no, porque si no supieras quién es Narda Lepes de ningún modo estarías leyendo estas líneas. Tampoco fue necesaria una gran difusión previa para que se colmen las instalaciones del restaurante Para Cuando la Vida el pasado 8 de noviembre, cuando la querida y mediática chef cocinó y enamoró al público local con sus recetas y su encanto natural.
Antes de que arranque el evento logramos colarnos en la cocina, adonde encontramos a la diva dando los últimos toques al menú de la noche. Con la misma cordialidad y simpatía que derrocha en televisión, nos atendió y respondió todas nuestras consultas.
 “¿Googleamos de todo menos lo que comemos?”, fue la primera pregunta lanzada, parafraseando a la propia chef. Ella las explico así: “hoy la gente dedica mucho tiempo a investigar sobre muchas cosas en Internet, como al comprarse una computadora nueva, mirando un sistema operativo, un procesador y no sé cuanto más, pero come cualquier cosa mirando la computadora”.
Comprar una computadora más o menos mala, prosigue, no supone una catástrofe, pues eventualmente puede comprarse otra. En cambio, no se puede comprar otro cuerpo. “Y lo que comés te pasa la factura, te afecta en el momento  y te afecta de por vida”, afirma.
En su visión respecto a la comida, las personas piensan “no me cuentes cómo está hecho”, algo que no acepta. Además, dice que un producto industrial etiquetado como “sano y natural” habitualmente no lo es. Agrega que la industria aprovecha esa falta de interés. “La gente se fija en las calorías y no se fija en los ingredientes”.
Entonces, si en una galletita que debería tener 5 ingredientes, “aparecen 25 de los cuales no podés pronunciar 14”, hay algo indicando que no debería consumirse. Pero la gente dice “bueno, ellos saben”, pero no es así.
Sin embargo, recuerda que existen algunas empresas responsables intentando hacer buenos productos y señala al marketing como un aspecto a tener en cuenta. “Al alimento que tenga mucho, pero muuuucho marketing, consideralo como un premio pero no tu comida de todos los días. Por ejemplo, te gustan los nachos, que son una porquería porque están fritos con grasa hidrogenada”.
Entonces, ¿cuál sería una buena cocina para Narda?, le retrucamos, y la respuesta es tan simple como la propuesta: “la que no tiene título; andá, cocina y comé. Es variado, un día te comes un queso cheddar, al otro un queso blanco, luego probá otra cosa que no sea queso”.
Por ejemplo, recuerda que con “Slow Food” (corriente gastronómica que propone hábitos alimenticios sanos bajo conductas más relajadas), tardaron tanto en explicárselo, que le pareció un tanto absurdo. Cuando más se alarga el nombre y se le agregan cosas a la cocina y “bla, bla, bla, bla, bla”, se hace más complicado para la persona común, “no para el suscriptor de tu página, que lee blogs de gastronomía, sino para la gente común”. Triglicéridos, calorías, prebióticos, transgénicos, grasas trans, no son palabras que normalmente se entienden, y “a la larga, tenes que comer comida, no sustancias”, apunta.

MARCA REGISTRADA. Otra consulta ineludible era con respecto a si su trabajo incidía en su manera de cocinar, o viceversa. “Tengo la suerte de poder armar un estilo de trabajo donde puedo hacer muchas cosas. Entonces, a veces hago cocina tradicional, otras veces no tanto, la mezclo con otras cosas, y tengo esa libertad. Lo que sí, cuando explico algo, trato que parezca simple, capaz que no lo es, pero parece”.
En cocina nunca se deja de aprender. Narda es muy inquieta, investiga, viaja mucho. Busca respetar de dónde vienen las cosas antes que andar mezclándolas. Se enfoca en comprender su cultura, “el porqué esto es así y no de otro modo”, cosas cómo la geografía, el clima, “por qué comerlo de tal modo, por qué esa preparación de tal manera”.

- ¿Por qué tu programa se identifica con Doña Petrona?
-  La recuerdo como la señora quien décadas pasadas, promocionando las nuevas cocinas a gas, enseñó a cocinar a generaciones enteras de Argentina y Latinoamérica. Cuando me ofrecieron hacer sus recetas, mi interés no se centró en las recetas, sino en el símbolo: el de la cocina casera, el de la comida de la abuela. Sobre todo porque existe un vacío, porque hoy la abuela trabaja. Abuelas de 55 años a pleno, con 20 años por delante, dejando ese vacío donde había algo que me parece que estaba bueno y hay que aprovecharlo.

- ¿Qué conocés de la cocina paraguaya?
- Algunas cosas que preparaban en casa de amigos. La madre de uno es paraguaya y me hizo probar algunos platos y además me regaló unos libros muy viejos, como unas revistas de esas que se iban entregando con un diario. Algo que me llama la atención es que en Argentina no hay restaurantes de cocina paraguaya.

- ¿Cuándo la cocina tomó fuerza en la vida de Narda?
- Empecé a cocinar porque me gusta comer, y comer bien. Mi familia cocinaba rico y me llevaban mucho a comer, además fui criada, hasta los 16 años, como hija única con las consecuentes atenciones culinarias. Me tocó viajar mucho, porque mi mamá residía en Venezuela, desde donde viajaba  a Buenos Aires para ver a mi papá. De vacaciones, viajé con mi mamá bastante, después con mi papá, después sola, entonces como siempre comí bien. A los 7 u 8 años comencé a visitar las casas de compañeros de escuela y amigos mi di cuenta de otra cosa: la comida no era toda rica, había cosas asquerosas, y había gente que cocinaba muy mal y comía muy mal. Ahí es donde surgió mi interés por la comida, que obviamente está relacionado a la cocina.

UNA CHEF ENTRE ESTRELLAS. Otro detalle importante es que Narda ha cocinado para una gran cantidad de estrellas que visitaron la Argentina, transformándola en una chef estrella cocinando para estrellas.

- ¿Para qué personalidades cocinaste?
- Casi siempre para gente de la música, quienes a veces traen a cientos de personas de apoyo, como en el caso de Madonna. Se quedan 12 días, casi todos, y  tenés que preparar un desayuno temprano como a las 5, uno normal a las 7, un almuerzo, merienda, cena y una “late dinner” tipo 2 de la mañana, dándoles todo eso todo el tiempo. Es como un bufet abierto todo el tiempo, y aparte los camarines. Le cocinamos a Madonna, a Oasis, Blur, Jamiroquai, REM, Ricky Martin, Ozzy Osbourne, los Doors con el cantante de Metallica, Shakira y Red Hot Chilly Pappers, entre otros.

- ¿Y qué fue lo más raro que te pidieron?
- Recuerdo a Ozzy, quien solo quería un pollo (no murciélagos) y nada de muebles verdes. Aerosmith pidió un montón de hielo de manera muy específica y no entendía para qué: “queremos que apenas termine el recital haya una persona con dos bolsas de hielo de tales características”, y en una lista de pedidos era lo más importante de todo. “Además, se lleva los coolers porque se los lleva”. Y era porque al terminar, Stiven Tyler mete los pies en las bolsas, después de tanto salta y baila, que apenas  baja del escenario los mete en los coolers, los lleva al auto y se va con los pies ahí. Todos creíamos que era para una comida o bebida, y era para eso. Eso fue lo más raro.

- ¿Y Narda se ciuda en las comidas?
- Como, como y como, y engordo igual que cualquiera, no pasa nada. No tengo que desfilar.

Algo muy interesante surgió cuando nos señaló qué hace estando incómoda: si se siente pesada,  no come hidratos después de las 5 de la tarde por una semana. Con eso se acomoda un  poco. Al comer pesado después de esa hora, explica, el cuerpo no llega a procesarlo. Si come un plato de ravioles a las 11 de la noche, “no vas a bajar uno por más lechuga que comas al otro día”. Comiendo cualquier cosa a la mañana, unos huevos revueltos con tostadas y manteca, para las 4 de la tarde probablemente ya no se tenga más calorías de ellos, se quemaron. Si tenés una vida activa podes comer cualquier cosa, pero si estás todo el día sentado en la computadora, no”.
Nos hubiese gustado continuar charlando, pero otros medios aguardaban su turno. Además, iba llegando el momento del evento y no queríamos motivar demoras.
Nos retiramos con una promesa: en su próxima visita al Paraguay continuaremos conversando y disfrutando de sus anécdotas y si filosofía.